Yiria Escamilla
A la memoria del profesor
Jonathan Cortés Gallardo,
desaparecido, torturado y asesinado.
“Yo soy la mamá de Óscar Antonio López Enamorado. Se conmemoran 15 años de la desaparición de mi hijo (…) se instaló esta imagen grande frente a Palacio Nacional porque son justo 15 años de impunidad, 15 años de que el gobierno mexicano y el de mi país (Honduras) no han hecho nada o lo suficiente para encontrar a mi hijo”, así lo comentó Ana, tras hacer una protesta en el zócalo de la Ciudad de México, el pasado 19 de enero. Óscar, desapareció en Jalisco en 2010, como otros miles de migrantes, que mueren o desaparecen en tránsito.
Al ser un país puente al sueño americano, no se cuenta con cifras veraces que dimensionen las desapariciones de extranjeros, una cifra de entre 10 mil a 30 mil, suena moderada para las ONGs que atienden el tema. Mientras que al consultar el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, RNPDNO, sólo existen datos generales al respecto: 3871 hombres y 2125 mujeres de nacionalidad extranjera, para un total de 5996 registros; y con 11925 hombres y 7733 mujeres cuya nacionalidad se desconoce o no existe referencia, siendo un total de 19 656; y 500 casos con nacionalidad indeterminada. Las nacionalidades más frecuentes son la estadounidense, centroamericanas y sudamericanas, pero tan lejanas como la kurda, la estonia o la neozelandesa.
En el RNPDNO, los registros de desaparecidos centro y sudamericanos son de 3817, siendo 2600 varones y 1217 mujeres. Si bien, estas cifras concuerdan con la Federación Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos, que ha contabilizado 2,000 personas migrantes reportadas como desaparecidas en los últimos 20 años, hay que contemplar que el RNPDNO data desde el año 1952 y los colectivos y grupos de búsqueda no siempre disponen de los recursos humanos y económicos para hacer el debido registro; por lo que suenan congruentes los registros del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos Amor y Fe, que documentó 1,414 casos de Honduras, El Salvador y Guatemala de 2000 a 2022, y el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso, con 1,600 casos atendidos de 2012 a 2020.
El gobierno mexicano (independientemente del partido en turno) no tiene interés alguno en buscar a los desaparecidos extranjeros, si no lo hace con los nacionales, pues… y menos ahora con la deportación masiva de latinos de EUA y lo que ello conlleva. Porque, ahora, los migrantes no sólo desaparecen en el camino hacia el Norte también se irán quedando en la ruta de las deportaciones, o en los intentos de reingresos.
Desde el año 2008, la Caravana de Madres Centroamericanas es una marcha internacional que se realizan en busca de personas desaparecidas por las rutas de migración, con dos años de ausencia por la pandemia, fue retomada en el 2022 y nuevamente pausada, ante el incremento de la violencia e inseguridad de países que se recorren como Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México. También las caravanas migrantes se han ido dispersando en el camino ante la criminalización y represión de sus integrantes por parte del Estado mexicano (Instituto Nacional de Migración, Guardia Nacional, Secretaría de Defensa, etc.) subordinado a las trasnacionales gringas y su gobierno racista, pareciera que ya las fronteras errantes se han ausentado.
Los tiempos “Trumpistas” iniciaron con deportaciones masivas y la negativa de nuestro gobierno por ser un país seguro pero hablando de “repatriación” cuando es deportación forzada; entonces, aun sin registros fehacientes, sin huellas, sin interés por saber de ellos, hay que seguir hasta encontrarlos.
Hay que intentarlo, a pesar de que los regresos no sean como se quisieran, a pesar de los gobiernos, como el nuestro que diez minutos después de colocada la imagen de Óscar sobre el piso frente al Palacio indolente, ésta haya sido borrada con chorros de agua, como cuando se quiere borrar la conciencia de los pueblos.
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Desde este lado del muro sobre la era del trumpfacismo, una cronista de las migraciones
Por Amarela Varela
Esta carta es sobre lo que me han preguntado algunas compañeras en torno a las acciones y discursos de Donald Trump sobre la migración en su segundo mandato. Refrendo lo que Eileen Truax afirma desde la primera administración de Trump y en esta, al referirse a la narrativa de terror que buscan imponer en torno a los procesos de deportación y la gestión de las migraciones en EE. UU.: «Deportaciones masivas es un término que ha usado Trump y ha repetido la prensa, pero es casi imposible que ocurran… decir ‘masivas’ es comprarle la narrativa a Trump.»
Si las órdenes ejecutivas firmadas por Trump harían factibles más deportaciones que los gobiernos anteriores, ya que proponen mecanismos para evadir los procesos judiciales, es probable que las órdenes ejecutivas sean frenadas por demandas civiles de organizaciones especializadas en derecho migratorio.
La administración Trump usa la migración como Hitler usó la promesa de papas y cervezas en otro siglo. Es su fantasía necropolítica expulsar a quienes sostienen muchos sectores de la economía de ese imperio. Las deportaciones han ocurrido antes y, si no nos organizamos y demandamos muchas cosas a la vez, seguirán sucediendo después de este gobierno en EE. UU. Pero no es factible que Trump pueda cumplir las promesas de campaña tal como las vociferó.
Primera certeza a la que me abrazo. Segunda certeza: tenemos varias capas de afectados, como explicó el profesor Robert Irwin, de la Universidad de California, Davis: tenemos desplazados forzados por la guerra en México, migrantes centroamericanos y caribeños, africanos recién llegados a EE. UU. o en tránsito hacia él, personas binacionales de muchas nacionalidades con más de 10 años de vivir del otro lado del muro que tienen raíces. Se parece a la primera administración de Trump en el sentido de las órdenes ejecutivas y las demandas civiles para pararlas (el 24 de enero se paró en cortes la directiva que propone quitar la ciudadanía a hijos de migrantes). Lo no visto es que en la era Trump 2, la ultraderecha teje con la tecnoderecha de los magnates de las redes sociodigitales, negocia con Bukele deportaciones en El Salvador, se enardece con Milei en la herida argentina y con Noboa, el presidente ecuatoriano, después de asesinar a 4 niños negros hace un mes, fue a la toma de protesta en Washington a celebrar el ascenso del fascismo.
Mientras, el gobierno de México prepara albergues de emergencia para deportados con rostro de campos de concentración, anuncia que le dará a cada mexicano —no a migrantes de otras partes, solo a mexicanos deportados— 100 dólares para que arranquen una vida de este lado del muro. Y sostiene al frente del Instituto Nacional de Migración a Francisco Garduño, el criminal de Estado que quemó vivos a los 41 migrantes en Ciudad Juárez, amparado judicialmente para no rendir cuentas, mientras desbarata militarmente caravanas de migrantes en el sur-sureste.
Me imagino a los tecnócratas del corporativismo guinda, a los funcionarios de Morena, pensando con pánico en las remesas, proyectando a qué implican las políticas de una securitización migratoria. Y pregunto: ¿cómo sostener estados nación que tienen las remesas como principales pilares del presupuesto público?
El odio trumpista, que se sostiene en la muy vieja construcción legal y de mercado de la ilegalización de los trabajadores migrantes, amenaza a migrantes de largo aliento, a recién llegados, a solicitantes de refugio. Cabe mirar cómo reaccionarán las familias mexicanas que albergarán (además de los 4.4 millones de mexicanos deportados entre la época de Obama y el saliente Biden) a sus familiares que podrían ser deportados tras las redadas en escuelas, fábricas y hospitales.
¿Será que, por esas amenazas de «deportaciones en masa» de sus familiares, se diluirá la xenofobia de los mexicanos contra todos los migrantes que transitan por este país tapón, y cuando Claudia Sheinbaum se jacta de que México es deportador de 7 de cada 10 migrantes no mexicanos que buscan llegar a EE. UU?
Tenemos el agotamiento de las redes sociales, porque la derecha las instrumentaliza para paralizarnos y las usa desde el otoño de 2024, del genocidio palestino, como vitrina de pornonecropolítica. Salir del algoritmo y regresar a escanear discursos por todos los medios, con periodismo, no influencers.
Las defensoras se organizan para crear una infraestructura de recepción en México y América Latina para esos deportados, además del aguante que hacen para los desplazados mexicanos y los transmigrantes del mundo. Los migrantes y sus organizaciones despliegan desde hace rato estrategias de autodefensa comunitaria del otro lado del muro para defenderse de esta y otras violencias. Esta última ofensiva definitiva del fascismo está intentando revertir conquistas democráticas de la fantasía liberal cuando liberó a sus amigos que intentaron el golpe de Estado en EE. UU. Está atacando a comunidades LGBTQ+, y amenaza al capital y sus capataces con lo de los aranceles: los regañó como padre de familia en un foro global, mientras se enriquece con criptomonedas.
Falta además mirar qué hacen y qué harán las estructuras del gobierno privado indirecto, toda la industria de tráfico de personas tolerada desde los estados, en diferentes nodos de nuestro continente hiperfronterizado. Y también cómo se reorganiza la industria del humanitarismo que cabildea en todas partes y con fondeadoras y lobbies, para entender su papel en esta nueva fase y para saber qué decirle a los ejércitos de trabajadores a destajo y sin derechos de dicha industria, a los trabajadores del humanitarismo que trabajan en «terreno», como dicen las burocracias.
Más que volvernos opinólogas, sentipienso, hay que abrir los ojos, escuchar atentamente, reconocer y adueñarnos de nuestras angustias compartidas y desmenuzarlas, agudizar los sentidos, dejar fluir en las rabias y angustias, organizar la mirada.
Como dijo la compañera Cristina Burneo, que, una vez que salgamos del estrés postraumático primero, organicemos la hospitalidad radical en nuestras esquinas de América Latina para estos cuatro años en que se intensifican las prácticas de muerte que el neoliberalismo nos impone como pacto social global. Nos imagino conspirando para robarle al fascismo la certeza de que nos venció.
Hago eco de lo que la profesora Marissa Gálvez, desde Sonora de Narrativas de Fronteras, dice:
“Sobre esta atroz coyuntura: Ante las leyes que excluyen y criminalizan a los migrantes, tenemos también luchas que accionan y resisten. Ante gobiernos que promueven discursos de odio, tenemos palabras y prácticas de sostenimiento, de aliento, de consuelo y de indignación. Ante el rechazo y el odio de quienes extranjerizan a los migrantes y refugiados, damos o compartimos afecto desde nuestras trincheras académicas, activistas o personales. Reconocemos que las personas migrantes, racializadas, LGBTQ+ y del Sur Global tenemos muchas prácticas de poder que transforman, crean y sostienen otra manera de habitar el mundo, como dice Valeria Luiselli: tenemos el capital emocional de la ira y la indignación y por eso, también, tenemos el capital político de la acción y el poder del cambio.” (Extracto del artículo completo en Pie de página)
Iniciaba el año de 1974 “El asalto al cielo”.
(Hace 51 años. Para ganarle al olvido)
Producto del trabajo político y de apoyo que se fue tejiendo desde 1970 con campesinos y obreros agrícolas que laboraban en la tecnificada agricultura sinaloense en los valles de Culiacán, Guasave y el Carrizo en Ahome, se había generado simpatía y arraigo en el sector. El 16 de enero de 1974 se llevó a cabo en Sinaloa y particularmente en el valle agrícola de Culiacán, que se convirtió en el epicentro de un ejercicio político militar el gran aliento: “El asalto al cielo”, que, para muchos estudiosos de las luchas armadas en México ha sido el de mayor magnitud y organización militar en los tiempos modernos.
Fue la acción más importante, impulsada por una organización guerrillera, que paralizó la actividad de 50 mil personas entre jornaleros, campesinos y trabajadores de la ciudad, todos ellos incitados y dirigidos por aproximadamente tres centenas de estudiantes de la UAS, del Tecnológico Regional y de la Normal. Iniciada desde las 5:00 de la mañana y concluidas 13 horas después, sólo con el empleo de todas las fuerzas militares y policíacas existentes en la capital del estado, que ante la “marea roja”, resultaron insuficientes, obligando al gobierno estatal a pedir el apoyo de la federación, quien le mandó un batallón de paracaidistas. Solo así, con estos refuerzos, pudieron restaurar un relativo orden en la ciudad y en los campos, hacía las 18:00 horas de ese día, aunque las escaramuzas continuaron las siguientes veinticuatro horas (Rangel Hernández 2011). También se tuvieron acciones locales en otros municipios, tanto en el campo como en la ciudad, como estrategia militar para fortalecer la acción central en el valle de Culiacán.
“El asalto al cielo” por su cobertura espacial en el Valle de Culiacán y su impacto en el sector más poderoso económicamente de Culiacán; los agricultores. La conmoción provocada local y nacionalmente intensificó la represión y exterminio vil contra los miembros de la LC23S, sus familiares, sus contactos civiles y simpatizantes, incrementando la guerra sucia.
Fritz Glockner (2019) en su libro “Los años heridos. Historia de la guerrilla en México (1968-1985)”, menciona que la operación fue planeada en una casa de seguridad de la Liga en la colonia Libertad, de Culiacán, lugar donde se dieron cita los activistas de dicha organización desde la tarde del martes 15 de enero hasta la madrugada del día siguiente. Los preparativos conllevaron la elaboración de bombas molotov, la definición de rutas, la asignación de tareas y el cálculo de la capacidad de convocatoria con que se contaba para la jornada de actividades revolucionarias1”.
Compañeros estudiantes de la Escuela Ciencias del Mar, hoy profesionistas destacados, otros ya fallecidos o desaparecidos, estuvieron presentes en esta jornada, desarrollando esta acción revolucionaria de educación para el fortalecimiento militar de los brigadistas y de la organización. El movimiento estudiantil en el sur de Sinaloa fue un bastión de apoyo a la movilización. La insurgencia tenía nombre, tenía dirección, tenía estrategia y se cultivaba en la inconformidad manifiesta en el sector agrícola y campesino en los grandes latifundios a lo largo y ancho de Sinaloa: “El Asalto al Cielo” así lo demostró. Se buscaba el rompimiento del orden existente y la educación político militar del proletariado del campo.
El movimiento estudiantil revolucionario encabezado por la FEUS en la clandestinidad, después de la jornada político militar del 16 de enero, soportaba una feroz y sangrienta represión por parte del estado y ya con intervención del ejército mexicano que se prolongó por años, la consigna era el exterminio dando paso a la llamada guerra sucia. Las detenciones, desapariciones y asesinatos se multiplicaron no sólo en Sinaloa sino en todos los estados donde la LC23S tenía trabajo político militar y base social de apoyo. Algunos estudiantes de la ECM que militaban en la organización y sufrieron la represión, salieron del estado de Sinaloa a manera de exilio a otras instituciones educativas del país o dedicándose de tiempo completo al trabajo político.
Tomado de: Morán Angulo R.E. (2023). “ENTRE LA ACADEMIA Y LA INSURGENCIA, 1970-1980”. Facultad de Ciencias del Mar, Universidad Autónoma de Sinaloa. (Páginas: 176-179).
Rehenes vs. Presos: la hipocresía de Occidente
Por Otros medios
Los medios insisten en llamar «rehenes» a los israelíes liberados y «presos» a los palestinos, perpetuando una narrativa que deshumaniza al pueblo ocupado y legitima la brutalidad del Estado sionista. Los palestinos liberados no recuperan la libertad: salen de una cárcel de máxima seguridad para regresar a un campo de concentración al aire libre como Gaza o Cisjordania, devastados por toneladas de bombas. Pero, a pesar de todo, el pueblo palestino sigue en pie, sin rendirse, reconstruyendo entre escombros. Un ejemplo de resistencia frente a un mundo que insiste en ignorar su sufrimiento.
Al opresor
(¿Donald Trump?)
Rodó la cabeza
del zar Pedro;
la de Stalin;
la de Hitler y
la de Mussolini.
¿Por qué la tuya
habrá de permanecer
en su lugar?
Epigrama de José Vicente Anaya
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