El pueblo de México, con su Presidenta, Claudia Sheinbaum, han iniciado la histórica tarea de consolidar la Cuarta Transformación de nuestro país, decidida por 36 millones de mexicanos en un proceso electoral en el cual la derecha utilizó todas las marrullerías que le fueron posible, mostrando, así, su decadencia moral y política.
México, con Andrés Manuel López Obrador, inició el cambio para transformar tanto el modelo económico, caracterizado por relaciones sociales de producción que favorecen la concentración de la riqueza y el aumento de la pobreza de los trabajadores de la ciudad y el campo, como el sistema político dominado por la corrupción y una democracia trunca que alentaba el autoritarismo y donde todo se decidía por la connivencia entre las cúpulas del poder económico y el poder político.
El nuevo proyecto económico–social, iniciado por AMLO, significó llevar a cabo una política social sin precedente que, sustentada en las transferencias monetarias a millones de familias, se acompañó de una agresiva política salarial y de bienestar que, en el sexenio que concluyó el 30 de octubre, permitió a 9.5 millones de personas salir de su situación de pobreza; devolvió al pueblo la dignidad que perdió con el neoliberalismo, así como la claridad en los propósitos que se persiguen en un gobierno que es el suyo, sobre todo, se renovó la esperanza en otro mundo posible, justo, democrático, solidario y fraterno e impulsó la transformación del Poder Judicial, para reforzar la división de poderes, cuyos integrantes de cada uno de ellos sea elegido por el pueblo.
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El amplio apoyo ciudadano otorgado a la Cuarta Transformación da legitimidad democrática al nuevo gobierno para iniciar la construcción del “segundo piso” de la Cuarta Transformación, lo cual exige continuar con la misma fuerza la transformación de las relaciones sociales económicas y políticas que mantienen y perpetúan la desigualdad social. Claudia Sheinbaum fue elegida para emprender esa tarea y seguramente lo hará.
Las expectativas de la sociedad sobre el nuevo gobierno son muy altas y, ahora, se tendrá un sistema judicial que acercará el derecho a la justicia; se acabará con la impunidad, para lo cual la aplicación irrestricta de la ley es el único camino.
Dado el mapa político del país, no debe extrañar que las críticas a cuestiones particulares de la transformación puedan, y deban, provenir de quienes apoyan el proceso transformador. En este caso, sin duda, un papel importante para impulsar la participación social lo tiene Morena, que debe reorganizarse para fortalecerse y participar en la construcción del poder popular, donde los ciudadanos no solamente elijan, sino que también decidan el rumbo de su sociedad.
Por último, podemos decir que las condiciones para impulsar la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación, encuentran terreno fértil, pero no exento de problemas, algunos reales y otros provocados por quienes se oponen al cambio. Hay que superarlos todos. En el lapso que comenzó el 2 de junio y concluyó con el inicio de octubre, López Obrador se ha dado a la tarea de mostrar a la Presidenta Claudia Sheinbaum como se han concretado las bases del proyecto alternativo, que la población ha hecho suyo para bien del país. Andrés Manuel López Obrador sembró en tierra fértil, la cosecha será abundante: México se transforma.
El pueblo está de pie, Claudia Sheinbaum está “lista para lo que viene”, tiene fuerza y capacidad de conducción, el ambiente democrático alienta la participación popular. ¡La construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación va!¡
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