Cuando se adormece al pueblo en luchas electoreras que posponen la resistencia activa contra el empobrecimiento, las violencias y los despojos capitalistas en México y en el mundo, hay fuerzas populares que se atreven a tejer política y socialmente las luchas para ganar la iniciativa.
La insurgencia como concepto, se ha entendido históricamente como el acto individual o colectivo de insurgir o sublevarse contra un poder opresor. La conceptualización de la insurgencia y contrainsurgencia está vinculada a la sublevación político-militar. Después el concepto se ha utilizado para nombrar así a la respuesta político social a la contrainsurgencia opresora que se extendió más allá de combatir a las organizaciones político militares, de los movimientos armados populares, para enfrentar al pueblo que lucha socialmente.
Desde una orientación revolucionaria, la insurgencia social es la definición de organizaciones sociales y políticas de la resistencia que pasan de pedir o defender derechos, a dar una lucha por tomar la iniciativa frente al poder opresor.
Sin embargo, varios plantean la diferencia entre la resistencia pasiva y la resistencia activa; en la segunda, el objetivo u orientación táctica o estratégica cuando el pueblo está en debilidad o a la defensiva, tendrá resistencia activa cuando se oriente a arrebatar la iniciativa, acumulando fuerzas. En este caso, las luchas político sociales del pueblo adoptan un sentido estratégico cuando buscan conquistar la iniciativa ante su enemigo.
En México, la insurgencia se ha expresado tanto en los campos político militar como en las luchas sindicales, populares, campesinas, de jóvenes, mujeres y colectivos culturales y ecologistas. No obstante su diversidad y dispersión, hay importantes experiencias de insurgencia ahí donde la lucha contó con conocimiento y capacidad para ir más allá de las reivindicaciones básicas.
Para afrontar la ofensiva contrainsurgente que tiene un carácter mundial y sistémico, y cuando los enemigos del pueblo trabajador aprovechan la crisis y la pandemia para prepararse y renovar sus formas y contenidos para derrotar a los movimientos populares, se necesita seguir un proceso que:
- Estudie al enemigo para identificarlo, sabiendo sus alianzas económicas y políticas, pero también las diferencias en su interior.
- Identifique las debilidades y fuerzas del capital y de su Estado.
- Sepa con qué fuerzas y capacidades cuenta el pueblo en lucha.
- Tenga claro conocimiento de quiénes somos (las identidades, la ideología, la visión de la realidad y los objetivos propios y comunes como pueblo que resiste, se levanta y construye su poder desde abajo).
Es necesario acudir al estudio y al ejercicio en las luchas de las enseñanzas de los movimientos revolucionarios y democráticos para orientar las luchas en términos estratégicos y tácticos. Los clásicos lo resumen en tres factores principales: tiempo, espacio y voluntades (o fuerzas), analizar así el comportamiento del enemigo y de nuestra fuerza ante esos tres grandes aspectos.
Hay estudios de experiencias, por ejemplo una muy valiosa es la de las tácticas que mejor y más frecuentemente usa el poder del Estado, los patrones y sus allegados: usar el tiempo a su favor, es decir provocar que la fuerza proletaria del campo y de la ciudad no esté preparada para el uso del tiempo en sus luchas. Alarga los conflictos y desgasta las fuerzas hasta dejarlas en la inanición, con posibilidad de aislar y golpear en el momento más favorable para el poder. Esto también depende de cómo la contrainsurgencia nos confunde o enajena con un lenguaje que pierde el contenido real de los conceptos y la memoria crítica de las luchas.
Parece un sueño el tener un conocimiento completo de la burguesía y sus gobiernos, por la actualización constante de sus planes, basada en nuevos conocimientos y medios que siempre resultan de aprender de las luchas populares. Pero la burguesía y sus gobiernos no son omnipotentes, se necesita trabajar en nuestros recursos y capacidades uniendo al número, la organización, la conciencia, la audacia y la perseverancia, así como la preparación de la dirección estratégica en los movimientos y luchas concretas. Las fuerzas y recursos del pueblo incluyen la fuerza moral e ideológica sumadas a la fuerza material y numérica, se pueden utilizar según la situación concreta con un plan apropiado y abierto a aprender y renovarse.
La Contrainsurgencia en México tiene una dirección internacional, si no fuera mundial. Desde los centros del imperialismo, como Estados Unidos e Israel se capacitan a militares y policías, se crean empresas mercenarias y se realizan con tecnologías de nueva generación labores de espionaje, control y guerra psicológica, todas combinadas en sus planes.
Las nuevas generaciones pueden y deben utilizar su creatividad y disposición a hacer un uso de esas o de otras tecnologías alternativas, sumadas a la experiencia de lucha y organización.
Cuidemos de no caer en el derrotismo o el miedo y hasta pánico que crea el ver los poderosos recursos y acciones de la contrainsurgencia. Aun en condiciones extraordinarias, la decisión de luchar se enriquecerá con una memoria histórica crítica de nuestras luchas y la preparación organizada de cada movimiento.
¿Democracia popular?
Alberto López Limón*
Nos han llegado noticias de algo que ya se venía afirmando a voces, pero que no se había creído por mucha gente bien intencionada, creyente de la democracia liberal. La llamada cuarta transformación no sólo se ha detenido, amenaza con desaparecer y quedar en simples voluntades e ilusiones. Nos ha llegado una denuncia de militantes de Morena, Jalisco, ahora que se han dado cuenta, una vez más, de cómo opera nuestra supuesta democracia.
Se denuncia que, en Jalisco las candidaturas de MORENA se venden, acusando directamente a su delegado en Jalisco, José Narro Céspedes, puso a la venta las candidaturas de los principales municipios del estado.
Por ejemplo, para los caciques dirigentes nacionales Puerto Vallarta vale 10 millones de pesos, Tlaquepaque y Tonalá 5 millones, Tlajomulco 7 millones, Zapopan 10 millones; en Guadalajara, se denuncia que Carlos Lomelí está pagando 20 millones de pesos, en 4 pagos de 5 millones a cambio de que José Narro les permita “operar” para imponer a sus candidatos en 35 municipios prioritarios. ¿Quién tiene tanto dinero para convertirse en candidato legal? ¿Y las ilusiones de cambio a favor del pueblo, de los más pobres que somos la inmensa mayoría? Sólo eran ilusiones.
Concluye la denuncia destacando que con ello José Narro se convirtió en el empleador de Carlos Lomelí y puso la estructura que colabora en el estado con quien es Delegado del CEN de MORENA.
La lucha contra la corrupción, que se nos presenta como un objetivo fundamental del obradorismo, se topa con la cruda realidad. El partido que creó para combatirla vive de ella. Se expresa con diversos engaños para seguir manteniendo el control de los trabajadores del campo y de la ciudad, que han creído en la posibilidad de un cambio de régimen político humano y respetuoso de las necesidades de nuestro pueblo. El pueblo no busca la violencia, pero los que nos gobiernan arremeten con todas sus artimañas, engaños y grupos mercenarios para intimidarnos, engañarnos, lastimarnos, buscando con ello debilitarnos, dividirnos, enfrentarnos.
Todos queremos cambios reales y no solo de forma, ya no queremos mendigar limosnas en formas de apoyos económicos expresada en diversos programas de apoyo federal, como las “pensiones” que son más bien ayudas a adultos mayores. Son medidas necesarias para proteger al sector económico más desvalido de nuestra población, pero las tenemos que ubicar justo medidas temporales a fin de evitar un enfrentamiento entre las clases sociales de nuestro país. ¿Hasta dónde llegan los deseos de las bases morenistas y de Obrador, con un respaldo amplio, y para dónde van los promotores de la cuarta transformación? ¿O en verdad transitamos hacia una “Cuarta Transformación”? El pueblo no puede admitir que lo burlen con la misma corrupción que repudió de otros partidos. Para vencer, la lucha popular tiene que ir más allá de las urnas.
LA ALTERNATIVA
Tan sencillo como esto:
vivir indignamente entre algodones
(que llegan al oído
para tapiar el yo, para dejarlo
sin nexos con el mundo),
con la cuota de besos de la madre,
los hijos y la esposa,
con los pulmones llenos del incienso
de la gloria oficial,
o vivir dignamente en la tortura,
en la persecución, en la zozobra,
con la tinta azul cólera en la pluma.
Tan sencillo como esto
ser Martín Luis Guzmán o ser Revueltas.
Enrique González Rojo. México, 1928-2021