Melibea y Celestina se abrazan por la cintura y miran de frente al espectador que recorre con su mirada el sutil grabado -de apenas unos 10 centímetros- que las contiene. Firmes, sus siluetas -la primera espigada y desnuda, la otra encorvada y vestida de negro de pies a cabeza-, representan la complicidad de una y de otra para configurar el amor, la pasión, la entrega carnal, el erotismo, el desvarío y el nulo pudor.
Ambas son las figuras centrales de La Celestina, pieza clave de Renacimiento y la literatura española escrita por Fernando de Rojas hacia finales del siglo XV, la cual sirvió de inspiración para la llamada Colección 347 hecha por el artista español Picasso entre 1968 y 1971.
Picasso: el erotismo de La Celestina es el nombre de la exposición que contiene esta colección poco conocida del pintor español: una serie de 66 grabados en aguatinta, aguafuerte y punta seca, que pertenecen a las Fundaciones Funiber, de España, y Green Carson, de Puebla.
Abierta desde este 7 de febrero en el Museo Internacional Barroco (MIB) y hasta el 7 de marzo, con una inauguración previa este jueves 6 cargo de funcionarios, la exposición es la primera montada y curada por la actual administración estatal que busca hacer del recinto un espacio que acoja lo mismo figuras del arte internacional -como el propio Picasso-, que convivan con artistas nacionales y locales -como sucede con la muestra Ocupación que reúne a cinco creadores radicados y/o nacidos en Puebla-,
Eduardo Fregoso, subdirector de Curaduría en el MIB, señala que la idea es que el “espacio sea de poblanos y para poblanos, no sólo de vocación turística, sino de vocación comunitaria”. Se trata, confió durante un recorrido, de hacer que este museo que está por cumplir su primera década, se sociabilice y “Puebla haga suyo el Barroco, que no se sienta la barrera entre la comunidad poblana y el museo”.
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Particularmente, sobre Picasso: el erotismo de La Celestina, advierte que es tomada bajo una luz propia: aquella que mira el erotismo evidente de la obra con delicadeza, que propone ver a sus protagonistas -Melibea, Celestina y otras figuras femeninas- con mayor respeto y distanciamiento formal.
Ello, porque si bien Fundaciones Funiber y Green Carson propusieron un propio eje curatorial que aparece visible en el texto de sala, el equipo del MIB propuso una curaduría propia apoyada en la museografía de Gustavo Ramírez, basada precisamente en el respeto a la temática erótica de la serie de Picasso.
Dividida en tres grandes núcleos, menciona el curador, la exposición propuesta en el MIB permite “reinterpretar, no modificar” la serie completa de 66 grabados, siendo la apuesta el trabajo con “la museografía y la temática narrativa” pensada para sacar “jugo visual y de contenido”, y con el perfil lúdico y pedagógico pensado para los menores.
Por tanto, Picasso: el erotismo de La Celestina inicia con la mirada íntima propuesta por Gustavo Ramírez sobre las piezas: grabados pequeños que juegan con las dimensiones de la tipografía, que abordan el tema del erotismo “de una manera más suave, más gradual”, con obras puestas en nicho o vitrina para verse detenidamente, dando “una primera mirada sobre el abordaje del desnudo de Picasso en el grabado”.
La segunda sección exhibe un video de dos minutos sobre el proceso de “lo que implica hacer un montaje de Picasso en el MIB”, así como otro que aborda la técnica del grabado a la punta seca, agua tinta y aguafuerte, siendo este el aporte didáctico del montaje en Puebla; y uno más sobre la temática de La Celestina, también llamada a Tragicomedia de Calisto y Melibea.
La tercera parte presenta una museografía que llama a entrar de manera sigilosa y atenta, haciendo que el espectador se acerque con curiosidad, en un ambiente de complicidad y de intimidad. “Hay grabados de contenido más indiscreto en donde la Celestina hace esa labor de vinculación, de negocio y manipulación”, indica Fregoso, al destacar aspectos curatoriales, de arquitectura museográfica y de diseño que buscan atender a todos los públicos asistentes al MIB.
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