“La indiferencia política y la apatía de
los ciudadanos, y la despreocupación del
Estado que no cumple con su obligación
de promover el bien común
son hijos legítimos, aunque
integrados, de la sociedad civil.
Zygmunt Bauman
En este año de 2024, se elegirán, a decir de los datos oficiales del Instituto Nacional Electoral, 20,286 cargos públicos, por lo que, para esa multitud de cargos públicos, de candidatos y de paso, para los partidos políticos que los proponen, está dirigida esta carta, divida en secciones de aquí, al domingo de las elecciones, si las condiciones lo permiten:
A todos los candidatos de los 20,286 cargos de elección popular:
En los últimos años se ha sostenido un debate frontal en los congresos, en los discursos, en las manifestaciones, entre las políticas públicas de izquierda y las políticas públicas de derecha, sin que se tenga en muchos candidatos el conocimiento pleno de lo que eso significa, incluso, hasta los defensores de unas u otras, se confunden al intentar materializar alguna de esas políticas y en la práctica, lo que sucede es que, se materializa la política opuesta, por lo cual, bien que vale la pena que se exponga que significa cada una de esas tendencias para los miles de candidatos a los puestos de elección popular que están apuntados y se definirán el dos de junio de 2024, unos esperando con apetito voraz ganar el cargo público y otros, solamente apuntados para ser comparsas de un sistema que cada día se visualiza más caduco.
Si desde que se conformó el Estado como hoy lo conocemos, que los cargos públicos deben de estar legitimados, es decir, debe de haber una razón por la cual se constituye el Estado, sus instituciones y los cargos públicos, entonces, deben de responder a la pregunta del ciudadano de a pie, de cual es la misión por la cual está el Estado y sus instituciones.
Así, contamos que, al irse formando los Estados, todos provienen de sistemas gobernados de forma autoritaria, totalitaria, absolutista, en donde el símbolo más claro, era la sentencia de Luís XIV: “El Estado soy yo”, expresado el 13 de abril de 1655, por el famoso: “Rey sol”, por ende, lo que se requería en la formación de los Estados, eran las libertades de los súbditos y convertirse por tanto, en gobernados, en ciudadanos, en población con ciertos derechos, desde luego que, los derechos que se necesitaban eran los derecho de libertad.
Por ende, la primera justificación del Estado como hoy lo conocemos es dotar, tutelar, proteger los derechos de libertad de los ciudadanos, pero para ello era necesario brindar seguridad jurídica, es decir, una serie de reglas que permitan saber que conductas están prohibidas, permitidas y obligadas, de tal forma que, no puede haber libertades sin esas reglas, no hay libertad sin seguridad jurídica, y de la seguridad jurídica se encarga el Estado.
Pero, los Estados dotando solamente de libertades, genera grandes desigualdades, hay una dicotomía, es decir, si se otorgan derechos de libertad, se restan derechos de igualdad, esto es que entre más libertades más desigualdades, por ende, el Estado también debe de prever sobre derechos de igualdad a los que hoy se denomina como: “derechos sociales”, léase: de salud, de alimentación sana, acceso al agua, a la educación, vivienda digna, etc. Pero, no se pueden dar en paralelo ambos derechos, ya que: “A mayor igualdad, menor libertad, y a mayor libertad, menor igualdad”.
Por lo cual, las políticas publicas que optan por los derechos de libertad, son las denominadas políticas publicas de derecha, en cambio, las políticas públicas que apuestan por los derechos de igualdad, son las denominadas políticas públicas de izquierda, pero, el problema actual es clarificar los derechos de igualdad, que no es nada fácil, porque la igualdad puede ser una igualdad simple o bien, una igualdad jurídica, en el primer caso, asumir esas políticas públicas, es tratar a todos por igual, a eso se le denomina “igualitarismo”, por ende, esa igualdad no es suficiente, es más es hasta peligrosa, por su parte, la igualdad jurídica, consiste en tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, de tal suerte que, brindar derechos de igualdad es mucho mas difícil que otorgar derechos de libertad, por eso es que, ahora que está de moda
brindar a nivel de dispendio en los discursos de los candidatos, derechos sociales, no pueden ser a todos por igual, sino que es necesario dotarlos de acuerdo a sus condiciones especiales.
Otro problema de las izquierdas, es que estas normalmente apelando a derechos de igualdad, asumen siempre la defensa del mas débil en cualquier relación, por ejemplo entre el patrón y el trabajador, están con el trabajador, entre la autoridad fiscal y el contribuyente, están con el contribuyente, como regla general, pero, en ocasiones los que pregonan políticas publicas de izquierda se confunden en quien es el sujeto débil en las relaciones, al grado de que entonces, apoyan al más fuerte y no al más débil.
El ejemplo es muy claro con la permisión del aborto, en donde en esa relación entre la mujer y el producto, defienden al más fuerte que en ese caso es la mujer, y dejan a su suerte al producto, por eso es que, gobernar bajo la insignia de políticas públicas de izquierda es más difícil que con la políticas públicas de derecha, se necesitan candidatos más preparados, más leídos, mejor asesorados, que desde luego, con esos miles de cargos públicos que están en juego el 2 de junio de 2024, no lo hay, por ello es que, en estas elecciones el sistema ha dejado a la población a su suerte. (Web: parmenasradio.org)