Hasta hace algunos años los abuelos estaban tan influidos por la milenaria teoría de los humores que a las personas irritables las calificaban como biliosas. Cuando alguien se disgustaba por alguna razón, se decía que se les había “derramado la bilis”, que habían hecho un “bilión” o que la mala conducta reiterada de los chamacos les hacía “pegar puras bilis”.
—Ay Chonita, pa´ que le cuento a usté, pero con este muchacho “manganzón” está uno para puras bilis. Nomás no quiere trabajar, parece “señorito”, no le acomoda ningún trabajo. Él sólo quiere irse al billar con sus amigos, que son otros vagos iguales. No se crea usté, me preocupa que va a ser de su vida cuando faltemos nosotros. Y no le quiero decir a mi marido, porque el chamaco es “retobado” y retador y no vaya a ser…
—¡Ni Dios lo quiera! Tinita, llévelo con el padre Froilán, pa´ que hable con él y lo meta en razón. No que le hace pegar unos “biliones” y lo peor es que se los aguanta y se le va a derramar la “bilis”. Usté tiene que cuidarse.
De acuerdo con la antigua teoría hipocrática todos los seres humanos estamos conformados por cuatro sustancias denominadas humores: sangre, flema o pituita, bilis amarilla y bilis negra. Estos humores se encuentran presentes en cada uno de nosotros y el predominio de alguno de ellos ocasiona un tipo de temperamento determinado que distingue a cada ser humano como: “sanguíneo”, “flemático”, “colérico” y “melancólico”. Según esto, las personas con predominio de lo “sanguíneo” son simpáticos y sociables; los “flemáticos” son personas serias, calmadas y racionales; los “biliosos amarillos” son coléricos, de “mecha corta” y malhumorados y en aquellos que predomina la bilis negra son melancólicos, depresivos o tristones como guajolotes con “angurria”, etc. Los humores tenían una relación cercana con los 4 elementos: fuego, aire, agua y tierra, con sus correspondientes cualidades: caliente, frío, húmedo y seco.
El desequilibrio de estos líquidos en cada persona conducía a enfermedades, por lo que los tratamientos médicos se enfocaban a restablecer la armonía perdida. Son la sangre y la bilis negra en exceso las principales causas de las enfermedades. ¿En qué consistían los tratamientos correctivos? En el caso de algunas enfermedades cardiacas, pulmonares o en algunos casos de hipertensión el “Nuevo Diccionario Médico Larousse”, publicado en el año de 1956, recomienda todavía la aplicación de sangrías; es decir, la extracción terapéutica de sangre ya sea general, que consiste en punzar una vena importante y provocar un sangrado controlado por el médico o bien sangrías locales en las que se utilizan sanguijuelas que se recolectaban en los arroyos y se sometían a un “ayuno purificador” de 6 meses para poder usarlas. El oficio de barbero flebotomiano, practicante de algunos procedimientos quirúrgicos, estaba confiado a estas personas que en las plazas de pueblos y ciudades y a la vera de los caminos lo mismo afeitaban, que drenaban los abscesos, sacaban una muela o aplicaban sangrías, como refiere Cervantes en El Quijote. Lo curioso es que esa teoría, con plena vigencia en el mundo grecorromano, predominó por mucho tiempo hasta el siglo XIX en el que aparece la teoría de la patología celular que atribuye a los microorganismos las causas de muchas enfermedades.
Fueron los flebotomianos o sangradores quienes practicaban el arte de las sangrías o hirudoterapia llamada así por la hirudina y otras sustancias anticoagulantes, vasodiltadoras, antibacterianas, antiplaquetarias y anestésicas que contiene su saliva y que hace indoloro el procedimiento, aunque a algunos les provoquen “ñáñaras” tener pegados los gusarapos en el pellejo. Si bien las sangrías han dejado de ser una panacea y utilizarse para cualquier afección, sus usos médicos actuales, en ciertos padecimientos, han demostrado un gran éxito, sobre todo en aquellos casos de congestión venosa posoperatoria y también su aplicación en enfermedades de las áreas de urología y angiología.
Los productores de sanguijuelas de la especie Hirudo medicinalis tienen criaderos que dependen de grandes empresas situadas en Inglaterra, Francia y Estados Unidos; cada gusano “chupador” tiene un costo aproximado de unos 8 dólares y existe una eficiente distribución de los animalitos, aunque las demoras se deben a los trámites que imponen los países importadores. Actualmente, para subsanar el alto costo de las sanguijuelas y los trámites farragosos de su importación, el bioterio del Centro de Investigación Biomédica de Occidente del imss, situado en la ciudad de Guadalajara, tiene un programa para la reproducción de esta especie y así abastecer la demanda nacional.
La bilis negra, a la que se le atribuía un temperamento melancólico, cuando se encontraba en exceso provocaba que las personas de volvieran “tristonas”, apáticas o presas del “loco amor”, lo cual se consideraba que estaban cercanas al pecado de la carne que condena el ánima y provoca la lujuria. La melancolía abarcaba todo este estado de ánimo, esta condición llamada también “mal de amores” y producía en las personas afectadas un embeleso que comprometía los sentidos, provocaba desvaríos, arrobamiento y trastornos diversos. Los melancólicos sienten que “no los calienta ni el sol”, en lo físico y en lo espiritual. En muchas ocasiones se consideraba una enfermedad mental y se sometía a los pacientes a diferentes tratamientos que iban de acuerdo a la severidad del cuadro clínico, desde ponerles música, hacerlos bailar y cantar para disipar su melancolía, hasta ser sometidos a exorcismos, in extremis, por considerarlos poseídos por el chamuco.
Desde hace muchas décadas en México se ha venido practicando una incesante sangría que algunos desmemoriados han borrado de sus cabecitas, ya sea porque su memoria es flaca, porque les parecía lo normal o porque de alguna manera les salpicaba el dinero mal habido. Las grandes sanguijuelas, con total impunidad, han drenado importantes volúmenes de la sangre de nuestro país, aunque las pequeñas y miserables succionan los vasos de menor calibre y son igualmente dañinas. Muchas de ellas, saciadas temporalmente, esperan seguir chupando… de las arcas públicas.
En mi México querido
tenemos desde hace mucho
un siniestro animalucho
que la sangre le ha sorbido.
Aunque algunos han creído
que esto debe ser normal,
no falta a quien le da igual
y a algunos más les salpica,
con lo cual se justifica
esta postura inmoral.
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La muerte está en un aprieto
¿qué hará con tanto difunto?
pues del Covid, yo pregunto,
si el panteón quedó repleto
pero ya tienen boleto
y en lugares preferentes,
aquellos expresidentes
Salinas, Fox y Zedillo
fecal, Peña…puro pillo
¡sanguijuelas indecentes!