Miércoles, septiembre 18, 2024

De derecho a derecho

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Nuevamente el Instituto Nacional Electoral acaba de fallar, limitando tanto a las llamadas corcholatas, como al mismo presidente de la República, para que limiten sus actos proselitistas, los primeros, y dejar de aludir a Xóchitl Gálvez, el segundo. Son distintas las razones, pero ambas cuestionables en tanto vulneran el derecho a la manifestación y a la libertad de expresión. Por lo menos a esa conclusión llegó en lo personal.

Sobre el particular, en días pasados escribía y publicaba un sintético comentario, que ahora comparto. Decía: Una de las premisas y razón de ser de los partidos es la acción y ella se hace de manera cotidiana y con la población, otras cosas son las limitaciones impuestas por el INE, en tiempos no electorales. El proselitismo no necesariamente es sinónimo de búsqueda de votos. Ahora explico lo que apretadamente mencionó en el texto anterior.

Entre otras cosas, el artículo 41 Constitucional señala que:

“Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, fomentar el principio de paridad de género, contribuir a la integración de los órganos de representación política, y como organizaciones ciudadanas, hacer posible su acceso al ejercicio del poder público…”

Un elemento consustancial de los partidos es la acción política con y entre el pueblo, de manera cotidiana, permanente, diaria, no solo en tiempos de elecciones. Lo electoral es solo un mecanismo de lucha, de acceso a los puestos decisorios y de representación popular. No es entonces el centro, sino una parte, importante, sin duda, pero no es el todo.

La acción política implica la lucha por avanzar en un proyecto político que se dan todos los días y que, ahora corresponde a dos proyectos antípodas de Nación que, para las condiciones actuales, se expresan en la disyuntiva: vuelta al pasado neoliberal y conservador o a la continuidad con cambio, representada esto último en la 4T, aunque pueda tener un sesgo de izquierda. En ambos polos se ubica como centro de la acción, el planteamiento del programa y las iniciativas proselitistas, las mismas que realicen los partidos y otras expresiones de la sociedad civil.

El proselitismo no es exclusivamente la disputa por ganar votos, hacerlo así, sería limitar su concepción y alcances. De ahí la incomprensión del organismo electoral cuando determina limitar la actividad de quienes pretenden alcanzar la Coordinación Nacional de la Cuarta Transformación a principios de septiembre. Se vulnera así el derecho de manifestación y reunión.

El otro elemento cuestionable es la libertad de expresión. Bien dice López Obrador que, durante decenas de años, hubo una sola voz predominante, la de los hombres del poder, la de la oligarquía financiera y sus instrumentos políticos y mediáticos. Hoy hay contrapeso, con plena validez y se reacciona para maniatar o mejor dicho para poner un bozal a quien pretende debatir con la derecha y sus voceros. El valor de las mañaneras es precisamente darle voz al actual grupo en el gobierno. No necesariamente podemos estar de acuerdo en todo lo que se dice, pero tiene derecho a hablar y refutar.

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