El programa Cosechando Soberanía, ha sido anunciado por la presidenta Sheinbaum como el nuevo proyecto de apoyo integral para los pequeños y medianos productores a fin de aumentar el abasto nacional de alimentos de la canasta básica.
El programa incluye, créditos que van desde los 30 mil pesos, hasta un millón 300 mil pesos para pescadores, con una tasa de interés de máximo 9 por ciento anual; incluye el programa apoyo para la adquisición de un seguro agropecuario que protegerá una parte del valor del cultivo en caso de verse afectado por contingencias climatológicas (huracanes, sequías, heladas, etcétera), la aparición de plagas, incendios o algún otro daño catastrófico; también tiene apoyo para la adquisición de un seguro para un precio mínimo garantizado (cobertura), que ayuda a proteger el ingreso ante cambios en el precio de algunos productos (maíz blanco o maíces nativos, trigo panificable, café), brindando certeza con un precio pactado desde el inicio.
La propuesta es interesante, pero suena muy comprometedora y riesgosa; por lo que, es importante hacer comentarios de algunas acciones y recursos destinados a productores agrícolas y ganaderos de bajos y medianos ingresos, que se llevaron a cabo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Uno de ellos es el Crédito Ganadero a la Palabra 2019, programa prioritario del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que buscaba lograr la autosuficiencia en la producción de carne y leche en México, a través del repoblamiento de novillonas y sementales para hacer frente a la insuficiencia de producción; sin embargo, la política dirigida a productores del sureste, también conocida como “Vaquitas del Bienestar”, a cargo un personaje gris, David Monreal, actual gobernador de Zacatecas, que no sólo fracasó en su objetivo, sino que provocó un daño al erario por 958 millones de pesos, dado que el gobierno nunca recuperó el ganado adquirido como se había planteado, además, se trataba de ganado enfermo y de mala calidad, siendo objeto de reclamos e inconformidades.
Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), fue un organismo público creado en 2019 para garantizar la autosuficiencia alimentaria del país, otro rotundo fracaso plagado de irregularidades, y una desmedida corrupción detectada por la Auditoría Superior de la Federación con desvío de recursos por 17 mil mdp que sigue sin recuperarse. Su operación siempre fue deficiente en sus procesos administrativos y operativos, en el acopio y distribución de granos, y en el pago oportuno y justo a productores de maíz y frijol, principalmente. Actualmente el organismo responsable de esas tareas se llama “Alimentación para el Bienestar”, en esencia responde a las mismas funciones que Segalmex.
El plan agroalimentario Cosechando Soberanía contempla la autosuficiencia alimentaria con una inversión de cerca de 54 mil mdp en 2025. En un comienzo, se apoyará a 300 mil pequeños y medianos productores y productoras de maíz, frijol, arroz, cacao y miel; y se proyecta incrementar a lo largo del sexenio a 750 mil con una inversión de casi 84 mil mdp para el año 2030. El plan considera demasiadas acciones para tan pocos recursos destinados; lo cual, seguramente, terminará, atomizando el recurso.
Hasta la década de 1970, México tenía un importante nivel de autosuficiencia alimentaria, especialmente en granos, leche, carne y hortalizas. Desde entonces, la soberanía alimentaria solo es una utopía nutrida por la clase política que, sumada al neoliberalismo, terminó por desmantelar lo que fue todo un sistema alimentario sostenido con políticas que contemplaban el financiamiento democratizado, obras de conservación de suelo y agua, capacitación y asistencia técnica, proyectos de inversión en maquinaria, equipos e infraestructura, y enormes instituciones públicas del sector en apoyo a los productores. Actualmente esas políticas han sido sustituidas mayormente por la entrega de apoyos directos de dinero de corte clientelar.
Desde hace cincuenta años México ha venido comprometiendo su soberanía con su dependencia alimentaria, y más recientemente, con la energética. México es deficitario en la producción de granos, oleaginosas, leche y carne. México se ha convertido en uno de los mayores importadores de granos; de hecho, en 2024 el país importó 46.7 millones de toneladas con un valor de 29 mil mdd. Hablando de maíz en 2024 tuvo una producción de 23 millones de toneladas, pero para 2025 importará 25 millones de toneladas; es decir, un 54 por ciento más que en 2024, convirtiéndose en el mayor importador de maíz a nivel mundial.
El escenario agrícola en México es muy complicado, los niveles de producción van a la baja por falta de agua y la presencia de fenómenos climatológicos, uso de fertilizantes químicos que siguen acidificando los suelos que desde el Estado se impulsa como una política de apoyo, altos costos de producción, insumos importados, y la creciente inseguridad en el sector rural. No se contempla un tratamiento para la agricultura comercial que aporta mucho al abasto alimentario y de exportación. Si bien cada entidad federativa es libre y soberana, en política agroalimentaria hay una dispersión y dualidad de acciones y recursos con la federación, en vez de fomentar la coinversión y apuntalar proyectos de alto impacto de bienes públicos.
Desearía que México fuera autosuficiente en la producción de alimentos, sin caer en la autarquía, toda vez que, el comercio internacional es necesario; sin embargo, Cosechando Soberanía se quedará corto, lo desatendido en cincuenta años será imposible conseguirlo en los siguientes cinco con las políticas actuales y recursos insuficientes. Solo como referencia, el sexenio pasado tuvo el indicador de autosuficiencia alimentaria más bajo de los últimos treinta años, lo que se ha traducido en mayores importaciones sin precedente.
Es necesario replantear la propuesta por etapas, con presupuestos suficientes y transparentes, estrategias, metas alcanzables e indicadores que permitan avanzar a favor de la autoproducción agroalimentaria; si fuera posible, se deben retomar algunas políticas agrícolas del pasado que fueron exitosas.