La ceremonia ritual de los voladores, un rito prehispánico asociado a la fertilidad que practican diversos grupos étnicos desde México hasta Centroamérica que hace 11 años fue declarado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, fue nuevamente motivo de reunión entre sus portadores de la tradición.
Días atrás, un total de 12 agrupaciones de voladores de Puebla se reunieron en el municipio serrano de Huauchinango para participar en el primer Encuentro para la preservación del Ritual de voladores en el estado de Puebla, para poner en alto el valor simbólico de este ritual asociado al pedimento de lluvia y de agradecimiento de la salud.
El acto fue organizado por el gobierno municipal de Huauchinango y la Secretaría de Cultura (SC) de Puebla, giró en torno a diversas mesas de trabajo, exposiciones de atavíos y muestras del ritual, enfocadas a la salvaguardia, conservación y difusión del patrimonio cultural inmaterial, así como de las manifestaciones bioculturales del estado.
En la clausura, el titular de la dependencia, Sergio de la Luz Vergara Berdejo, dijo que este encuentro forma parte de un plan de trabajo estratégico e incluyente en materia cultural, instruido por el gobernador Miguel Barbosa Huerta, que pretende incentivar la investigación, el rescate y la protección de expresiones vivas heredadas de generación en generación, sobre todo en los pueblos originarios.
Acotó que el ritual de voladores se ha preservado con el esfuerzo de niños, jóvenes, mujeres y hombres que se han encargado de transmitir su conocimiento para preservar el patrimonio, la historia y las tradiciones, algo “que se había dejado en el olvido”.
El secretario de Cultura Sergio de la Luz Vergara y el presidente de Huauchinango, Gustavo Adolfo Vargas, entregaron el Bastón de Mando al edil de Zacapoaxtla, Ebodio Sanos Alejo, con el que adoptó el compromiso de efectuar el siguiente encuentro, para 2021, en dicho municipio.
Declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 30 de septiembre de 2009, de la Ceremonia ritual de los voladores se tiene evidencia de su existencia desde el año 600 antes de esta era en común, y se define como una ceremonia que expresan principios y valores fundamentales de la cosmovisión indígena.
De acuerdo a la tradición totonaca, se cuenta que, en épocas lejanas, durante un periodo de sequía y hambruna, los sabios ancianos enviaron a mensajeros-sacerdotes (los voladores) para brindar ofrendas a los dioses y pedirles la lluvia que fecundaría la tierra.
Esta leyenda pervive en la región del Totonacapan, ubicada a lo largo de la costa veracruzana y en la Sierra Norte de Puebla, donde se observa esta práctica con mayor arraigo, como sucede en el municipio de Papantla, Veracruz, o en Cuetzalan del Progreso, Puebla.
No obstante, diversos grupos étnicos como los totonacas, nahuas, otomíes y mayas quichés, entre otros, realizan la danza del volador con variaciones.
El vuelo es la parte final de la ceremonia, que se inicia desde la vestimenta (muchas veces elaborada por los mismos voladores) y una preparación espiritual previa, que requiere de alguien que se juega la vida. El proceso incluye la búsqueda del palo sagrado, su corte, arrastre y levantamiento, la danza previa, la petición de perdón al bosque y el montaje de un altar.