El filósofo y catedrático de la Universidad Autónoma de Puebla, Juan Carlos Canales, criticó que el denominado Barroco Museo Internacional (BMI) siga siendo un proyecto que no se discute desde la lógica y la racionalidad, sino a partir de la decisión que toman especialistas extranjeros y diputados “corifeos”, quienes no realizan un ejercicio crítico, sino que se limitan a levantar la mano en espera de que sea premiada su “lealtad” por el promotor del recinto, el gobernador Rafael Moreno Valle.
Durante su programa dominical El territorio del nómada, que se transmite por la radio universitaria en el 96.9 de la frecuencia modulada, el académico señaló que no discutir seriamente sobre la viabilidad del BMI es reflejo de una “sociedad cortesana”.
“En lugar de que el Congreso realice un debate serio, los diputados se convierten en un corifeo en el que se premia la lealtad, no la racionalidad legal, siendo reflejo de una sociedad que se ha desarticulado como tal frente a este muro del no debate”, dijo.
Agregó que es claro que el museo será un elefante blanco, ya que el museo barroco por excelencia es la ciudad. Por ello, preguntó: “¿En qué se apoyan para calcular la entrada de visitantes?, o ¿en qué datos racionales hay para hacer acuerdos con los museos?”.
Juan Carlos Canales llamó a que el tema se discuta bajo la lógica y la racionalidad, haciendo un cálculo de los beneficios de su construcción en relación al costo –los mil 390 millones de pesos que costará– y su ubicación, que será la zona de Angelópolis, cuando “la ciudad es nuestro museo”.
Notó además “lo superfluo y el infantilismo” que existe por parte del gobierno estatal, al presentar al arquitecto japonés Toyo Ito, quien será el encargado de la construcción del BMI, como “el mejor arquitecto del mundo”.
Esta denominación refleja el infantilismo del gobernador, quien lo nombra como “el mejor arquitecto del mundo” cuando existen fidisciplina. “Ello refleja que vive en un mundo de espejitos, mientras el gobernador haga un club de amigos para acrecentar y consolidar su personalidad infantil y el Congreso levante la mano, no habrá un ejercicio crítico”.