La comunidad cristiana de Atzitzihuacan envió una carta al párroco católico de ese sitio, Victorino Fidencio Sánchez Hernández, demandándole que frene la violencia de sus feligreses que en dos ocasiones han intentado lincharles.
Hasta ahora, a pesar de que el caso ha sido conocido por la opinión pública, no hay un posicionamiento ni de parte de la Arquidiócesis de Puebla ni de la Secretaría de Gobernación estatal.
A nombre de los agraviados, Jacoba Pérez Solís, denunció públicamente dos intentos de linchamiento presuntamente perpetrados por un grupo de feligreses de la parroquia de Santiago Apóstol, motivados por diferencias relacionadas con festividades religiosas.
En una misiva dirigida al párroco Victorino Fidencio Sánchez Hernández, la denunciante narró que el primer incidente ocurrió el 12 de abril de 2025, mientras ella y familiares realizaban trabajos de albañilería en un terreno de su propiedad. Según su testimonio, un grupo de personas se presentó de forma violenta, identificándose como miembros del “comité de la cruz”, encabezado por Salvador Cázares García, quien presuntamente exigía cooperación económica para festividades religiosas y recriminaba la falta de aportaciones.
Jacoba Pérez relató que, al intentar explicar que sí había contribuido con base en recibos, fue agredida verbalmente, y posteriormente ella y sus familiares fueron atacados físicamente. La denuncia correspondiente ya fue interpuesta ante la Casa de Justicia de Atlixco, según afirmó la denunciante.
El segundo intento de linchamiento se registró el 19 de mayo, cuando nuevamente se encontraban en el mismo predio. En esta ocasión, aseguró que se tocó la campana del templo católico y se utilizó perifoneo para convocar a los habitantes a acudir al lugar. Señaló a varios vecinos del municipio como participantes activos en las agresiones, incluidos adultos mayores y jóvenes, quienes, según su versión, profirieron insultos y amenazas.
Pérez Solís argumentó que los ataques han tenido un trasfondo religioso, ya que se le recrimina su negativa a participar económicamente en actividades católicas. Afirmó que muchos de los agresores son personas activas en la vida religiosa del pueblo, y exhortó al sacerdote a intervenir pastoralmente para frenar estas expresiones de violencia.
Finalmente, anunció que haría pública su carta “por medio de la prensa”, al considerar que su integridad y la de su familia están en riesgo. También advirtió que no son la única familia en el pueblo que ha sido objeto de agresiones por parte de feligreses, a quienes calificó como “fanáticos”.