Alejandro Marcó del Pont El Tábano Economista
Pobres, lo que se dice pobres, son los que no saben que son pobres
Eduardo Galeano
La pregunta con la que abre este texto es un tanto complicada. Un poco más complejo le resultó a Galileo, debo reconocer, cuando la Iglesia le solicitó las magnitudes del inframundo para precisar cuántos demonios podía albergar.
Más allá de la estrechez de los datos hay que tomarlos con gran cautela. Por ejemplo, si lo restringimos a las personas que viven con menos de un U$S 1 por día habría 1.000 millones de pobres en el mundo; con menos de U$S 2, unas 2.800 millones y con menos de U$S 2.5, sería pobre la mitad de la población mundial, 3.700 millones. Así que, necesitaríamos 1.687.853 personas sentenciadas a la miseria para producir un rico en el mundo. Para entrar en la lista de 2208 multimillonarios de Forbes es necesario tener al menos U$S 1.000 Millones.
Pero no todos los países son homogéneos en su producción de opulencia. Brasil el gigante sudamericano tiene 41 multimillonarios (con unos U$S 175 MM) y gracias a las gestiones del gobierno golpista de M. Temer, los pobres rondan los 52 millones, el 25.4% de su población. Para generar un rico en Brasil necesitan condenar a la pobreza a 1.238.095 personas.
Argentina, según Forbes tiene 9 multimillonarios (U$S 15.6 MM); las cifras del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina nos dicen que hay 19.2 millones de personas en condición de pobreza, el 54.6% de la población. Estos números llevan al índice productor de opulencia (IPO) de 1.466.666 personas, relación que deja ver que la distribución del ingreso en la Argentina es más conveniente que en Brasil, porque se necesitan sacrificar más personas a la miseria para crear un rico.
Unos 600 millones de jóvenes en el mundo no trabajan, no estudian ni participan en ningún programa de formación. De los mil millones de jóvenes que entrarán en el mercado laboral en la próxima década, se prevé que sólo el 40 por ciento logrará encontrar un empleo disponible. Pero 218 millones de niños de 5 a 17 años están ocupados en la producción económica mundial, en África uno de cada cinco, en América uno de cada diecinueve. Aparentemente el problema necesita otro abordaje.
Con los datos de Forbes acerca del crecimiento de multimillonarios a lo largo de los últimos dieciocho años notamos que la mayor aceleración se encuentra después del colapso económico del 2008. Y sorprende el reparto sectorial del incremento de riqueza. En Brasil, de sus 41 multimillonarios hay once que guardan relación con las finanzas (U$S 57.6 MM). En la distribución de la riqueza casi el 40% de los ricos de Brasil son banqueros o cerveceros (productores de cerveza U$S 56.6MM).
El contrato social de la posguerra se rompió, “se sabía que los más favorecidos, se quedarían con la parte más grande de la torta, a cambio la mayoría, tendrían trabajo asegurado, cobrarían salarios crecientes, estarían protegidos frente a la adversidad y la debilidad, e irían poco a poco hacia arriba en la escala social. Un porcentaje de esa mayoría pasaría la frontera social imaginaria y llegaría a ser parte de los de arriba: la clase media ascendente”.
La prosperidad económica desde los ochenta ha aumentado, pero el bienestar de la mayoría no, así lo expresan las encuestas mundiales. La ruptura del contrato social generó mayor desigualdad, se fracturó el pacto generacional, la llamada curva del Gran Gatsby,donde las oportunidades de los descendientes de una persona dependen más de la situación socio-económica de sus antecesores que del esfuerzo propio.
La pobreza es multidimensional, está ligada con la salud, la educación, las condiciones de vida (gas, luz, agua potable, cloacas, transporte, etc), según la definición del Índice Multidimensional de Pobreza del PNUD, que contiene, la desigualdad del ingreso, indicador que ha dejado pasmado al mundo por su concentración durante los últimos 10 años.
El Banco Mundial mide la pobreza extrema con U$S 1.90 por día, otra cifra por encima de esta produciría pobres, pero menos extremos. Ante el crecimiento de la población mundial, la pobreza ha disminuido, pero también es cierto que vivimos peor.
En el año 2005, la ONG Oxfam en su informe anual anunciaba que el 1% de los más ricos del planeta se quedaba con el 48% de la riqueza mundial. Vaticinaba cifras siniestras donde en el año 2016 el 1% de los ricos se almacenarían el 50% de la riqueza y el 2019 podrían llegar a la impensable cifra de 54%. Las profecías se quedaron cortas, en el 2017 el 1% de los más ricos se apoderó del 82% de la riqueza mundial.
No es el peor de los datos, la mitad de la población mundial, 3.700 millones de personas, no se benefició en nada, “0”, de la riqueza generada. Desde el 2010 las ganancias de los ricos aumentaron el 13%, mientras que los sueldos lo hacen al 2%. Sólo en el 2017 la riqueza de los multimillonarios se incrementó en U$S 762.000 millones, cifra suficiente para terminar seis veces con la pobreza extrema.
Sólo ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo, 3.700 millones; la relación aquí sería 462.500.000 de miserables para generar un rico. Es la diferencia desmedida de la riqueza, y el empobrecimiento colectivo, ciudades arruinadas, pueblos abnegados, escuelas destruidas, hospitales destrozados, desempleo juvenil, fracaso colectivo de la voluntad, y todo es austeridad, ahorro, abstinencia, privación debido ¿a qué? Hace mucho convivimos con la sobriedad y generamos una mayor tasa de crecimiento de la riqueza para los más ricos.
Toleramos sumisamente aumentos de los combustibles, de los servicios, aceptamos tener una mala salud, una pésima educación, que se interrumpa la movilidad intergeneracional, la depresión, el alcoholismo, el juego, la falta de futuro. Y admiramos a los ricos, naturalizamos la desigualdad. “Esta disposición a admirar, y casi a idolatrar, a los ricos y poderosos, y a despreciar o ignorar a las personas pobres y de condición humilde [… ] la principal y más extendida causa de corrupción de nuestros sentimientos morales” (Adam Smith; Teoría de los Sentimientos Morales).
{Nota: Los cinco hombres más ricos de México no dejaron de aumentar sus riquezas durante el último sexenio. En la lista están Carlos Slim Helú con 94 mil 200 millones de dólares, Germán Larrea con 79 mil millones, Ricardo Salinas Pliego con 13 mil 40 millones, Alejandro Baillères con 6 mil 890 y Juan Beckmann Vidal (dueño del Tequila Cuervo) con 7 mil 290 millones. En 2023, las cinco personas más ricas de México aumentaron su riqueza en 48,000 millones de dólares}
Nos hemos vuelto insensibles a los costes humanos de las políticas sociales. Ser receptor de asistencia pública, sea en forma de ayuda para los hijos, despensas, seguro de desempleo, o de otro tipo se transformó en una marca de Caín: un signo de fracaso personal, muestra que esa persona se había escurrido por las grietas de la sociedad. Se equiparan a políticas de caridad del siglo XIX que, durante 150 años, la humanidad trató de abolir por degradantes y hoy estamos en el mismo punto.
Devolver la autoestima a los perdedores de la sociedad fue una plataforma central de las reformas sociales que marcaron el progreso del siglo XX. Hoy no importa la cantidad de pobres para crear un rico, importa que estamos llenos de pobres con lentes de opulencia.
Extracto de: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/07/14/ México con datos de Blomberg.
También puedes leer: El espíritu de Espartaco
Lo que nos ha costado tener un “líder” eterno
Fibra sindical*
Quien llegó en 1976 por dos años como secretario general en medio de una aplastante rebelión de los telefonistas contra el charro anterior, Salustio Salgado, llegó para quedarse: ya lleva en el cargo 48 años consecutivos, y todavía va por más. “De aquí solo me van a sacar con los tenis por delante”, así lo manifestó en la década de los noventa del siglo anterior, y lo está cumpliendo.
El meteorito del hartazgo de los telefonistas
Ya lleva 12 reelecciones donde la constante es el apoyo que le da la empresa para que siga al frente del sindicato; hay largos períodos de votación que desde 1976 se fijaron en 15 días, cuando para elegir al presidente de la República se requiere solo un día de votación (¿qué tiene de especial el sindicato que se requiere tanto tiempo para votar?); el cómputo final se realiza por la Comisión Nacional Electoral electa en una convención y no mediante el voto secreto, libre y directo, es decir, se forma una comisión a modo. Además, siempre se han utilizado los recursos del sindicato para favorecer a la planilla verde, etc.,
Algunos compañeros creen que Hernández Juárez anteriormente era un buen secretario general. Esto es falso. Las conquistas que se lograron después de 1976 fueron producto de la fuerte etapa de movilización que mantuvimos durante los años setenta y ochenta. La reducción de los años de servicio de 33 a 31 se produjo cuando se privatizó la empresa. Los dueños hicieron esa concesión, pero no fue por obra y gracia de Hernández Juárez.
Haciendo el balance de toda su gestión, lo único nuevo que se pactó fueron la Ayuda para Gastos Educacionales en 1990 gracias a la presión que ejercieron los compañeros democráticos que había en la comisión revisora, pero no por la gestión de HJ; todo lo demás ya estaba pactado en el contrato colectivo y solo fueron mejoras acumulativas en algunos rubros como las vacaciones o el aguinaldo.
Pero en estos 48 años que lleva eternizándose en el poder, ha sido a un costo muy alto para los telefonistas. Señalaremos los más graves.
El primero tiene que ver con la pérdida salarial. Cuando HJ llegó a la secretaría general en 1976 apoyado por el represor Luis Echeverría, el salario diario promedio de los telefonistas activos era de 0.19775 nuevos pesos, mientras que el salario mínimo era de 0.0786 nuevos pesos. Si dividimos estas dos cantidades, el salario diario representa 2.52 salarios mínimos en ese año, como se puede ver en la Tabla 1. Al año siguiente, en 1977, el salario diario promedio ya equivalía a 3.15 salarios mínimos, y así sucesivamente durante las décadas de los años 1970 y 1980 fue creciendo nuestro salario, lo cual también se acompañaba del aumento de nuestro poder adquisitivo porque la inflación no era muy alta. De esta forma, cuando se privatizó Telmex, ya en 1990 nuestro salario nominal promedio equivalía a 12.26 salarios mínimos.
Desde entonces, la situación se ha invertido. En el año 2000 el salario diario promedio era de $223.39, y equivalía a 6.98 salarios mínimos; ahora, en 2024, con los aumentos significativos al salario mínimo desde 2018, teniendo un salario promedio de $851.31, ahora equivale a solo 3.42 salarios mínimos, ya que este llegó a $248.93 diarios.
Esto refleja que la política gubernamental privilegió la recuperación salarial en los sectores obreros peor pagados del país, mientras que los aumentos a los salarios contractuales fueron mucho menores, como es nuestro caso. Pero, debido a que tanto los empresarios industriales como los dedicados al comercio aprovecharon estos aumentos al salario mínimo para elevar considerablemente los precios de las mercancías, sobre todo las de primera necesidad, resulta que provocaron una fuerte inflación que hizo caer el poder de compra de todos los trabajadores, anulando casi por completo la mejora salarial.
Ante este panorama, se precisaba de parte del gobierno federal una férrea política de control de precios y de parte de los sindicatos nacionales la negociación de aumentos salariales que nos permitieran recuperar el poder de compra. Pero, en vez de eso, en nuestro caso Hernández Juárez, con la acostumbrada sumisión ante la empresa, dejó pasar aumentos salariales de risa, como siempre.
Hoy estamos como el cangrejo. Hemos retrocedido a la precariedad salarial que distinguía al charrismo sindical de los años sesenta y setenta, como se puede constatar en la tabla. Este ha sido el precio de tener a un individuo por ya casi medio siglo pegado a la silla. Es el porfirismo de nuestros tiempos.
Otro de los aspectos medulares de este porfiriato juarista lo tenemos en la notable pérdida de la materia de trabajo de la que éramos titulares. Lo que teníamos pactado en 1976 solo quedó en el papel porque la familia Slim se llevó los servicios más rentables a sus otros emporios con la complicidad de Hernández Juárez.
La reducción de la plantilla de telefonistas activos es una consecuencia de lo anterior. La tabla también nos muestra la gran pérdida de puestos de trabajo que hemos tenido en estos 48 años: comparada con 1990, ahora representa casi la mitad de los telefonistas que había en esa época, mientras que fuera del STRM el subcontratismo rebasa significativamente los poco más de 20 mil telefonistas activos, haciendo justo nuestra materia de trabajo.
Y no se diga de la otra gran afectación al contrato colectivo de trabajo: el régimen de jubilación, que, bajo la irresponsable actuación de Hernández Juárez, nos ha hecho retroceder a los años 1930.
Por ejemplo: en el caso de la empresa Ericsson, el contrato colectivo de 1937, en su Artículo 51 establecía el derecho a la jubilación a los 35 años de servicio con el 60% de su salario, incluso sin límite de edad.
Por eso, nada más favorable a los dueños del negocio que tener un “líder” que en medio siglo ha entregado las conquistas más importantes del contrato colectivo. Razón de más para decir: ¡Ya basta! ¡No más reelecciones!
*Número 77 2ª quincena de julio de 2024
La desnudez del alma y el territorio
Cantar /Tercera parte /Salvador
Bajo el soplo del itinerante viento, surca cálido el dolor de la desnudez, “Nos gustaba sentarnos por la tarde a mirar a los niños y niñas jugar” El paso del tiempo ha despojado de los ropajes comunitarios a la tierra, los aranceles impuestos por el sistema imperial desestima el esfuerzo por vestir, la alegría es ahora un accesorio en el cuerpo que luce despojada. “Los ríos se han secado es grave porque aquí pega duro el calor” Las plantas de chile castigan gastronómicamente al metabolismo ambiental, pútridas y casi secas pintarrajean con tonos rojos quemados los pisos de la tierra desnuda.
Animales de sonoros cantares iluminan con temple dulce el soleado cielo, los insectos transitan ordenados con ritmo latente de corazón alucinante, cada paso cuenta, el amanecer cabalga sobre el horizonte derribando las modas de vender y comprar sin sentido aquí solo se busca vestir, “Defender lo nuestro es ya muy difícil somos pocos” Con cantos ideológicos sucumben los oídos frágiles, el sonido del dinero da un golpe sobre la mesa, entonces hay quienes prefieren vivir desnudos pero llenos de disfraces.
Las lluvias se unen con la tierra árida y bajo el calor de la oscuridad hacen el amor como proceso dialéctico, la algarabía de ropa nueva tensa la relación con la rebeldía, la desnudez del alma canta ausente serenatas al destino. Los ropajes proletarios visten y defienden el alma y el territorio.
*Entrecomillados, fragmentos de diálogo con pobladores del Valle de Poanas Dgo.
EL AGUA
Desde el principio, desde la creación del ser humano en este plano terrenal, los abuelos y abuelas nos hicieron saber que hay agua cósmica, que hay agua terrenal y que agua inframundo. A estos cuatro generadores de vida, los cuatro elementos llamados que es el fuego, el aire, la tierra y el agua. El punto es el agua, chúchut, en la lengua totonaca.
Desde la creación de los cuatro hombres y cuatro mujeres, cuando ellos salieron de la cueva donde fueron creados, dos abuelos les dijeron los principios a los ocho seres humanos:
‘Todo esto que ven arriba y abajo, en lo plano, árboles, montañas. De todo lo que ven nada es de ustedes. Fueron creadas, creados, para que ustedes formen parte de sus cuidadores. Van a cuidar el agua, van a cuidar la Tierra, van a cuidar el aire y van a cuidar al fuego, más nunca se sentirán dueños. El día que ustedes se sienten dueños, va a haber un gran… terrible desequilibrio en toda el planeta’.
Es por eso que nuestros ancestros y abuelas y abuelas nos fueron transmitiendo de manera oral, el ritual del agua. La abuela del cerro a quien le hacemos su ritual el día 3 de mayo. El día 12 de mayo le hacemos la doncella del manantial que está al pie del cerro. Le llevamos su ofrenda como ella lo merece.
Pero también le hacemos su ritual el día 24 de junio a la deidad mayor. Nosotros le llamamos Agtsin. En otras culturas le llaman Tláloc. No le pedimos cosecha. No le pedimos abundancia. En la ceremonia que hicimos, le pedimos perdón. El hombre no tiene derecho de destruir, sino de cuidar como tal nos encomendaron nuestros ancestros. Es por eso que nosotros los totonacos seguimos cuidando, seguimos resistiendo ante este gran globalización que nos está exterminando.
Leyenda totonaca contada a Daliri Oropeza Pie de Página por Romualdo García de Luna
Te podría interesar: ¿Impunidad y prosperidad compartidas?