Dentro de mis principales fuentes de información tengo predilección por la lectura del periódico, así que mientras me disponía a iniciar la lectura del mismo, correspondiente al martes 9 de abril, me resultó sorprendente que, como noticias, predominaran tres temas con opiniones tan contrastantes que difícilmente se podría aportar algo nuevo, original, notable o trascendente; sin embargo, me originaron una serie de pensamientos en relación a tales publicaciones.
En los últimos años, es una constante, sobre todo en redes sociales, que las personas emitan juicios de temas que no dominan y lejanamente comprenden. Es por ello que una buena cantidad de divulgadores de noticias (que no es lo mismo que periodistas), durante y después de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 se han expresado como médicos y peor aún, como epidemiólogos. Así mismo, con el paso del huracán Otis por el Estado de Guerrero, tocando tierra en Acapulco, opinaron como meteorólogos. Con la actividad del volcán Popocatépetl emiten juicios como vulcanólogos. De la paridad monetaria, específicamente del peso con el dólar hablan como economistas y así se puede percibir que abundan comentarios que invitan más a la confusión que a la aclaración de ideas y conceptos.
Es muy poco lo que yo puedo aportar teniendo todo el cuidado de no caer en la emisión de opiniones que brinden una información falsa y que sea realmente veraz, oportuna, útil y sobre todo interesante.
Vivir y apreciar visualmente un eclipse total de sol es una experiencia fascinante que en el año de 1991 pudimos disfrutar en la Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Baja California Sur, Nayarit, y Chiapas. Sin embargo, más allá de lo que se ha escrito sobre el último que tuvo lugar el 8 de abril de este año de 2024, me resulta realmente conmovedor que los astrónomos puedan predecir con una puntual exactitud el momento y la trayectoria de estos fenómenos naturales.
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La astronomía contemporánea utiliza modelos matemáticos avanzados, observaciones precisas de la mecánica celeste, tablas astronómicas detalladas que contienen información de las órbitas estelares, cálculos computacionales, patrones repetitivos de series de eclipses, observaciones históricas y modelos astronómicos, para predecir eclipses con gran exactitud, con años, décadas e incluso siglos de anticipación; pero me llena de emoción que civilizaciones antiguas tenían una admirable comprensión de los eclipses e inclusive los podían también predecir, con la sencilla herramienta “tecnológica” de la observación del firmamento.
Este avance de conocimiento resulta espectacular, pero también nos confronta con nuestra pequeñez, en un momento en el que debemos humildemente aceptar la incapacidad de predecir la totalidad de eventos como terremotos, erupciones, la caída de un meteorito o la llegada de una pandemia.
Esto me lleva a analizar lo que sucede con los debates electorales cuando se consideran sucesos cruciales en el proceso democrático, mientras en México se contraponen a lo que originalmente se concibieron, en una especie de copia mala del primer debate que tuvo lugar en el año de 1960 entre el candidato presidencial demócrata John Fitzgerald Kennedy (1917 – 1963) y el candidato republicano Richard Milhous Nixon (1913 – 1994). En esa época, la televisión era un medio de información de una utilidad política incuestionable, que ahora se va modificando por la información que se puede hallar a través de internet y que pone en tela de juicio el valor actual de la denominada “pantalla chica”.
Los debates electorales difícilmente van a cambiar la intención del voto con el agregado nada despreciable de que son extremadamente costosos. Inutilidad; precio absurdamente elevado; orientación más que informativa, descalificadora y desplazamiento de medios tradicionales de información por modernos métodos de notificaciones hacen necesarios otros métodos de política que se deben de aplicar.
El 5 de abril de este 2024 se dio el asalto a la embajada de México en Ecuador, cuando fuerzas policiales y militares ecuatorianas irrumpieron violentamente en la embajada mexicana en la ciudad capital Quito. El trasfondo de este suceso se generó por una serie de tensiones entre ambos países, para capturar al exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, sentenciado por casos de corrupción y que, desde el 17 de diciembre de 2023, permanecía refugiado en la embajada, donde se le había concedido asilo político unas horas antes del asalto.
Más allá de todo problema diplomático, me resulta impresionante cómo el nombre de México se ha vuelto universal, con un apoyo de todo el mundo a nuestro país, lo que se capitaliza en algo positivo. Es curioso cómo la decisión del gobierno de romper relaciones diplomáticas ha sido apoyada por casi todos los mexicanos, incluyendo a muchos que desaprueban la gestión del actual presidente Andrés Manuel López Obrador. En este orden de ideas, independientemente de desconocer las leyes emanadas de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, en el supuesto de que de repente alguien irrumpiera en mi casa, en un allanamiento de un carácter extremadamente violento, pienso las opciones de respuesta y evidentemente no serían cordiales sino todo lo contrario.
Como sea, efectivamente la visión de lo que vivimos genera aspectos que además de interesantes son sorprendentes y que definitivamente están marcando una época de la que podremos hablar en el futuro.
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