Ese dolor verdad que acuchilla el cuerpo
que abre en canal el asombro,
un día aparece
se revela, es astilla de cristal
vagabundea por cada recodo
de las venas, derriba los muros
de las sienes, las rejas del pudor.
No tiene precio ni luce
en vitrinas dormido el animal.
Vale porque te inflama,
se atora como nudo de palabras
y si al azar te mira,
si te adivina por obvio,
entonces te sientes pobre
no encuentras qué dar
quizás la promesa de soñar
a quien, aunque enamora,
nada cierto promete.
De amor herido, das de ti
el arrojo al abismo donde todo acontece.
Quien mata de amor al enamorado
lo ve caer con los ojos abiertos de rabia.
Ricardo Landa, mayo de 2024.
(Foto, Tamara Dean, Australia)