Crónicas de Fernando Castellanos es el libro dedicado a este pintor poblano nacido en 1937, cuyo imaginario está poblado de memorias, recuerdos de lo que fue la Puebla de los años 40 y 50 del siglo anterior, tanto en sus personajes como en sus espacios, así como el humor y la picardía característica de la idiosincrasia mexicana.
Pensado como un catálogo de obras, el volumen editado por la Secretaría de Cultura de Puebla solamente de manera digital, contiene no sólo parte de la obra de este prolífico artista así como los textos de los investigadores Mariano Castellanos Arenas e Isabel Fraile Martín.
“El catálogo de obras que el lector tiene en sus manos muestra, de manera excepcional, el oficio que el artista Fernando Castellanos dirige hacia el género costumbrista, una tipología del arte que en términos pictóricos tiene larga tradición en México y, particularmente, en Puebla”, apuntan Isabel Fraile y Mariano Castellanos en este libro virtual que se puede consultar y descargar libremente.
Acotan que “la pintura costumbrista pone especial interés en trasladar al lienzo las características propias de una región, un país o un territorio concreto”.
Distinguen que “eso es lo que precisamente hace Castellanos a lo largo de su carrera: representar la historia de Puebla de los últimos setenta años con tal veracidad y acierto, que genera detalles de realidad que no escapan a nuestro tiempo porque siguen formando parte de la urbe de nuestros días”.
Añaden que al mirar su obra, el espectador se convierte en un cómplice “de su manera de mirar el mundo, pues en realidad miramos a través de sus ojos; por un instante nos convertimos en artistas”.
Definen que “la magia de su obra, su talento creativo y su amplia carrera van más allá de este catálogo. Fernando es heredero de una importante dinastía de artistas locales que, con gran talento y generosidad, nos han regalado a lo largo del tiempo estas miradas frescas hacia nuestra hermosa Puebla, la que ahora, desde su propia trinchera, él también reinventa”.
Luego, al encargarse de la semblanza del pintor, Mariano Castellanos afirma que “a lo largo de su trayectoria artística, Fernando Castellanos realizó innumerables obras basadas en el costumbrismo, el realismo, el surrealismo y el arte abstracto”.
Asimismo, que “algunas técnicas de su predilección han sido el óleo, el acrílico, la acuarela y técnicas mixtas”, con las cuales ha ido “experimentando con diversos materiales” para crear un estilo propio.
“También ha incursionado en el grabado, la ilustración y la escultura, con infinidad de temas, personajes y paisajes, tanto rurales como urbanos”, apunta.
De igual forma, el investigador considera que “la obra de Fernando Castellanos Centurión, urbana, onírica o abstracta, sin lugar a dudas constituye una herencia cultural”.
Ello, acota, porque “ha creado todo un universo con su trabajo, no solo un estilo y una escuela, sino una manera de vernos a nosotros mismos”, a la par de que “con una gran destreza y dominio del oficio ha entablado un diálogo con el escenario, la trama y el drama a través de la pintura, reconstruyendo desde sus recuerdos una nueva historia de Puebla”.
Por su parte, en el apartado Acercamiento estético, la también investigadora Isabel Fraile Martín menciona que la obra de Fernando Castellanos Centurión que fue seleccionada para el libro “exhibe una buena parte de la producción de este autor que reflexiona de forma especial acerca de su entorno inmediato”.
Indica que “esta característica se aprecia en una notable selección de piezas que están encaminadas, en gran medida, hacia temáticas populares en las que es fácil advertir su discernir creativo, enfocado en rescatar su mundo más personal y cercano”.
La catedrática universitaria apunta que en “su carrera, amplia y prolija, aborda temáticas diversas que van desde incursiones en el imaginario mexicano tradicional hasta la búsqueda de elementos que nos remiten al aspecto surrealista del arte, pasando por un mundo íntimo y relajado, que nos conduce al contexto rural, donde explora los límites de la luz y el paisaje”.
No obstante, completa Fraile Martín, para los intereses del texto se referirá a su “producción costumbrista, notable y abundante en su trayectoria, en la que de forma extraordinaria se regocija en el tejido urbano de Puebla hacia donde, sin lugar a dudas, se dirigen todas nuestras miradas”.
Añade que el catálogo de obras “muestra de manera excepcional el oficio que el artista apunta hacia el género costumbrista, una tipología del arte que en términos pictóricos tiene larga tradición en México y, particularmente, en Puebla”.
Explica que “la pintura costumbrista pone especial interés en trasladar al lienzo las características propias de una región, un país o un territorio concreto”, siendo eso lo que hace Fernando Castellanos a lo largo de su carrera: “representar la historia de Puebla de los últimos setenta años, con tal veracidad y acierto que genera detalles de la realidad que no escapan a nuestro tiempo, porque siguen formando parte de la urbe de nuestros días”.
En la obra de Fernando Castellanos aparecen la pareja de recién casados, los parroquianos de las viejas pulquerías ahora inexistentes, la fiesta popular de los XV años que se realizaba en las vecindades o el jolgorio que se hacía en las antiguas peluquerías del Centro Histórico.
El pintor, quien durante más de 30 años se desarrolló como profesor en la Academia de Bellas Artes de Puebla, se ha caracterizado por “pinta directo”, es decir, desde lo que ve y desde su memoria, y también desde su imaginación que es un poco surrealista, como en aquella escena donde un ángel la hace de fotógrafo, mientras el rostro de la mujer retratada aparece como un negativo, es decir, en blanco y negro.
Expertos, incluso, han definido a Fernando Castellanos como un pintor que tiene la esencia de Diego Rivera, de Antonio Ruiz el Corcito y de la Escuela Mexicana de Pintura, con la diferencia que él ha tomado la temática poblana, a la que le agrega un aspecto barroco y su humor caricaturizado.