La Red Plural de Mujeres denunció que el juez Aarón Hernández Chino ha dejado en libertad al menos a siete hombres acusados de abuso sexual contra menores. El más reciente ha sido el caso de un diácono que prestaba sus servicios en el templo Padre de Jesús en Aquixtla, a quien se acusa de haber abusado de un niño de apenas siete años. Si bien la familia y la comunidad esperaban un juicio que permitiera imponer la mayor pena posible, solo fue vinculado a proceso y dejado en prisión preventiva un año y ocho meses, habiendo ganado los amparos para dejar la prisión y seguir el proceso en libertad. Advirtiendo que el juez debió haber desechado los amparos, porque el criterio jurídico obliga a que se garantice el interés superior de la niñez y se imponga una pena conforme a los elementos probatorios referentes al abuso.
Durante una rueda de medios relataron que el diácono –oriundo de Tezontepec, Hidalgo– perpetró el ataque en octubre de 2021, un par de semanas después que arribó para prestar sus servicios religiosos en ese municipio ubicado en la Sierra Norte de Puebla y que tiene antecedentes de haber incurrido en abuso sexual en contra de una menor de edad en Hidalgo hace 12 años.
México cuenta con una larga historia de pederastia por parte de miembros de la Iglesia, donde según la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), 426 sacerdotes han sido investigados en la última década y con la deplorable justicia mexicana que, en contubernio con la iglesia, no atiende las denuncias presentadas, dejando en el desamparo a la niñez y en la impunidad a los perpetradores, sean o no sacerdotes.
Desde que estallaron los primeros escándalos hace casi 40 años y si bien la jerarquía de la iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas, la cultura del encubrimiento se mantiene ligada de la mano de los deben procurar justicia. Uno de los casos más sonados y que abrió la puerta a las denuncias fue el de Marcial Maciel (1920-2008), fundador de los Legionarios de Cristo y abusador de decenas de seminaristas. En Puebla, uno de los casos más graves fue el Nicolás Aguilar, quien abusó sexualmente de casi 90 niños en México y Estados Unidos, a finales de la década de los ochenta y en los noventa y que tuvo la protección de las Arquidiócesis de México y de Los Ángeles, California y con la ayuda del exarzobispo de México Norberto Rivera, de nuevo ofició misas en los municipios de la Mixteca poblana, como Zoquitlán y otros de esa región, mientras que para las víctimas la justicia nunca llegó.