Las preguntas que me hacen con respecto a la amenaza mundial del nuevo coronavirus (nCoV), me llevan a explicar, más allá de una descripción técnica del fenómeno, algo que aclare realmente lo que son los virus, de modo que se deduzcan las medidas preventivas, sin caer en la ciega actitud de seguir recomendaciones así por así.
La palabra virus proviene del griego y significa “veneno”. Este nombre se ajusta muy bien a sus características pues al ser extremadamente pequeños, no se pueden ver incluso con aparatos de microscopía comunes y corrientes, siendo necesarios unos instrumentos muy sofisticados y potentes llamados microscopios electrónicos.
Estos pequeñísimos seres se encuentran marcando los límites de lo que conocemos como vida. Para subsistir simplemente necesitan establecer una vinculación con células del organismo al cual parasitarán, combinando su material genético para formar unidades virales que romperán a las células y así, adherirse a otras células. Con esto se debe entender que se trata de microbios que obligadamente viven dentro de las células. No se alimentan. No generan ni consumen energía. ¡Vaya! Ni siquiera se reproducen por parejita y eso, pues desde mi particular punto de vista, pues no es vida. Lo único que marca la diferencia entre lo inanimado y lo biológico es el hecho de que el proceso de reproducción se dé por medio de material genético, que es la base de la vida.
A este respecto, es necesario considerar que existen dos tipos de elementos conocidos como ácidos nucleicos, que dan lugar a que existamos los seres vivos: ADN (Ácido Desoxirribonucléico) y ARN (Ácido Ribonucléico). La única diferencia entre los dos es una pequeña, mísera, exigua y diminuta azúcar –llamada ribosa– que da lugar a algo sorprendente. El ADN es muy estable. Tan es así que casi no genera mutaciones o cambios sustanciales dentro de los seres a los que da lugar. Nosotros somos organismos con este material genético y fácilmente podemos ver alrededor que no estamos rodeados de mutantes. Es decir, que no andan por ahí personas con cinco brazos, tres ojos, cuatro orejas o dos cabezas, aunque dicho sea de paso, existen seres humanos con una fealdad y una maldad que avergonzarían al mismísimo satanás como el tristemente célebre “góber precioso” o el exlíder petrolero Romero Deschamps… pero bueno. Se trata de casos muy aislados. Contrario a lo anterior, los seres cuya conformación de material genético es ARN, todo el tiempo se encuentran mutando. Cambian a cada rato de forma y esto les permite andar de arriba para abajo, eludiendo cualquier esfuerzo orgánico por eliminarlos. Si ya el hecho de que los virus pasan la mayor parte del tiempo dentro de las células, como si fueran los delincuentes disfrazados de policías (yo sí le tengo confianza a la policía), imaginar que aparte de ocultarse de este modo, al salir de las células ya cambiaron de forma, nos puede inducir a la idea de que es extraordinariamente difícil exterminarlos.
Pues resulta que el nuevo coronavirus, llamado 2019–nCoV, además de ser pequeño, es ARN, de modo que va a estar mutando y sin que necesariamente se ría (hay qué recordar que no tiene boca) se burlará de nosotros y de nuestras defensas. Por eso la preocupación en el ámbito de la salud pública mundial. Como se transmite por vía respiratoria, cualquier persona con un buen catarro, será sospechosa de haberlo contraído. De hecho, un simple estornudo en el que salgan literalmente volando células de nuestras vías respiratorias con algún virus, pues marcará un altísimo riesgo de enfermar.
Con respecto a la posibilidad de encontrarlo en barandales, lugares como tazas de baño, teclados de computadoras o pantallas de teléfonos celulares e infectarnos es equivalente a creer firme y formalmente que siempre será solamente la puntita y que no va a doler (no entendí).
Resumiendo, en efecto existe un riesgo muy alto de que este virus se distribuya ampliamente en el ambiente, infectando a un buen número de individuos. También hay un temor bien fundado en las autoridades que vigilan la salud poblacional de que se presenten casos en cualquier parte del mundo. Será imposible producir vacunas por la forma en la que este microbio estará sufriendo mutaciones. Habrán muchas incógnitas que nos mantendrán en la incertidumbre, pero no debemos ver las cosas con pánico. La postura de establecer actividades encaminadas a detectar pacientes con enfermedad respiratoria de carácter grave, no es mala. Extremar medidas de higiene fomentando buenos hábitos que disminuyan las probabilidades de contacto con fluidos respiratorios debe ser una regla común. Por último, debemos informarnos juiciosamente a través de fuentes como la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Centro de Control de Enfermedades en Atlanta, Estados Unidos (CDC) y la Secretaría de Salud en México (SSA). Así, manteniéndonos en alerta, debemos considerar que vivimos una época compleja, en la que solamente saldremos adelante aplicando inteligencia, lógica, conocimiento y sentido común.