En comunidades rurales del municipio de Tepetzintla (abundancia de cerritos), a las que se llega transitando por la carretera poblana interserrana, grupos de trabajo campesinos e indígenas acompañados de jóvenes universitarios pertenecientes a alguna comunidad de la serranía o llegados de la Ciudad de México, trabajan y construyen proyectos surgidos de las iniciativas del Programa Sembrado Vida (SV) que la Secretaría del Bienestar impulsa y que coordina la maestra en Desarrollo Rural, María Luisa Albores.
Los jóvenes, técnicos sociales y productivos, un par por comunidad y los sembradores, campesino indígenas nahuas y tutunacuj, en este caso de Tlalquimpa, y el grupo Sepan Tikitine (trabajando juntos) nahuas de la comunidad de Chicometepec, cuentan las dificultades que viven al tener que trasladarse hasta Zacatlán para obtener servicios de salud o abastecerse de los productos necesarios para las familias, así como de los malos caminos y carreteras, de los problemas que había con el agua contaminada y la falta de luz. Y luego muestran con mucho orgullo mientras van explicando a detalle el desarrollo y avances de sus trabajos, que incluyen la instalación de invernaderos comunitarios y la producción de insumos para producir hortalizas.
Y es que en días pasados, para nuestra grata sorpresa, en estas comunidades pudimos constatar la actuación del programa SV en el estado de Puebla, en las que nos recibieron cuál día de fiesta con flores que colocan en nuestros pechos y cabelleras, al ritmo de los conjuntos musicales de huapangueros. En cada evento sobresale la presencia y participación de los jóvenes técnicos y becarios, sonrientes, organizados y vestidos con la indumentaria festiva indígena, preparados con cada comunidad para recibir a los coordinadores regionales de Papantla Huastecas, y a sus invitados de la UAP del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder).
De esta suerte, entre música de huapango, luego de danzar dos largas piezas de xochipitzahua, tuvimos el gusto de conocer a hombres y mujeres sembradores, y a los jóvenes técnicos y becarios que están trabajando para defender “el campo donde nace la vida”, señaló uno de los integrantes, y resaltaron que ya en los primeros meses de la llegada del programa pueden afirmar que se está reducido la migración, comentó un joven que migró muchos años a la Ciudad de México.
Entre los deliciosos guisados poblano–serranos, no pudo faltar un maravilloso mole al estilo serrano con los que nos deleitaron, mientras nos fueron narrando: Lo primero que hicimos fue decidir cómo queríamos que fuera nuestra comunidad, nuestras debilidades y fortalezas, y luego hemos ido aprendiendo o recuperado algunas herramientas de trabajo como el uso del “Aparato A”, la producción de biol o de bocachi, entre otros materiales ecológicos para sembrar las semillas y hortalizas en las parcelas del invernadero comunitario.
Asimismo, para cuidar la vida y el campo, los participantes hacen hincapié en la importancia de rescatar y trabajar reforestando mediante los métodos de cultivo MIAF (milpa intercalada con árboles frutales) y SAF (sistemas agroforestales), y así sembrar frutales: aguacate, durazno, manzana, pera, zarzamora y blueberry (mora, arándano), y maderables como ocote, encino y pino. Procedimeintos mediante los cuales se busca generar autonomía y bienestar familiar.
En el programa SV, uno de los componentes es la generación de empleos permanentes ($4500 y $500 para fomento del ahorro), no son ganancias individuales ya que cada uno representa a una familia, explicó la antropóloga Gabriela González Marquez, directora regional Veracruz–Huasteca; otros componentes son recibir plantas en sus lugares, contar con el acompañamiento de un técnico productivo y un técnico social, quienes se han trasladado a vivir en las comunidades, con quienes trabajan el programa integral de producción de básicos y frutales, así como talleres de prevención de la salud y fomento del ahorro y fortalecimiento de la cultura.
Los sembradores, campesinos indígenas nahuas y totonacos, emocionados expresaron su gran satisfacción y beneplácito: “nos sentimos animados y con esperanza”, ya pueden ver sus primeros resultados, y porque hacia mucho años que dejaron de tomarlos en cuenta: “Y ni siquiera nos veían”, señalan con insistencia el agradecimiento a la Secretaría del Bienestar.
Las comunidades de Tlalquimpa y Chicometepec forman parte del Centro Territorial Papantla que se compone de 20,000 sembradores campesinos, 200 jóvenes técnicos, 20 facilitadores, en este caso se trata del joven cuetzalteca licenciado Blas Eduardo Soto López, quien guió y acompañó nuestra visita, así como la licencida Lourdes Martínez Bautista, coordinadora territorial región Papantla de Sembrando Vida.
Destacan la importancia que tiene que entre los sembradores se propicia el cuidado mutuo y colectivo, así estimulan para que sus compañeros no se atrasen en los trabajos. La revisión de avances, análisis de problemas se trabajan en reuniones que se llevan a cabo dos veces al mes, en donde evalúan y comparten saberes con el acompañamiento del equipo técnico. Las unidades de trabajo organizado se denominan Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC). En cada una trabajan tres integrantes de Jóvenes Construyendo el Futuro, becarios vinculados con el técnico que es su tutor.
Finalmente, supimos que ya se comenzó a operar la primera etapa de vivienda y recibimos con mucho agrado una muy importante noticia: que el año próximo el Programa SV se extenderá a varios municipios de la entidad poblana, toda vez que en este año para operar en Puebla se tuvieron que tomar 18 000 hectáreas que correspondían al estado de Veracruz.