Jueves, marzo 28, 2024

Blanca Alcalá buscaría bajarse de la posibilidad de ser candidata del PRI a la alcaldía de Puebla

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Pese a que sería la mejor carta para el PRI, se dice que la exsenadora Blanca Alcalá Ruiz habría decidido bajarse de la posibilidad de ser candidata a la alcaldía de Puebla –cargo que ya ocupó entre los años 2008 y 2011–, no solamente por las pobres posibilidades de que el tricolor gane los comicios, al estar en el tercer lugar de la intención del voto, sino ante el probable riego de que el partido no le de el suficiente respaldo para contender en los comicios del año entrante, tal como ocurrió cuando en 2016 compitió por la gubernatura contra el morenovallista José Antonio Gali Fayad.

Al parecer, Blanca Alcalá optaría por entrar entre los primeros lugares de la lista de aspirantes a diputados federales por la vía de representación proporcional, aprovechando su influencia en la dirigencia nacional del PRI, donde ocupa la cartera de Asuntos Migratorios, y que ahora los partidos políticos están obligados a ceder la mitad de sus candidaturas a mujeres.

Y es que se dice que Blanca Alcalá, como otros tantos priistas, han visto que en la actualidad el PRI poblano parecería tener dos propietarios: el exedil Enrique Doger Guerrero y el diputado local Javier Casique Zárate, por la proximidad que ambos tienen con José Murad Casab, el exgobernador de Oaxaca que tiene más poder de influencia en el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor que el propio presidente del mismo, Alejandro Moreno Cárdenas.

Un esquema similar a lo que pasa en Puebla, donde formalmente los dirigentes del tricolor a nivel estatal son Néstor Camarillo Medina e Isabel Merlo Talavera, pero quien da las órdenes es Javier Casique y los intereses que se protegen son los del exrector de la UAP, Enrique Doger Guerrero.

El PRI tiene cuatro aspirantes para ser el candidato a edil de la capital: Blanca Alcalá Ruiz, Enrique Doger Guerrero, Valentín Meneses Rojas y José Chedraui Budib. De ellos, los mejor posicionados son los dos primeros, en mucho porque ya fueron presidentes municipales y buenos alcaldes de la ciudad de Puebla; los dos segundos de este grupo, no tienen el peso electoral para competir.

La diferencia entre Alcalá y Doger, es que la ex senadora cuando compitió por la gubernatura en 2016 contra el aparato del morenovallismo, quedó en el segundo lugar de la contienda y fue una buena candidata opositora, frente a José Antonio Gali Fayad, quien aparentemente caminaban sin dificultad para ganar el proceso electoral, pero su campaña tuvo que recurrir a “la guerra de lodo” contra su adversaria para evitar su avance en la intención del voto.

A Alcalá le tocó una circunstancia particular: por un lado la priista buscaba escalar en el ánimo del electorado, y por otro, dirigentes del partido –a nivel nacional y local–, legisladores y la alta burocracia del gobierno de Enrique Peña Nieto pactaban con el morenovallismo. Ello derivó en que la campaña de la entonces abanderada del tricolor careciera de la energía, la organización y la cohesión que antes caracterizaban a los proyectos electorales de dicha fuerza política.

Dos años más tarde, Doger fue el candidato del PRI a la gubernatura y en lugar de luchar contra el aparato del morenovallismo, acabó siendo parte de los intereses del grupo político de Rafael Moreno Valle Rosas. Sus esfuerzos no se dirigieron en intentar ganarle a Martha Erika Alonso Hidalgo, la abanderada del PAN, sino por el contrario el aspirante priista dedicó su campaña a atacar a Luis Miguel Barbosa Huerta, el representante de Morena.

Fue celebre la declaración de Javier Casique, en su calidad de presidente estatal del PRI, diciendo que el partido no atacaba a Martha Erika Alonso porque no encontraba algo negativo de la candidata morenovallista.

El resultado final fue catastrófico para el PRI, al quedar por enésima vez exhibido como partido bajo el control del morenovallismo y Doger quedó en el tercer lugar de la contienda, con una votación similar al nivel que el partido tenía 20 años atrás.

Con ese episodio inició una profunda crisis en el tricolor que lo ha llevado a perder dos terceras partes de su base de electores.

Parece que el camino de la candidatura del PRI se allana a favor de Enrique Doger.

Una segunda opción sería José Chedraui, cuyo único mérito político es ostentarse como amigo de Enrique Peña Nieto, el presidente más corrupto de la época contemporánea.

Al final, la mejor opción para el PRI es hacer una alianza con el PAN.

Lo que significaría que se extiende el periodo en que el PRI no puede vivir sin el cobijo del PAN, una condición que nació con el morenovallismo.

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