Semillas de cacao, amaranto, maíz, frijol, chiles y flores fueron colocadas a manera de ofrenda a los esqueletos de dos individuos adultos, uno femenino y otro masculino, encontrados hace casi un siglo, entre 1935 y 1936, en la zona arqueológica de Cholula, misma que permanecerá abierta a la visita hasta el domingo 2 de noviembre. Ubicada en la ladera noreste del Gran Tlachihualtepetl, un camino de flores de cempasúchil rodea esta plataforma en cuyo interior descansan los restos de uno de los cuatro entierros localizados en este sitio adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La ofrenda, señaló el administrador de la zona y museo Martín Cruz Sánchez es una práctica realizada y animada por trabajadores del sitio desde 1992, en el contexto de Día de muertos, que se completa con una ofrenda tradicional puesta para los trabajadores y ex trabajadores ya fallecidos. Dicha ofrenda, destaca, sólo tuvo una pausa entre los años 2020 y 2023 a causa de la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19.
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“Hoy, por iniciativa de los trabajadores de la zona arqueológica, algunos de ellos hijos de familiares de viejos empleados que iniciaron con esta actividad, hoy se retoma como un proyecto institucional”, expuso acompañado por el director de Museos del Centro INAH Puebla, Manuel Melgarejo; el investigador emérito Zaid Lagunas y el arqueólogo Sergio Suárez Cruz.
Dijo que, durante varias temporadas, Elisa Ávila Rivera, restauradora del Centro INAH Puebla, se ha encargado de darle conservación al altar y los restos óseos contenidos en su interior, siendo que para este programa de apertura fueron sujetos de mantenimiento preventivo tanto los esqueletos, como los bancos de tierra que los sostienen y los muros inferiores del altar.
En su caso, el arqueólogo Sergio Suárez explicó que la Gran Pirámide de Cholula se comenzó a explorar en 1930, y cinco años después se encontraron unas pequeñas estructuras en la plataforma noreste que ahora están cubiertas: habitaciones estucadas de muros de adobe muy similares a Cacaxtla. “Los restos que hay aquí son de una ocupación posterior al abandono de la Gran Pirámide”.
Dentro de esas excavaciones, prosiguió el encargado de la zona arqueológica, se encontró el que sería denominado El altar de los cráneos esculpidos porque tenía, precisamente, una serie de cráneos de barro empotrados en sus paredes, que fueron robados y luego sustituidos con réplicas que también fueron usurpadas.
Acotó que en su interior se encontraron los esqueletos de dos individuos adultos, uno femenino y otro masculino, que tenían ofrendas asociadas a su género, por ejemplo, los objetos de la mujer eran dos comales, un malacate de barro, dos agujas y un alfiler de cobre con filigrana en su cabeza para el cabello, entre otros; mientras, al hombre le colocaron un omichicahuaztli, (instrumento musical parecido al güiro), puntas de flecha de obsidiana y numerosas vasijas, entre las que destaca una silbadora con pintura roja y blanca, con figuras de plumas y chalchihuites, y la representación de una figura humana estilizada, tal vez, un guerrero. Los entierros se limpiaron, se consolidaron y se volvieron a colocar en el altar, quedando como una ventana arqueológica, es decir, una vitrina que permite observarlos desde el exterior, siendo además una de las que mejor han funcionado, pues permite la circulación del aire.
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“Son restos de una población posterior que llega a la Gran Pirámide cuando esta ya había sido abandonada y se asienta en esta plataforma. No es el único altar, en la parte sur hay uno mal llamado ‘altar mexica’, cuya arquitectura es similar; hay otro más, en la esquina noroeste, también sobre rellenos de la cubierta de la Gran Pirámide. Los tres son de la misma época y son posteriores al abandono de la estructura”, refirió Suárez Cruz.
A su vez, el investigador emérito Zaid Lagunas indicó que los enterramientos tuvieron distintos tipos de ofrendas, entre vasijas, huesos, y en especial el sexo masculino tuvo una cantidad mayor de ofrendas, entre ellas una vasija antropomorfa, una vasija silbadora, que tiene una carita sonriente además de adornos con plumas y chalchihuites.
“Esta ofrenda fue muy especial para estos individuos. (El arqueólogo Eduardo) Noguera pensaba este altar había sido hecho específicamente para estos individuos, hay algunas otras opiniones que dicen que los personajes fueron sacrificados y enterrados en este lugar como ofrenda al altar”, concluyó el antropólogo físico.
La ofrenda al Altar de cráneos esculpidos se podrá admirar de manera controlada y no masiva, a través de las ventanas que protegen los restos óseos, de 10 a 17 horas, hasta el domingo 2 de noviembre. La entrada a esta sección no tendrá costo. La zona arqueológica de Cholula se ubica en avenida Morelos y 8 Norte, en San Pedro Cholula.