Tres guardabosques fueron asesinados en San Salvador El Verde mientras que un cuarto fue herido de bala en las primeras horas del domingo 25 de febrero. Rascaban una zanja en la zona boscosa de la comunidad de San Andrés Hueyacatitla para evitar el paso de los vehículos que los talamontes usan para robar la madera. Lo sucedido obliga no solo a pedir justicia para las personas asesinadas, sino mirar hacia el tema forestal, que en los últimos años ha estado ausente, no solo de las estrategias con miras a preservar y/o recuperar los bosques, sino a sino a vigilar la tala ilegal de los mismos y desmontar los grupos delictivos que operan con total impunidad.
Son generalmente los propios comuneros y ejidatarios poseedores de los bosques los que en gran medida buscan proteger las zonas boscosas de la depredación de las bandas delictivas. Lo sucedido es claro ejemplo de ello y revela el peligro que corren los que buscan proteger los bosques, así como la ausencia de las autoridades para enfrentar los delitos ambientales.
Los propios pobladores reunidos en la plaza central señalaron a las autoridades que no cuentan con una estrategia para combatir la tala ilegal de árboles y que el resguardo de los mismos ha sido prácticamente delegado a los pobladores, quienes carecen de las herramientas y conocimientos necesarios para realizar dicha labor. Después de los hechos agentes de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano llegaron y pusieron en marcha un operativo de búsqueda para dar con los responsables, situación que no prosperó.
Incluso, a diferencia de años anteriores desapareció de la estadística delictiva, la relacionada con la tala clandestina y la recuperación de madera, así como la estrategia de seguridad asociada a la tala clandestina y que implicaría la coordinación de las autoridades ambientales en los diferentes órdenes de gobierno.