Primero, el anuncio de los 17 puntos programáticos dados a conocer por la virtual candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo; luego, el anuncio del equipo coordinado por el ex rector de la UNAM, Ramón de la Fuente, para elaborar el programa de gobierno, permite vislumbrar la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación (4T), pero, no necesariamente, con cambio no obstante que se mencione repetidamente construir el segundo piso.
Ninguno de los 17 puntos es singular, o muestran particularidades diferenciadas del periodo de López Obrador. Que se incluyan está bien, que se reiteren, también, pues garantizarían la continuidad del proyecto de la 4T, pero no va más allá de eso, menos aún explica el llamado segundo piso.
Se tendría que avanzar en las particularidades que caracterizarán al gobierno entrante, lo que no querría decir abandonar los principios de la 4T ni de lo que el propio López Obrador ha llamado el Humanismo Mexicano y la Economía Moral, más cuando, aún con un triunfo holgado, se puede llegar a un país polarizado, no obstante que la oposición conservadora no alcance el mismo nivel que la coalición en el gobierno.
Lo anterior también se confirma con el anuncio del equipo encargado de elaborar la propuesta de gobierno de Claudia Sheinbaum, en la cual predominan los componentes no reivindicados como de izquierda, incluso alguno proveniente del panismo, como es el caso del exgobernador de Chihuahua, Javier Corral. Predominan los académicos, pero no hay ningún cuadro de la izquierda radical. Alejandro Encinas fue invitado al evento, pero no al equipo de trabajo. No hay ningún dirigente social y/o sindical, que puedan garantizan una visión más clasista de lo que será la propuesta a elaborar.
Una pregunta obvia es cómo se interrelacionaría esta comisión y su trabajo, con la que hace varios meses integró y realizó una buena cantidad de foros temáticos por parte de Morena, en el plano de integrar un programa de gobierno para el sexenio venidero.
Aun con estos elementos que nos llevan a vislumbrar dudas de sus resultados hacia una continuidad con cambio, otorguémosle el derecho de la duda, esperando cambios sustantivos que, con franqueza, conduzcan a radicalizar la propuesta y las políticas a seguir, de tal manera que debiera abrirse el proceso de consulta y elaboración de la propuesta. Suponemos que queda poco tiempo para hacerlo, justo el periodo de la precampaña, donde Claudia Sheinbaum tendría que escuchar la voz y demandas populares.
No desdeño, ni minusvaloro, a los académicos en la elaboración de propuestas como las que pudiesen convertirse en la base de un gobierno como el venidero, pero cuando se dice que será una administración de y para el pueblo (Primero los pobres, es el lema), entonces éste deberá ser considerado y tomado en cuenta, para que no sea visto como mera pieza retórica.
Conforme pase la precampaña y campaña, tendríamos que estar considerando las propuestas que planteen durante las giras y actos públicos, para ver si hay algún sesgo que nos conduzca a un camino de cambio real.