A través de pinceladas desde la academia, la docencia y la vida personal, fue trazada la figura de una de las más importantes historiadoras de la UAP: Leticia Gamboa Ojeda, profesora investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ISCH) “Alfonso Vélez Pliego”, quien con profundidad y arduo trabajo intelectual construyó parte de la historia cultural, social y económica de los siglos XIX y XX de Puebla y la región, un camino construido con base en los saberes y la amistad cosechados a lo largo de décadas.
Este miércoles 2 de octubre, reunidos en el que ahora se llama Auditorio Leticia Gamboa Ojeda, por decisión de la propia unidad académica, amigos, colegas, ex alumnos y familiares, entre ellos su compañero de vida Ricardo Moreno Botello y sus hijas Cecilia y Olivia, participaron en el coloquio homenaje Leticia Gamboa: pensar la historia.
Ahí, entre recuerdos, anécdotas, detalles sobre sus andanzas de investigación, precisiones sobre formas de trabajo, métodos y posturas teóricas y de vida, fue configurada la personalidad de la historiadora fallecida apenas el 4 de junio de este año, caracterizada por “su humor alegre y delicado, su pasión por la historia, su compromiso, su iniciativa, su labor para formar a alumnos y, sobre todo, su entrega al Instituto Vélez Pliego y a la UAP”, como destacó Javier Francisco Pérez Siller, quien cultivó una historia de amistad de 30 años con la homenajeada.
En la primera mesa, De la academia, Mario Italo Cerutti, de la Universidad Autónoma de Nuevo León; Bernardo García, de la Universidad Veracruzana; Belén Oviedo, del Archivo Histórico y Museo de minería; Carlos Sánchez, de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y Javier Francisco Pérez Siller, del Instituto Vélez Pliego, compartieron las miradas y quehaceres vividos con la homenajeada. De inicio, la coordinadora de la mesa Gloria Tirado recordó que el 2 de octubre de 1991 se fundó el ISCH, siendo la economista una de sus fundadoras como parte del Taller de investigaciones del movimiento obrero, además de que estando matriculada en la escuela de Economía viró hacia la historia económica, es decir, la historia de los empresarios, veta que años después derivaría en el libro Los empresarios de ayer, que ahora es de obligada consulta.
Luego, por un video grabado, Mario Italli Cerutti, uno de los más importantes investigadores de historia económica, mencionó que Leticia Gamboa creció de manera rigurosa en medio “de los embates que vivía la universidad en aquellos tiempos”, haciendo “una obra que verdaderamente abruma”. En el mensaje grabado dijo que la conoció en 1977, tímida y al mismo tiempo “puesta” en su trabajo sobre la industria textil en Puebla en el siglo XX que indicaba “el rigor, el sistema y la seriedad con la que asumía sus trabajos de investigación”. Asimismo, resaltó su forma de compartir trabajos con Rosalina Estrada, que era una manera de aleccionar a quienes la acompañaban y ampliar generacionalmente la lista de investigadores. De manera personal, dijo que hubo proyectos compartidos, siempre hechos con seriedad, como lo fue La banca regional de México 1870-1930, al lado de Carlos Marichal. Dijo que otra referencia “estrella” de esas combinaciones fue el encuentro “inventado” en Cartagena de Indias: “hicimos un invento y propusimos un encuentro de tres países y ahí surgió un grupo de estudios empresariales que todavía existe y que vamos a desarrollar en Barranquilla, el mes que viene, haciéndole un homenaje”. Por último, sugirió la posibilidad de que la universidad algo que acentué la idea de recordarla como historiadora. “Algún libro de homenaje a Leticia Gamboa”, propuso.
A su vez, Bernardo García, historiador con quien Leticia Gamboa trabajó temas de la clase obrera, dijo que el mejor homenaje es leer al autor, por lo que pidió la edición de “un volumen, dos o una antología de textos porque fue impresionante el itinerario intelectual que hizo”. Destacó que la calidad del trabajo de Gamboa Ojeda se deja ver con el premio Clavijero del INAH que recibió en 2001. Resaltó que era curiosa y se emocionaba con los temas, con profundidad y hondura, aspectos que le permitían abordar diversidad de temas: empresarios, industria, patrimonio industrial, barcelonnettes, a los que entraba con calidad pues no era una improvisada. “Lo hacía con una seriada absoluta”, afirmó y resaltó su generosidad al compartir con colegas y alumnos sus conocimientos. “Fui su colega y su doctorante, ella tenía humildad, algo que se ha perdido: una doctora le pidió a su alumno que le hiciera un prólogo”, afirmó para concluir que fue “un regalo” tener su amistad.
En su turno, Belén Oviedo, con quien Gamboa Ojeda compartió como vocal en el Comité internacional para la conservación del patrimonio industrial, recordó que fue estudiosa de la industria textil y sus patrimonios recorriendo varios sitios hasta que en 1994 publicó con Estrada el primer libro del patrimonio industrial poblano abriendo las puertas a este tema, con el que documentó 21 sitios fabriles e hizo una denuncia sobre su destrucción. De paso, destacó que la historiadora habló también, en1989, de arqueología industrial, siendo pionera del tema. “Abrió la puerta a otras personas para que se acercaran”, aseveró.
De igual forma, Carlos Sánchez, con quien Leticia Gamboa compartió historias de investigación en Oaxaca, señaló que la conoció como parte de las ediciones del coloquio La formación del capitalismo, coincidiendo en temas como el movimiento obrero y los empresarios textiles, en los cuales punzaba en una idea: “que no solamente hay que conocer al.movimiento obrero, sino a quienes explotan a los obreros”, siendo esta su veta de estudio sobre los empresarios. Particularmente, destacó que en la idea de la historia regional ella supo hacer una articulación. “Tuvo esa gran virtud, articuló a Oaxaca” y a otros estados del país, a la par de que compartió ese interés con colegas oaxaqueños, como fue su caso.
Para cerrar la mesa, Javier Francisco Pérez Siller recordó su historia de amistad de 30 años con Leticia Gamboa. “¿Qué se puede decir en 10 minutos sobre una relación de amistad que inició hace más de tres décadas?”, cuestionó el también historiador en su discurso dirigido a la propia homenajeada. “¿En qué se ha transformado lo que hicimos durante tres décadas? En recuerdos, en sentimientos, en un legado”, prosiguió el reconocido investigador. Expuso que su homenaje era un agradecimiento por la presencia de Gamboa en su vida personal, pues le dio un rumbo que todavía continua. Habló sobre cómo se conocieron en París, sus andanzas por esa ciudad y el examen que ella presentó de manera brillante; también, la forma en que le abrió las puertas de la UAP para construir el proyecto México -Francia, que ella bautizó agregando dos de sus tres objetivos: presencia, influencia y sensibilidad. Habló también sobre el seminario gestado a partir de este proyecto que permitió la reflexión y el debate sobre cómo pensar, históricamente, el sentido de la presencia francesa en la historia y la cultura mexicanas. Destacó además la forma en que amó Puebla, cultivando la historia regional y las implicaciones de la perspectiva mundializadora, la glocalización, el ver lo local desde lo global, y viceversa. Esa “historia total” -prosiguió- permitió criticar el centralismo de la disciplina, confiados en que “se podía hacer historia, buena historia desde la provincia con un enfoque total”.
En la mesa dos, De la docencia, Sergio Rosas, del posgrado en Historia, destacó que, al recordar la obra fecunda, el legado lúcido y la vida generosa de la homenajeada, era difícil sintetizar sus aportes. De manera personal, dijo que fue “formador” el conocerla, seguirla y compartir por tres años la “guarida”, es decir, el cubículo en el Instituto Vélez Pliego. “Me llamaba su coleguita y me mandaba datos y libros, me regalaba textos, me corregía datos y me compartía fuentes que ella misma me invitaba a escribir”. Al compartir cubículo, rememoró cómo trabajaba con sus alumnos, y la forma en que corregía tesis con trato amable y dedicado. Sobre su obra, confió que como historiadora se convirtió en una de las voces principales de la historiografía económica, local y regional. Consideró que Gamboa permanece no solo como una historiadora sino como ejemplo de vida, de cómo hacer amigos en medio del trabajo y ayudarse siempre en los andares del mundo.
De igual forma, María del Carmen Labastida, del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, compartió que la actividad académica de Leticia Gamboa en el colegio fue como docente del seminario Historia regional. “Son muchos los recuerdos y poco el tiempo para decirlos”, dijo al rememorar varias anécdotas de trabajo, de vínculo académico y de amistad de 20 años. De paso, refirió el apoyo y el ánimo que le brindó para continuar con su doctorado, y cómo, pese a contratiempos que pasaron y al apoyo recibido por otros académicos, faltó Leticia Gamboa en su presentación doctoral. “Fue difícil asimilar su ausencia, solamente me bastaba cruzar una calle y encontrarla, siempre trabajando, haciendo lo que le apasionó. Saber de su pérdida fue la noticia que menos esperaba, pero me ha hecho reflexionar que quienes amamos permanecen en nosotros (…)”.
Mientras que Eduardo Frías, de la Universidad de Sinaloa, dijo que sus recuerdos y experiencias en torno a la homenajeada, quien fue su asesora de tesis, se centran en su relación académica y los pocos momentos que vivieron en persona. “La conocí por repechaje, me tenían asignada a otra tutora, pero me dieron a la doctora Gamboa y conocí quien era, cómo trabajaba”, expuso en una conexión virtual. “Como dicen, fue una asesora muy chinga quedito, con voz menudita pero qué troceadota (sic) te daba”, dijo con humor. “Solo me llevé con ella en el periodo de mis estudios, luego por correo electrónico, se fue alejando, platiqué con ella una vez por teléfono. Recuerdo que la gente se asombraba de que la profe me estimara, siempre fui gritón e irreverente, ella tranquila y modosita, se les hacía raro que platicara con aquel bárbaro del norte”, contó.
En la mesa tres, Conociendo a Lety, se abordó la parte militante de la historiadora pues estaba en “primera fila” en la promoción de la investigación histórica, como refirió José Luis Aranda, del posgrado en Historia del ICSH. Recordó que, en 2018, al defender el programa de Estudios históricos, fue confortante ir con “tres leonas” al defender el proyecto: la propia Leticia Gamboa, Gloria Tirado y Carmen Aguirre. Por tanto, dijo que es necesario reivindicar la figura de Leticia como parte del grupo de mujeres y hombres que han permitido que hoy se tenga una maestría y un doctorado en historia en la UAP.
Para cerrar, Blanca Santibáñez expuso que su libro fue la culminación de un proyecto doctoral en el que pasaron muchas cosas, años, decepciones y llantos siendo Leticia Gamboa quien le ayudó a concluir. Recordó que fue su profesora en la licenciatura, y a partir de ahí fue su amiga, cómplice y sostén. “Me regañaba, había una tesis de maestría que iba cargando, ella le dio su nombre. Me dijo que la iba a dirigir, que por ser mi amiga me iba a exigir el doble e iba a quedar que ni mandada a hacer. Y es cierto, tenía esa virtud de corregir, de rehacer y transitar contigo”. Por tanto, consideró que su amistad fue un tesoro invaluable, lo mismo que su interés, apoyo y generosidad.