Domingo, octubre 6, 2024

Consulta del NAICM debe extenderse legalmente hacia megaproyectos: Delgado

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La consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es el primer ejercicio democrático de participación en decisiones de gobierno y debe replicarse para megaproyectos que afectan no solo a habitantes de una región determinada, sino que tienen implicaciones para todo el país, aseveró Gian Carlo Delgado Ramos.

El investigador del programa ‘Ciudad, gestión, territorio y ambiente’, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), participó ayer en un foro ¿Aeropuerto o Lago? Pros & Cons, que se celebró en la Casa de las Culturas Contemporáneas del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP)”.

El también ganador del Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias 2014 en Ciencias Sociales tuvo una extensa y detallada exposición de los perjuicios en materia ambiental, social y económica del proyecto en Texcoco, mientras Isaac Espinosa Torres, investigador de la institución anfitriona, la hizo de “abogado del diablo”, pues aunque dijo que no está de acuerdo con la propuesta impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, iba a mencionar los argumentos que tienen quienes sí lo apoyan.

Al responder al cuestionamiento de que detener las obras en el lago implicará un desembolso superior a los 100 mil millones de pesos para indemnizar a las constructoras implicadas en la edificación de la terminal aérea, Delgado Ramos manifestó:

“Es cierto. Si se para el aeropuerto (de Texcoco) hay una pérdida no sólo de lo que ya está invertido, sino de lo que se tiene que pagar por el tipo de contratos y por el tipo de costos. Eso es parte de lo que se tiene que pagar por no hacerlo, pero hubo todo un proceso de opacidad, la información siempre estuvo cayendo a cuenta gotas. Si no hubiera habido ese cambio de condiciones políticas, seguiríamos con información limitada, sesgada, de una etapa, de las dos etapas (de la terminal), en fin, todo esto nos hace también pensar sobre la necesidad de plantear mecanismos ya establecidos formalmente, no solamente de transparencia, sino incluso de formalización de esta participación social para los megaproyectos.”

Y agregó: “los megaproyectos no son cosa menor para este país, o sea, no estamos votando por la alcantarilla, si la queremos de color morado o verde. Lo que queremos sobre los megaproyectos que tienen impacto territorial es que le pregunten a la gente, a la gente local y a toda la población, porque eso implica una decisión de cómo priorizamos el gasto público en este país”.

El autor del libro Agua, usos y abusos. La hidroelectricidad en Mesoamérica advirtió que a nivel económico, con el aeropuerto de Texcoco, los grandes capitales pretenden privatizar ganancias y externalizar costos.

“Lo que es cierto y lo que creo que es importante es que podemos imaginar y podemos exigir como sociedad mecanismos que estén claramente establecidos para la participación social masiva, organizada desde el Estado para abajo.”

Y ejemplificó: “El plan de acción climática de la Ciudad de México por ley tiene que tener un proceso de consulta ciudadana. La consulta ciudadana del Plan de Acción 2014–2010 se hizo con 300 y fracción personas, en el mes de diciembre a última hora que se cerraba el año, la gente enfiestada en (el puente) Guadalupe–Reyes y vía internet. Bueno, ¿quién participó en ese plan?, esa no es una participación ciudadana o no como la que desearíamos”.

“Esto abre la posibilidad de reflexionar qué tipo de participación ciudadana queremos y cuáles son los mecanismos que necesitamos y presionar para que se reconozcan de manera legal para poder abrir esta vía de comunicación entre participación social y vertical”, abundó.

Estragos

Gian Carlo Delgado apuntó que dados los efectos esperados del cambio climático en México, entre ellos la reducción de la disponibilidad de agua y, paradójicamente, el aumento en la intensidad de los fenómenos hidrometeorológicos extremos, la desecación del lago de Texcoco y el sellamiento del suelo ocasionado por la construcción del NAICM y por la expansión del suelo urbanizado alrededor de este implica aumentar la vulnerabilidad hídrica de la ciudad.

El NAICM implica cancelar de manera definitiva la posibilidad de inundar ese cuerpo de agua lo que a su vez aumenta el riesgo a inundaciones e inhabilita la disponibilidad de agua a escala local–regional, situación que se espera se agrave en el futuro debido a los efectos del cambio climático, indicó.

Con ese proyecto de Texcoco también se perdería la posibilidad de restaurar la antigua Cuenca del Valle y con ello de usar el ex Lago de Texcoco como espacio con cuerpos de agua permanentes útiles para el suministro de agua a todo el valle.

Asimismo, aumentar la demanda de agua como resultado de la expansión del suelo construido, lo que a su vez promueve la expansión de mega–obras hidráulicas para importar agua de locaciones cada vez más lejanas. En ese sentido mencionó que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México ha informado que tiene garantizado el abasto del líquido sólo hasta el año entrante.

El investigador de la UNAM advirtió que la edificación en el lago provocará devastación del paisaje por la extracción de material pétreo y contaminación del entorno por la deposición de escombro y lodos tóxicos.

Asimismo, daños socio–ecológicos irreversibles por la extracción de 36.56 millones de toneladas de material pétreo –principalmente basalto y tezontle– para el suelo de cimentación que son transportadas por 3 mil 500 tractocamiones, amén de la destrucción del entorno, incluyendo arroyos, manantiales y zonas de recarga de acuíferos, deriva de las operaciones de 119 minas autorizadas y decenas de bancos irregulares más de los cuales se extrae material pétreo en 28 municipios.

Se generarían, asimismo, afectaciones a la salud en 13 localidades por polvo y ruidos de la explotación pétrea, daños por el depósito de 5 millones de toneladas de tierra, lodos tóxicos –contaminados con boro, cromo, carbonatos y cloruro– y escombros o cascajo de construcción derivados de la construcción del NAICM.

Se generará el desecado del Lago Nabor Carrillo con la pérdida irreversible de sus servicios ambientales como proveedor de humedad, amortiguador de la temperatura, y hábitat de unas 250 especies de aves locales y migratorias y una comunidad de hasta 330 mil aves en promedio que incluyen especies en peligro de extinción, amén de la afectación de tres zonas de protección ecológica: el Parque Estatal Sierra de Patlachique, el Parque Estatal Cerro Gordo y el Parque Nacional Molino de Las Flores.

Habría daños a bienes públicos, viviendas, actividades productivas agrícolas y de 11 zonas de valor arquitectónico, arqueológico y cultural y descontento social por parte de grupos como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, así como del potencial descontento por parte de expropietarios de las tierras destinadas a la construcción del NAICM, quienes en su momento accedieron venderlas bajo la promesa de ser usadas para la rehabilitación ecológica, pero el cambio de su uso no fue consultado.

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