Atlixco. El Popocatépetl en los últimos cuatro días despertó la curiosidad, y por momentos sospechas, de quienes viven aquí. Sobre todo porque las fuertes explosiones generaron vibraciones en puertas y ventanas.
Del “¡es normal no pasa nada!” al “¡no maches estuvo fuerte la explosión!”.
En éstos dos extremos pasean miles de atliscenses a propósito de esa constante actividad del también conocido como Don Goyo.
Por igual ocurre en la madrugada, en las noches o apenas saliendo el sol. Pero el ritmo es prácticamente el mismo: el eco del estruendo y el zangoloteo por milésimas de segundos de los vidrios. Algunos de éstos últimos rotos, aseguraron vecinos.
Después la incesante caída de la ceniza. Avasallante, molesta y ya hasta parte del ambiente local en las últimas dos semanas. Frente a esa realidad un grupo importante de habitantes asumieron una postura por momentos con cara de preocupación.
“Sinceramente no es por el peligro del coloso porque aparentemente está monitoreado. El dilema, y eso está claro, es saber si la logística en caso de una contingencia será en estos momentos la adecuada”, coincidieron entrevistados por este diario.
El espectáculo
Joan Sebástian es un joven atliscense promotor de los recorridos turístico locales. Prácticamente todos los días trabaja en el zócalo de la ciudad. Y tiene un parámetro muy claro de visitantes y de lugareños sobre la inquietud del coloso:
“De entrada la pregunta básica sobre si tenemos miedo o estamos preocupados. La verdad nuestra gente está muy acostumbrada al asunto. Ya no estamos en alerta por la salud. Por ejemplo, familiares alcanzan a avisarte ya viene la ceniza y primero, y por encima de casi todo, dices !es cierto, la ropa!”, destacó el joven a La Jornada de Oriente.
Dijo los turistas tienen dos posturas en cuanto a las explosiones originadas en el cráter: “unos sí tienen miedo al detectar una fumarola fuerte. Y preguntan en caso de una erupción podría tocarles o cuánto tiempo tienen para salir de Atlixco. Incluso hasta dejan en claro no dormirán aquí”.
Y otros, recalcó, mantienen un interés por el comportamiento de la montaña. “Además de rechazar alguna posibilidad de dejar de venir a la ciudad por ese tema, plantean sus ganas de estar cerca, quizá en el cerro de San Miguel, para disfrutar una explosión y observar la salida del material incandescente”, finalizó.