El día primero de marzo, después de que concluyó el periodo intercampañas y de los (as) distintos (as) candidatos (as), se iniciará formalmente la etapa proselitista del proceso electoral que culmina el dos de junio. Aunque los resultados de prácticamente todas las encuestas levantadas recientemente, dan una holgada diferencia de Claudia Sheinbaum, con respecto de su inmediata contendiente, dígase la Señora X, nadie podría a adelantar vísperas; sin embargo, la inercia política prevaleciente en el país podría permitir anticipar el resultado a favor de la candidata postulada por la coalición Sigamos haciendo historia, salvo en el caso de que pudiera presentarse un hecho extraordinario que pudiese trastocar la vida política del país y la decisión de los electores. A eso es a lo que le apuesta la derecha y a ello le están jugando.
Pero, hay otro aspecto que debiera preocuparnos a cerca de lo afirmado recientemente por la candidata de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum, en el sentido de que este primero de marzo iniciará la construcción del “segundo piso” de la transformación, lo que no deja de ser solo una pieza retórica, en tanto no se adelanta ninguna manifestación que pueda confirmar el dicho. Para muestra de esto son los quince puntos presentados en el acto de registro como candidata presidencial en el INE, aunque habría que esperar lo que se plantee en el evento de arranque de campaña en el Zócalo capitalino este viernes 1 de marzo.
En realidad, los quince puntos solo reiteran el proyecto defendido e impulsado por el Presidente López Obrador durante su gestión, lo cual es entendible, pero no muestra ningún indicio de que, aun manteniéndose los principios de la Cuarta Transformación se dé a conocer alguna propuesta que vaya más allá de lo logrado hasta ahora y que supere cualitativamente lo avanzado en la administración que concluye. No se trata de una cuestión de tacto, o de presunto respeto irrestricto, el cual es incuestionable en personajes integrantes del mismo proyecto político, sino de la singularidad en una nueva gestión, el sello propio independientemente se asegure y maneje la continuidad con la anterior. Tampoco se vislumbra la actitud a adoptar algunos pendientes que seguramente los habrá.
Quedan tres meses para que lo anterior se vaya enmendando, pero los momentos cruciales de la campaña, como es la postulación, el registro de la candidatura o el inicio de las acciones proselitistas, no han sido aprovechados para mostrar no solo la afirmación de la continuidad, sino de aquellos elementos, fundamentalmente programáticos, que denotarían la singularidad de la nueva administración.
No debiera prevalecer la duda respecto de la construcción del segundo piso transformador, pero cuando no se muestran elementos nuevos que darían seguridad de ello, o por lo menos indicios de que se daría un cambio con cambio. De no hacerse así, es factible que la nueva administración iniciaría bajo un proceso de su propio desgaste, lo cual ya sería un mal inicio.
Pero insistimos que se tienen tres meses para enmendar la plana.
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