No debe ser nada fácil hacer de segundo de Max Verstappen, que en Red Bull lo domina todo, desde la cúpula hasta el último tornillo. Y está la presión externa, con pilotos de la talla de Carlos Sainz buscado acomodo para la próxima temporada. Pero en Suzuka, el tapatío se portó a la altura y la escudería austriaca hizo 1-2, lo que no debería sorprender demasiado… pero ocurría por primera vez en el año.
Descontada la nueva victoria de “Mad Max”, el secreto estuvo en la Q3. Es frase conocida que Pérez falla bastante en las pruebas de clasificación y en cambio gestiona muy bien la carrera. Pero, claro, si en la parrilla sale ya mal colocado, muchas veces no le alcanza para llegar al podio. Que es lo que venía sucediendo. Pero en Japón, Checo salvó ese bache, se puso las pilas desde la víspera, arrancó segundo al lado del holandés y los demás no les vieron el polvo. Detrás de ellos entraron los Ferrari –Sainz por delante de Leclerc–, si bien entre una escudería y otra media un abismo. Sigue siendo admirable lo de Alonso (6º), que saca agua de las piedras al volante de su modesto Aston Martin, delante del cual Norris consiguió colar su McLaren. Luego entraron Rusell (Mercedes), Piastri (McL), Hamilton (Mercedes) y Tsunoda (RB).
La clasificación de pilotos casi calca el resultado del GP de Japón: Verstappen (77), Pérez (64), Leclerc (59), Sainz (54), Norris (37), Piastri (32), Alonso (24) y por fin Rusell y Hamilton, los dos náufragos de una Mercedes en años bajos. Ahora, lo que Sergio Pérez tiene que hacer es permitir que crezca su subliderato hasta hacerse inalcanzable, convertirse en habitual del podio y ganar por ahí alguna carrera. Todo pasa por hacer buenos tiempos de clasificación para iniciar cada prueba al lado de Max el intratable.
El Puebla resucita cadáveres. Cadáveres futbolísticos, se entiende. Como el Chicharito, viajado, añorado y olvidado, que vio transcurrir 14 años antes de poder anotar otra vez para sus Chivas y abrió felizmente el marcador (37´) para poner en ventaja a su equipo el sábado, en el Akron. Ventaja que Erick Gutiérrez y Alvarado ampliaron en un santiamén (57´y 59´), el segundo a un espléndido servicio, rodadito, con todo y moño, que le puso para que se atracara de balón Sebastián Olmedo, que porta la casaca “3” del Puebla, pero tampoco es el único que parece jugar en contra, pues todo el cuadro bajo poblano es una pichancha.
Ya con el 3-0 Chivas se confió, sus contenciosos y atacantes entraron en estado de hibernación y la defensa –Orozco, Mozo—se dieron a imitar a sus colegas de enfrente, y por poco la inoportuna siesta les cuesta el empate. Pero los goles de De Buen (89´) y Herrera (90+3´) llegaron cuando ya era muy tarde.
Jornada 14. Se estrenó con dos triunfos visitantes (Mazatlán 0-4 Pumas y Xolos 2-3 Necaxa) y resulta que la gente se divirtió. Gol de antología del “Chino” Huerta –el tercero de Pumas—y cátedra del armador che Paradela, que hizo doblete y manejó a su Necaxa con clase y autoridad notables. Y sigue sin ganar el equipo del “Piojo” Herrera, y eso que el viernes vencía 2-1 a falta de diez minutos.
Por lo demás, hay nuevo líder. Por un rato se pensó que el elegido era el América gracias a su empate con Santos en Torreón (1-1) y al amparo de una jornada que venía cargada toda del lado visitante, pero ayer, en la Bombonera, el Toluca sacudió al Atlas como a un pelele (4-1) y, por diferencia de goles, trepó a lo más alto, con los mismos 29 puntos de las Águilas de la televisora dueña del futbol mexicano y todo lo que por ahí se mueve.
Efectivamente, las victorias visitantes se habían sucedido en cascada (León 0-2 Querétaro, ¡Tigres 0-3 Pachuca!), que el Puebla no se sumara a esa corriente entraba en lo irremediable, pero con Cruz Azul venció al fin un equipo local –doblete de Antuna para doblegar a un Monterrey aplanado (2-1)—, y la felpa al Atlas en territorio choricero torció por completo la tendencia y encumbró a la escuadra de Renato Paiva; por cierto, el fiestero Vega volvió a anotar.
El Mallorca del Vasco. Confiesa Javier Aguirre que nunca hubiera esperado volver a dirigir en Europa cuando la directiva del Mallorca le lanzó aquel desesperado SOS de finales del campeonato 2022-23 por si accedía a jugarse una última carta con un equipo que parecía condenado al descenso. Al final, el Mallorca no descendió, firmaron al Vasco por una temporada más, que el equipo balear viene sorteando con bastante suficiencia. Y otro milagro: nadie esperaba que, pasito a paso, se fuera acercando a la final de la Copa del Rey, y resulta que, a la chita callando, los mallorquinos fue dejando fuera a varios equipos de tercera, de Segunda, y entre los de Primera, en semifinales, a la Real Sociedad, que sabe jugar bien de verdad aunque con intermitencias. Total, que la final del segundo gran torneo hispano, el sábado en Sevilla, que está de feria, vio frente a frente a un histórico, el Athletic de Bilbao, y a un equipo que nunca en la vida alcanzó semejantes alturas: el Real Mallorca, con Javier “El Vasco” Aguirre en el banquillo, ya completamente canoso.
Se jugó con el cuchillo entre los dientes, cero exquisiteces, a puro empuje y pierna fuerte. Se fue por delante el Mallorca (Dani, 20´), por un momento su gente soñó con la gloria, pero un rugido de leones –como se conoce a los de San Mamés—los despertó y devolvió a la realidad (Sancet, 50´); prosiguió la lucha de voluntades sin que ninguno cediera, y luego de 120´ de fiera contienda hubo que recurrir a los tiros de desempate. Y fue ahí donde los pupilos del Vasco se vinieron abajo, ya se sabe que los porteros del país Vasco son muro infranqueable, y esta vez tocó a Aguirrezabala, que les detuvo dos lanzamientos, emular al legendario “Chopo” Iríbar, presente en la Cartuja sevillana a sus 81 años ilustres para festejar con la multitud que acompañó a los leones bilbaínos su victoria copera número 23 (la primera, en 1903). El festejo se extendió por todo Vasconia y todavía dura: no es para menos, la última Copa levantada por los leones data de 1984, cuando le ganaron la final al Barcelona de Maradona y Schuster (1-0).
Epopeyas antiguas y modernas aparte, la gesta de Aguirre y los suyos merece algo más que un cálido aplauso.
Isla en llamas. La isla es Inglaterra, y a quienes que viven y laboran de cara a los vientos helados del Mar del Norte, o habitan bajo la bruma londinense, no les debe caer nada mal el calor que acompaña este año el cierre de la Liga Premier. Pues resulta que, a falta de siete jornadas, la tabla está así: Arsenal (71), Liverpool (71), Manchester City (70). La ventaja de los cañoneros sobre los reds radica en su mejor diferencia de goles (+51 vs + 42, o sea 9 de diferencia), que es lo que define el título en caso de empate a puntos. Pero serán siete jornadas a fuego lento, y el calendario parece más benigno para los de Anfield que con los otros dos, siendo el líder Arsenal quien en apariencia la tiene más complicada.
Pero nunca se sabe, Véase lo de ayer en Old Trafford: Manchester United-Liverpool, el clásico de todas la vida; ya los otros dos candidatos al título habían salido vencedores de sus encuentros de la fecha 31 (Crystal Palace 2-4 ManCity y Brighton 0-3 Arsenal), y los rojillos de Jünger Klöpp son por ahora bastante más que unos devils de bajada y con su defensa titular en el hospital. Liverpool libró con bien la salida tipo cohete del local, pasó a dominar con holgura y no tardó en hacerse presente en la pizarra (Luis Díaz, 22´). Por lo demás, el primer tiempo pudo acabar en goleada, así de superior se mostraba la escuadra visitante, que desperdició oportunidades a decir basta. Pero una entrega equivocada en una acción común derivó en gol desde muy lejos del portugués Bruno Fernandes (50´), se descompuso anímicamente el Liverpool y, en un giro y una resolución genial, un novato de la cantera del United, Koobi Mainoo, le dio vuelta al partido (63´); hasta que uno de los suplentes de la zaga local se barrió tarde y mal sobre Elliot, y Salah, desde el punto de penalti, no perdonó (83´). Que si no…
Y eso que el Liverpool fue un torrente ofensivo –¡28 remates a puerta para dos míseros goles!–. Pero así están las cosas en el Reino Unido. Y por ahí seguirán hasta el 19 de mayo, que es cuando la Premier va a bajar el telón. Ese día, como es normal en ligas y países serios, todos los partidos se jugarán a la misma hora: 9 de la mañana, tiempo de México.