La danza de los Moros es una danza con más de 300 años de haberse asentado en Chila de las Flores, que ha permanecido y sigue viva, vigente, con el interés de las nuevas generaciones en formar parte de los “moros” o de los “cristianos”, personajes ricamente ataviados con una colorida vestimenta que resalta por sus plumas, lentejuelas, espejos y chaquiras, elementos que, a su vez, reflejan la cosmovisión mesoamericana.
Parte de esa riqueza puede ser vista y conocida en el video producido por la Secretaría de Cultura de Puebla y montado en el sitio ttps://contigoenladistancia.cultura.gob.mx, en el que el profesor Ramiro Sarabia Zurita narra sobre esta “danza teatral” que se interpreta durante la fiesta patronal de este municipio mixteco.
También conocida como La destrucción de Jerusalén, cuenta el también director de la agrupación, la pieza llegó a Chila de las Flores entre los años 1650 y 1700, según narran los abuelos de la comunidad.
En el video señala que fue un sacerdote llegado a la comunidad mixteca quien comenzó a enseñarla y a montarla. “En estos más de 300 años, es una obra que sentimos como nuestra”, dice Sarabia Zurita.
En la pieza, continúa, se representa un momento de la historia que es la base de su discurso artístico: la destrucción de Jerusalén a cargo de los romanos, en el año 70 de esta era en común.
Por tanto, en ella aparecen las “legiones” cristianas de Roma y moras de Jerusalén que destacan por el uso de espadas en los primeros y, en los segundos, por coloridas vestimentas en las que aparecen elementos de la cultura mesoamericana como el dios Quetzalcoatl.
En esta, una de las danzas teatrales más representativas de la región, participan alrededor de 30 hombres y una niña que representa a la virgen, en este caso en su concepción de santa María de la asunción, patrona de Chila de las Flores.
“Antes de los años 90 -del siglo anterior- la danza se presentaba en la población con un escenario que llamaba a la participación. Hoy en día se pone una carpa. Antes, la autoridad en turno daba comisiones, se elaboraba el trono de Pilatos y el trono de Vespasiano, se andaban consiguiendo apoyo para poner la “sombra”, que era donde iban a actuar”, cuenta el profesor Ramiro Sarabia.
De manera anecdótica, señala que incluso él, cuando tenía unos ocho o 10 años, sus papás lo enviaban a las tres o cuatro de la mañana para poner sus propias sillas, ganar un buen lugar y poder ver la obra completa.
En ella, prosigue quien también fue danzante de la agrupación, se presentan tres danzas: una polka y dos chotis. “Las danzas son cansadas y se ensaya durante un mes, se organizan los personajes y se integran los más jóvenes”.
Sobre este punto, enfatiza que es necesario que la danza de los moros se transmita hacia los más jóvenes de Chila de las Flores.
Afortunadamente, indica que este sector ya tiene experiencia y apoya en el montaje. “Los nuevos que entran no son ajenos a ella, en años anteriores han visto la obra. Hay adolescentes de 14 o 15 años que ya quieren participar en la danza”.
Apunta que, como director, en lo que más está al pendiente es que los participantes no cambien los parlamentos, pues éstos están escritos en verso, de manera poética, por lo que tienen rima, siendo así que si cambian palabras se pierde esa rima y esa musicalidad.
“Cuido que digan las palabras como son y no se pierda la rima, y a través de los años se pierda la originalidad de los parlamentos de esa obra”, afirma.
Memorioso, Ramiro Sarabia señala que por lo menos un 90 por ciento de la población de Chila de las Flores ha visto y ha participado, aunque sea una vez, en la danza.
De paso, que una sola presentación puede tener hasta tres mil espectadores, como ocurre en el Huey Atlixcayotl que este 2020 no pudo realizarse por la contingencia causada por el Covid-19.