Otros medios, otros mundos. Nuestros medios, nuestros mundos es el lema de la campaña positiva sobre las radios comunitarias que en el mes de mayo se lleva a cabo para contrarrestar los efectos negativos de la campaña “se busca por robo” difundida por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Quienes lanzaron la campaña afirman, “Queremos apostar por la idea de que estos medios nos reflejan en toda nuestra diversidad, que son nuestros, de tod@s. Una campaña que hable de lo que hacemos, de lo que somos, una campaña que nos fortalece a tod@s.” Acá va mi contribución.
Hace una hora más o menos que avanzamos lentamente por un sinuoso camino de terracería. Levantamos mucho polvo al andar. En medio de la nube opaca se vislumbra un paisaje maravilloso. Vegetación, cañadas, nubes. Se respira aire puro y paz.
Enciendo la radio en el vehículo. Sintonizo la frecuencia buscada. La señal es débil al inicio y se oye con algo de interferencia, pero a medida que avanzamos se vuelve más fuerte. Escuchamos voces que nos hablan en lengua indígena, música de bandas locales cargadas de tradición, avisos importantes sobre salud, un programa de género en español, otro de noticias nacionales e internacionales. Es el momento de Kalimán, sigue música variada. Pasan las horas y la comunidad nos acompaña en el auto por el camino que nos lleva hasta las instalaciones de la radio.
Llegamos a la comunidad, a la radio. Gente entra y sale, pasa a saludar, a dejar maíz o panela. Algunos vienen a pedir que se dé un aviso. Hay chicas y chicos trabajando en un guion para unas cápsulas. Quien opera presta atención a la consola, a la hora, a la programación.
La radio no está en el centro de la comunidad pero sí está al centro de la misma. Es parte importante de la vida cotidiana. A la mañana muy temprano uno camina por el pueblo y puede oír la radio desde las casas. En el campo las radios de transistores acompañan la jornada. Por las tardes la música se escucha en la plaza donde están reunidos jóvenes.
La lengua (náhuatl, mixteco, zapoteco, mixe, triqui, maya, entre muchas otras) se escucha en la radio, se siente viva, se mueve y entra por los oídos, pasa por el corazón y nos lleva a los pies, a las manos. Las voces de mujeres, hombres, niñas y niños en la radio no son voces ajenas, distantes. Son Lupita, Melquiades, Pera, Maricruz, Abisaid, Juan José, Jaime, Mayte, Karla, Mariana, Beto, Élfego, Inocencio… Lo que dicen les importa, me importa, nos concierne, nos enseña, nos une.
La radio consolida la comunidad, afirma lazos, fortalece la lengua. La radio está viva, en movimiento, en armonía.