Miércoles, enero 15, 2025

De brujas, hechiceras, aquelarres y sabbats

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El nombre Brujas viene del neerlandés Brugge; en francés, Bruges, ciudad belga que no cuenta con salida al mar, capital de la provincia de Flandes Occidental, situada en el extremo noroeste de Bélgica a 90 km de la capital Bruselas. Su nombre proviene del germánico occidental brug que significa puente, muelle, atracadero; Bryggia en plural.

En la Grecia Antigua eran comunes los personajes masculinos y femeninas hechiceras como en la tragedia Medea de Eurípides, uno de los tres grandes poetas de la antigüedad donde Medea le da un ungüento contra el fuego a su esposo Jasón para que se lo unte en todo el cuerpo, y así, sea capaz de enyugar a los toros con patas de bronce que respiraban fuego, y que necesita para arar el campo que Eetes le había solicitado arar a cambio del Vellocino de Oro.

La brujería es un sistema de creencias de origen precristiano de las culturas indoeuropeas, en donde el mundo se entiende desde la observación y entendimiento de la naturaleza y su espíritu dual. Las brujas creían que existe un dios y una diosa, de manera equilibrada, como existe en el cielo el Sol y la Luna. Pero no todos los sistemas de creencias que manejan energía son considerados brujería. Por ejemplo, existen sistemas, como dioseros, chamanes, buduistas, santeros, palomayombe, etc. que, si bien provienen de culturas con un fuerte misticismo, no se consideran brujos ni su práctica brujerías.

Las brujas son raras en la Biblia; dos son los reyes de la Escritura que las nombran: Manasés que practicó adivinación y Osías que eliminó todo eso, además de Moisés que las condenó. ​Sin embargo, se alude que Saúl consultó a una bruja en En-Dor, para hablar con Samuel ya muerto. ​Es difícil concretar una visión exacta de la brujería en la antigüedad ya que en ese tiempo era reprobada, temida o prohibida por amplios sectores de población.

En la Edad Media en Europa a la bruja se le denomina maléfica, en latín. Las diferencias entre hechicera y bruja se dan según la relación que guardaban con el poder oculto y maligno; la hechicera, conocida desde la antigüedad clásica, invocaba y se servía del poder demoniaco para realizar sus conjuros en la ciudad. La bruja hacía un pacto con satán, renunciaba a su fe y rendía culto al diablo, ésta desarrollaba su actividad en el ámbito rural y fueron las principales víctimas de la caza de brujas durante tres siglos, entre 1450 y 1750.

El paso de la hechicera a la “bruja satánica o aquelárrica”, se produjo en Europa a lo largo de los dos siglos finales de la Edad Media. El personaje de la Celestina, de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida a Fernando de Rojas que se remonta a los últimos años del siglo XV, es un ‘híbrido’ entre bruja y hechicera, porque vive ‘rodeada de ponzoñosos ungüentos y de fórmulas mágicas cuyo poder residía en la fuerza del lenguaje’ pero ‘puede además disparar el terrible dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos, conjura y obliga al mismísimo satán’.

El aquelarre es una congregación de brujería y existían antes de nuestra era en rituales de invocación y adoración a Lucifer. La palabra aquelarre es castellana y deriva de la voz vasca akelarre: del euskera aker, macho cabrío, y larre, prado por lo que significa el ‘prado del macho cabrío’ ya que se creía que el diablo se hacía presente en medio de las brujas con la forma de ese animal, exclusivamente en ese lugar. La palabra se asimiló al idioma castellano y, por extensión, acabó por referirse a toda aquella agrupación o reunión de brujos donde se realizan ritos, hechizos o conjuros. El aquelarre, también llamado antiguamente sabbat, ya existía en las creencias religiosas precristianas. Los actos de invocación y adoración a Lucifer eran frecuentes en el paganismo antes de Cristo.

Según las actas acusatorias de la Inquisición, la época de máximo apogeo de los aquelarres en España fue a finales de la Edad Media y principios del siglo XVIII, pero el término parece haber sido acuñado a principios del siglo XVII. Algunos estudiosos de brujería como Mikel Azurmendi, G. Henningsen y Anna Armengol, defienden la posibilidad de que la palabra aquelarre no proviene de un vocablo vasco ancestral como se cree, sino que se trató de una deliberada construcción culta, emanada del lenguaje jurídico de esa época. Henningsen asegura que fue el 14 de febrero del año 1609 en el Tribunal de Logroño, cuando, al recibir a un nuevo grupo de presos de Zugarramurdi, aparece por primera vez escrito en actas. El responsable fue el inquisidor Juan del Valle Albarado con el significado arriba descrito de ‘prado del macho cabrío’; por eso se le suele asociar a la presencia maligna de una cabra negruzca de apariencia macabra. En un aquelarre satánico, se experimentan una serie de etapas: la convocatoria; el homenaje al diablo; la misa negra y la orgía y por último, se celebraba un banquete.

En el caso del antiguo término sinónimo, sabbat, su significado más oscuro se relaciona con los ancestrales prejuicios antisemitas. Como la religión judía santifica el séptimo día de la semana, el sabbat, como jornada de descanso obligatorio, algunos gobernantes cristianos de la Edad Media conectaron el asueto del judaísmo con la actividad satánica y la brujería. Originalmente, el Sabbat es un día santo en la religión judía, en el que se exige el descanso de los feligreses; esto fue malinterpretado por el movimiento cristiano, alegando que en dicha festividad los judíos se dedicaban a la adoración de figuras satánicas y a la invocación de Satanás, con el fin de generar descontento hacia las personas que estuvieran de algún modo relacionadas con las prácticas judías, basado en el desprecio de las bases doctrinales de dicha religión. Y así fue como se acusó a innumerable cantidad de judíos, de ser adoradores del diablo. Para apoyar esta tesis, los cristianos afirmaban que la celebración de ese día sagrado, que comienza en el atardecer del viernes hasta la aparición de tres estrellas en la noche del sábado, consistía en una reunión clandestina de brujas y hechiceros en la que se llevaban a cabo sacrificios humanos en honor a lucifer.

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