Una de las preguntas fundamentales que los votantes nos haremos el próximo 2 de junio, es ¿si estamos mejor o peor que hace 6 años? Sufragaremos de acuerdo a la experiencia, valores que hemos vivido. Sin embargo, más allá de la propaganda de periodistas, comentaristas, opinadores de todo y un largo etcétera en favor o en contra de cada una de las tres opciones en campaña, existe un conjunto de criterios o indicadores para normarnos una opinión lo menos subjetiva posible.
La realidad no es blanca o negra, sino una extensa gama de grises, es mucho más compleja de las opiniones esquemáticas, superficiales y finalmente absurdas que hoy los medios deschayotados expresan. De entrada, los indicadores como temas de toda política pública, lo representan, al menos, los siguientes: economía, gobernanza, seguridad, educación, salud, bienestar, política exterior, comunicaciones, urbanismo, ciencia y tecnología, cultura, vivienda y ambiente. Temas que debemos revisar.
Un análisis de lo ocurrido, obliga a revisar el tema ambiental, los recursos naturales y conservación y las ciudades e industria, lo que implica la exploración de los siguientes temas involucrados: energía, agua, alimentos, suelos, biodiversidad, bosques y selvas, costas, mares, ciudades, industria, educación ambiental y cambio climático. Entre éstos, hay conexiones y sinergias. Un primer acercamiento, revela el estancamiento en los temas de energía y agua y un avance muy notable en el de los alimentos (Sembrando Vida y Agricultura para el Bienestar). Igualmente, no se avanzó en costas y mares y lo del cambio climático estuvo ausente en el proceso de la 4T, aunado a que el huracán Otis fue considerado el mayor desastre climático del planeta de 2023 por la Organización Meteorológica Mundial, con al menos 47 personas fallecidas y 32 desaparecidas, ocasionando pérdidas económicas en Acapulco estimadas en 15 mil millones de dólares.
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Otro tema. Sobre la democracia electoral, la representativa, es una ficción promovida por las minorías explotadoras del trabajo humano y de la naturaleza para mantener a los ciudadanos creyendo que son sujetos libres de elegir. Es una fórmula limitada ante la democracia participativa, comunitaria o radical (Luis Villoro. El poder y el valor 1997). En las democracias radicales, la comunidad concreta ubicada en su territorio, toma sus decisiones con base en la fraternidad, el mandar obedeciendo y el bien común del todo. Tenemos varios ejemplos de lo anterior: los caracoles zapatistas en Chiapas; varios municipios encabezados por Cherán en Michoacán y Guerrero; la Sierra Norte Puebla, donde 450 comunidades de 25 municipios de han realizado 32 asambleas regionales en defensa de sus territorios, y, Oaxaca, donde 417 de los 570 municipios nombran a sus ayuntamientos por el sistema electoral de usos y costumbres, es decir.
Cuando los poderes económicos, nacionales o globales representados por los partidos de la derecha pierden en la democracia electoral, la dinamitan de inmediato. Hoy el INE, que maneja un presupuesto descomunal, debería organizar foros ilustradores con la participación de investigadores, que ofrezcan datos duros y estadísticas confiables acerca de la situación del país en los temas arriba señalados. La difusión de evidencias con fundamento científico debería ser una tarea obligada. Con ello los ciudadanos tendríamos información objetiva al votar. La democracia, cualquiera que sea, sin conocimiento no es democracia.
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