La palabra sanitizar no existe en el diccionario de la Real Academia Española y sin embargo, actualmente se utiliza en una forma incluso abusiva por la mayoría de las personas que hablamos el español, a raíz de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 y el terror, en muchas ocasiones infundado, de llegar a padecer COVID-19 y el riesgo de morir en el peor de los casos.
Con esto no quiero decir que debamos de desatender lo referente a aspectos preventivos de esta enfermedad, sino todo lo contrario. Representa un aspecto fundamental de nuestra vida, reforzar los cuidados planteados por la Secretaría de Salud, en el sentido de evitar acudir a lugares cerrados y concurridos; toser en el pliegue del codo; evitar el saludo de manos, abrazos o besos; mantener la sana distancia; aislarnos en la medida de lo posible con salidas para llevar a cabo actividades estrictamente necesarias; lavar las manos limitando el uso de alcohol en gel a 70º GL en caso de no contar con agua y jabón; no tocar nariz, ojos ni boca cuando las manos no estén limpias; utilizar el cubrebocas (palabra que aún no es aceptada por el diccionario de la RAE pero que está en el observatorio, para una probable validación próxima, admitiéndose por el momento) y por supuesto, en la medida de lo posible, evitar el contacto con personas enfermas y no salir ante cualquier evidencia de síntomas respiratorios como catarro, malestar general, escurrimiento nasal, fiebre, dolor de garganta o dolores articulares y musculares.
Padecer COVID-19 ha evidenciado una cantidad innumerable de fenómenos que conducen a irracionales conductas que escapan del conocimiento científico y amparan el empirismo, en formas particularmente sorprendentes. En este momento solamente dirigiré la atención a la desinfección, que es el término correcto que se enfoca a eliminar microorganismos que nos puedan provocar enfermedad, en un intento por erradicar el equivocado anglicismo de “sanitizar”, palabra que se ha tomado del inglés sanitizer, que es un término cuyo significado es equivalente precisamente a desinfectar.
Reviso las estadísticas de esta pandemia y encuentro una serie de cifras reveladoras de lo que sucede, en estos momentos en los que me encuentro redactando el presente documento (5 de agosto de 2021).
A nivel mundial hay informes de 200, 586,376 casos confirmados. Este número es alarmante, aunque a decir verdad y considerando que habitamos el mundo más de 7 mil millones de seres humanos, no es tanto pues no llegamos ni siquiera al 10% de la población total. De estos, existen informes de 4, 262,114 que no constituyen ni el 10% de personas enfermas. Por supuesto un fallecimiento representa un verdadero desastre, sin embargo, estos datos permiten que visualicemos en conjunto, condiciones particularmente reveladoras de algo contundente: No todo aquel que se infecte por el virus SARS-CoV-2 va a fallecer, alcanzando un 80% de individuos que padecerán la enfermedad en formas extremas como el experimentar síntomas leves o inclusive asintomáticas no mortales (es decir que por analogía, es como el amor, que conduce en ocasiones a que sintamos falta de apetito, dolor general literalmente espeluznante, desánimo, falta de deseos por vivir, abulia y exceso de sueño que obliga a estar por horas en cama, aunque definitivamente, uno no se muere) y un 20% de personas que requerirán de oxígeno de apoyo, incluso con necesidad de intubar con apoyo ventilatorio, que en estos casos alcanza un porcentaje de mortalidad extremadamente alto que puede ser de hasta el 80% de los casos cuando se requiere respiración asistida.
En México vemos que las estadísticas son similares a las que se reflejan en el mundo. Ocupamos el décimo quinto lugar en casos, con 2, 901,094 confirmados; 242,547 fallecidos y 2, 270,427 recuperados. Proporcionalmente hablamos de un porcentaje de mortalidad de 8.36% que se ajusta a lo que se considera como esperado y nos hace ver que, pese a cualquier opinión, el manejo de la pandemia a nivel gubernamental, ha sido adecuado, le pese a quien le pese.
Pero hay conductas que son totalmente inadecuadas. El coronavirus SARS-CoV-2 como todos los agentes biológicos de este tipo, son intracelulares obligados, es decir que necesitan forzosamente del ambiente intracelular para poder mantenerse en el medio.
Pueden conservarse en el entorno por periodos que están determinados en función de la humedad que persistirá en gotas de saliva emitidos por estornudos, tos, habla, canto o gritos que en personas contagiadas mantendrán viva la cadena de transmisión. Pero es fundamental entender que si no existen las condiciones para que los virus puedan mantenerse en condiciones estables, no habrá contagios.
Ser bañado por soluciones antisépticas de origen y química inciertos o poner tapetes para desinfectar zapatos, constituyen medidas totalmente ineficaces para evitar enfermarnos y pueden condicionar falsas expectativas de seguridad que en el peor de los casos podrían generar un relajamiento de las medidas definitivamente efectivas para limitar los contagios.
En este sentido, probablemente la acción más importante para controlar la pandemia sea el lavado de las manos con agua y jabón, pues es precisamente este elemento (el jabón), lo que destruye la envoltura del virus, condicionando su desintegración.
Por último, la utilización exagerada de sustancias como el Hipoclorito de Sodio, conocido vulgarmente como “Cloro”, no solamente es ambientalmente nocivo sino potencialmente tóxico cuando se utiliza con frecuencia y en concentraciones no controladas. Teniendo esto como factor de consideración, medidas como las que universalmente son propuestas para evitar contagios (sana distancia, lavado de manos, toser y estornudar en el pliegue del codo, evitas aglomeraciones, etcétera) junto con la vacunación, serán a la larga las principales medidas para controlar esta pandemia que nos mantiene a todos con altos niveles de tensión, desesperación, incertidumbre y hartazgo. La sanitización es tan errónea como el hecho de constituir un anglicismo que no debe de ser aplicado en nuestro lenguaje cotidiano ni en nuestra vida común y corriente, hablando en términos de la lógica y el sentido común.
Comentarios: [email protected]