Una de las muchas cosas que ha logrado la Cuarta Transformación, es hacer una sociedad más franca, o si se quiere menos hipócrita. A lo largo de los últimos tres años, muchas máscaras han caído revelando la existencia de una doble moral, que se expresa en el doble discurso característico de la derecha. A muchos simuladores, hoy, los conocemos mejor, aunque pretendan seguir simulando algo que no son.
Entre otras de las máscaras caídas, se puede contar el proclamado “apoliticismo” de algunos empresarios creadores de fundaciones “sin fines de lucro”, desde las cuales financian a organizaciones políticas que les son ideológicamente afines; ahora sabemos quiénes son esos empresarios y militan abiertamente en la oposición de derecha sin ambages y son los promotores de la alianza del PRIAN y el patético PRD, con el fin de llegar a la Presidencia de la República, para volver a los tiempo en los cuales esos empresarios, “y algunos más”, eran los exclusivos beneficiarios del presupuesto de gasto de la federación.
Otra máscara caída, es la de los partidos que integran la alianza política electoral derechista. No hace mucho, todavía nos decían que el PRIAN no existía, que su unidad era imposible pues eran históricamente los polos opuesto del mapa política del país, ya que mientras el PRI decía sostener aún los principios de la revolución de 1910–17, el PAN se había fundado para detener las reformas cardenistas y evitar su persistencia luego de concluido el sexenio de Lázaro Cárdenas, en fin, era una ofensa hablar de la unidad de ambos partidos, de haberla se traicionarían así mismos. Pero de pronto, a espaldas de sus respectivas militancias, aparecen las cúpulas anunciando su unidad electoral (¿Primer paso para su futura unidad orgánica? Puede ser), únicamente para enfrentar a la Cuarta Transformación, es decir, sin programa electoral con una propuesta para alentar el desarrollo y el bienestar de la población.
Como solo se unen quienes tienen propósitos comunes, ni el PRI ni el PAN podían ocultar que, durante mucho tiempo, habían compartido posturas políticas similares y que, sus diferencias son secundarias, entonces se confirmó que el PRIAN existía, y existe, para cumplir un propósito común: llegar nuevamente al poder para restaurar el neoliberalismo. Reconocida la existencia del PRIAN, faltaba PRD, partido creado en 1989, después el fraude electoral que impidió a Cuauhtémoc Cárdenas llegar a la Presidencia de la República. Con el correr del tiempo, los fundadores del PRD abandonaron el partido cuando los Chuchos se apoderan de la dirección y el partido se desplazó a la derecha, aunque mantenían un discurso de izquierda, que no correspondía a su quehacer político, sin todo lo contrario, hasta que, obligado por la pérdida de militantes y votaciones cada vez más bajas, creyeron encontrar, en la alianza con el PRIAN y declarándose “socialdemócratas”, una tabla de salvación a su inminente desaparición. Ahora sí, la derecha se descara, ya no puedo ocultarse en un discurso donde se dice preocupada por los sectores más vulnerables; su propósito es la defensa de los intereses de quienes son responsables de una política económica determinante de la desigualdad y la pobreza de millones de mexicanos.
Larga sería la lista de las máscaras caídas, pero la más reciente vale la pena recordarla porque muestra la razón que tenían quienes hablaban de la inclinación derechista del INE y exigían a ese organismo “autónomo” se mantuviera como árbitro imparcial y no militante de alguno de los contendientes. Por supuesto, los consejeros que compartían la posición del consejero presidente, Lorenzo Córdova, negaban esas acusaciones y se “indignaban”, incluso, asumiéndose como la democracia, parloteaban diciendo que criticar al presidente del INE era atentar contra la democracia. Pero, resulta, que el jueves 25 de enero pasado, Lorenzo Córdova, el árbitro supuestamente imparcial y neutral de los procesos electorales en el país, asistió a la asamblea plenaria de los diputados del PAN, para formular una especie de agenda legislativa pidiendo a los diputados reafirmar su postura de oposición impidiendo la reforma electoral, cuya propuesta será presentada próximamente por el presidente López Obrador, es decir, se opone, Córdova, a lo que no conoce, exactamente como lo hace permanente la derecha en México. Sin embargo, Córdova insistió y les pidió a los diputados panistas que se mantuviera la actual legislación para concluir: “es necesario avanzar en la lógica de mejorar lo que tenemos y no reinventar el sistema electoral” (La Jornada, 25–01–22: 12). La reunión concluyó, ratificando los diputados panistas, que “defenderán al INE”. ¿A cambio de qué? Pr supuesto no se informó, pero es evidente que cualquier compromiso político es benéfico para las partes.
En fin, más allá de las propuestas que hizo Córdova en la reunión, está el hecho de que su actitud lo muestra como militante o simpatizante del PAN, lo cual lo descalifica como árbitro neutral en las contiendas electorales.