Texto leído en la inauguración
de “Carteles por Ayotzinapa”
en la Ibero Puebla
A la memoria, para que
nunca olvidemos.
Buenas noches a todas y a todos. Hace algunos meses, Jorge Basaldúa, querido colega de la Ibero Puebla, me llamó al celular. No alcancé la llamada, al otro día me volvió a marcar, justo para compartirme que estaba en Acapulco y que el día anterior había visto un cartel con un fragmento del texto que escribí, hace casi dos años, sobre la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa. Me conmovió muchísimo. Ya Pablo Reyna, otro querido colega de la Ibero Ciudad de México me había enviado hacía un rato la imagen del cartel, justo cuando se presentó la exposición en el D.F.
Debo decir que el texto ha girado por el mundo y que he recibido muchos correos, algunos para pedir permiso para su publicación, otros para compartir que fuera parte de algún performance, lectura de poemas, o algún acto para recordar a los jóvenes desaparecidos. Así, ha sido leído y escuchado en Canadá, en Francia, en España, en Guatemala, en Chile, en Argentina, y en varias ciudades de México. Lo digo, no para auto–elogiarme, sino porque me parece que esto da cuenta de que el dolor por la desaparición forzada es universal.
Lo que hoy vivimos en México y que también sucede en otros países, es una guerra contra aquellos que representan un peligro para un proyecto político y para un proyecto económico. No es la mano invisible, no es el estado omnipresente. Son personas con nombre y apellido que en este país como en muchos otros, defienden a muerte lo que Teresa Forcades llama no una necesidad, sino un privilegio.
Después de Ayotzinapa, han venido muchas desapariciones más y han aparecido muchas fosas más, cientos. Las más recientes 58 fosas en el predio de Santa Fé en Veracruz; o las de Tetelcingo en Morelos en donde expertos de la UAEM y de la Fiscalía encontraron 117 cuerpos.
Pero también “el después de Ayotzinapa” ha significado de alguna manera una transformación.
No solo se hizo visible una situación que existía en México más allá de estos dos últimos años. También se fortaleció la participación de la sociedad civil: se conformó, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes Ayotzinapa, como una solicitud de los padres de estos jóvenes; se publicaron y difundieron los informes que resultaron de su trabajo, en donde marcan las irregularidades en las investigaciones y en las que minuciosamente van reconstruyendo acontecimientos ignorados por las autoridades mexicanas, y en donde se muestra la participación de las policías. Hoy el mundo mira al gobierno mexicano de otra manera. Se formó como un grupo fuerte el movimiento de los Padres de Jóvenes de Ayotzinapa que además han dialogado y trabajado con otros movimientos de desaparecidos en México como Fundem–Fundec, o con las comunidades zapatistas. Todo esto ha significado una fuerte presión que derivó en la propuesta de ley para prevenir y sancionar los delitos en materia de desaparición de personas, presentada por Enrique Peña Nieto, con enormes limitaciones, pero al menos como un primer paso para un camino que se mira largo.
El reciente “Foro sobre desapariciones forzadas y desapariciones” que tuvo lugar en la Ibero Ciudad de México, abre una puerta para discutir y construir con elementos jurídicos un espacio que permita que los familiares tengan al menos la posibilidad de que lo que sucedió se reconozca como un crimen, que se conformen, desde el estado, las instituciones necesarias para atender este tipo de delitos. El rector, P. David Fernández SJ, entregó la propuesta para la conformación de una Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que en próximos días será entregado también en la Cámara de Diputados–as. Habrá que seguirle la pista a esta iniciativa.
Voy a hacer mías, con la cita correspondiente, las palabras de una joven guerrerense que interpeló a Rigoberta Menchú, cuando como observadora electoral invitada por el gobierno de guerrero, pidió un minuto de silencio por los jóvenes de Ayotzinapa:
“…no podemos seguir pidiendo un minuto de silencio por los desaparecidos, porque pedir un minuto de silencio por cada desaparecido y por cada asesinado en nuestro país es quedarnos callados eternamente…”.
Me parece que esta exhibición que hoy se inaugura, “Carteles por Ayotzinapa”, es parte de este no silencio, de esta lucha por mantener en la memoria, no para dolernos solamente, aunque también es necesario dolernos, sino para alzar la voz por esos otros y otras que ya no están. Por aquellos desaparecidos que encuentran voz en los que todavía podemos alzarla.
Muchas gracias.