La realizadora Lucero Troncoso trabajó en desmitificar la fundación de Puebla y algunos de sus relatos, a la par de que buscó complejizar el imaginario social sobre las raíces y el origen de estas culturas, palabra pensada así en plural para referir a Puebla como una ciudad amplia, diversa y compleja.
Resultado de esa labor es el filme La vera y muy maravillosa historia de la fundación de la ciudad de Puebla que, de la mano de títeres como protagonistas que hablan en castellano antiguo y construyen atmósferas que refieren a lo escrito en las actas fundacionales de esta urbe, ayudan a “descolonizar el imaginario social respecto a la fundación de Puebla y a la identidad poblana”.
La cinta que fue estrenada en el Teatro de la Ciudad en la víspera a la conmemoración por los 491 años de la fundación de la ciudad, resultó del trabajo de investigación que la productora y guionista hizo durante más de dos años sobre documentos fundacionales del Archivo municipal de Puebla: la Real Cédula de 1532 y la Real Provisión de 1538, ambas inscritas en 2005 en el registro Memoria del Mundo de la Unesco, y la Traza de Puebla de 1698, de Cristóbal de Guadalajara.
En el filme resuenan nombres como el de la reina de España, Isabel de Portugal, quien entregó la Cédula Real y eximió a la ciudad del pago de las alcabalas por 30 años; Marina Muñoz, la única mujer aparecida en el listado de 33 fundadores a quien le fue entregada “10 fanegadas de trigo de sembradura”; fray Toribio Paredes de Benavente, a quien los nativos llamaron Motolinía y quien se dice fundó la ciudad; o fray Julián Garcés, quien soñó a ángeles que le indicaban “un hermoso y exuberante lugar con tierra fértil, agua abundante y clima saludable”, que sería la ciudad de Puebla.
Durante una entrevista, Lucero Troncoso señala que el filme se apuesta por una idea: que la ciudad fue multicultural desde su fundación, pues en ella estaban españoles y nativos. “La complejidad de la cultura es lo que siempre ha distinguido a esta ciudad, y es algo valioso de rescatar y de subrayar”, dijo.
Acotó que aunque sea una propuesta arriesgada y compleja, la cinta llama a que cualquier espectador pueda apreciar y reconocerse en los personajes, porque “esta situación colonial del poder, del dinero, del trabajo, de los recursos, siempre ha estado visible en Puebla y en América Latina en general, por una cuestión racial”.
Así, continúa la cineasta, el racismo es algo que tristemente se puede palpar en Puebla, por lo que es algo que debe cuestionarse. Incluso, señaló, este cuestionamiento quedó claro en la investigación histórica que hizo vínculos con la realidad actual.
Otro mito que se busca derribar, continuó Troncoso, gira en torno a la idea de que el territorio que ocupa Puebla estaba “vacío” en tiempos de conquista, algo que no es así, pues es evidente la existencia de pueblos originarios que habitaban estas geografías. “Aunque no eran asentamientos ceremoniales habían comunidades, tenían un uso simbólico, un nombre, con presencia de señoríos como territorio en disputa”.
Destacó la presencia y el rescate de personajes como Marina Muñoz, así como la historia de amor con Gaspar, que si bien es ficticio en el filme, representa la metáfora de la ciudad como “hija de estas dos grandes, tres, cuatro o cinco, o muchas culturas diversas, como el mestizaje que ya venía desde España, con su propia mezcla cultural, y el encuentro que hubo aquí con las diferentes culturas”.
La también directora del cortometraje multipremiado Elena y las sombras, realizado en la técnica de Stop Motion, señaló que pensada originalmente como una obra de teatro, la contingencia generada por el Covid-19 provocó que el montaje de La vera y muy maravillosa historia de la fundación de la ciudad de Puebla fuera cinematográfico, y ya no teatral. Así, con el apoyo de la experimentada directora, actriz y guionista Susy López, el proyecto tomó a las marionetas como las protagonistas del filme.
La cinta cuenta con la producción asociada de Rafael Monroy, la asesoría histórica de Arturo Córdova, Jesús Márquez Carrillo y Refugio Gallegos; la asesoría en náhuatl de Melitón Cruz; y la asesoría en latín de Juvenal Cruz y Alejandro Marengo. Las voces son de Claudia Machorro, Luis Castillo, Víctor Prieto, Aurea Madero, Humberto Feregrino, Flavio da Conceiçao, Andrea Traconis y Gerardo Leiva.
La animación de las marionetas estuvo a cargo de las propias Troncoso y López; la restauración de las marionetas Wayang Golek, a cargo de César Cepeda y Hugo Nazareth; mientras que la fotografía e iluminación fueron de Gerardo Leiva y Nanda Cabrera, también encargada del vestuario; el diseño sonoro y la musicalización de Elena Castillo; y los escenarios de Leiva, Troncoso y Joel Cuevas.