El pasado 14 de noviembre de 2024 se publicó en el portal de la revista Latin American Antiquity de la Society for American Arqueology y publicado por la Cambridge University Press, el artículo intitulado “Identification of a Terminal Classic Maya Fine Ware Production Center in the Upper Usumacinta River Drainage, Chiapas, Mexico” (Identificación de un centro de producción de cerámica fina maya del Clásico Terminal en el cauce superior del río Usumacinta, Chiapas, México), escrito por Whittaker Schroder, Socorro del Pilar Jiménez Álvarez, Brenda Fernanda Macedo Córdova, Ariadna Naomi Avilés Arjona, Guillermo Lara Bolaños, Moisés Yerath Ramiro Talavera, and Fernando Godos González, investigadores de la Universidad de Florida (Departamento de Antropología), de la Autónoma de Yucatán, de El Colegio de Michoacan, de la ENAH e investigadores independientes, entre los que se cuenta Moisés Ramiro Talavera, egresado del Colegio de Historia de nuestra UAP. El artículo da cuenta de hallazgos interesantes en verdad, no sólo por sus implicaciones histórico-regionales, sino porque cuestiona algunas aseveraciones arqueológicas que se consideraban lógicas y, por tanto, incuestionables. Mi interés por reportar la publicación de este artículo deriva de numerosas inquietudes que tengo yo desde mi docencia en la UAP impartiendo la asignatura Mesoamérica, como he comentado en otra colaboración de esta columna (Mesoamérica, 21 de noviembre de 2024) y como producto de mis propias investigaciones en torno a las culturas mayas, tanto de la antigüedad como del pasado colonial o del presente. Este artículo, que reporta los resultados de las excavaciones llevadas a cabo por este grupo de investigadores en el sitio arqueológico de Benemérito de las Américas Primera Sección, muy cercana a la imponente ciudad de Yaxchilán en Chiapas, pudiera parecer no tan impactante como el descubrimiento de toda una ciudad “nueva”, al menos para los investigadores occidentales (afirmación sumamente colonial, como he denunciado en la entrega denominada Valeriana), pero arroja datos sumamente interesantes.
Como ellos mismos reportan, en “este artículo, informamos sobre la identificación, excavación y análisis preliminar de un gran depósito de cerámica de pasta fina, que incluye fragmentos representativos de las cerámicas de las categorías Anaranjado Fino y Gris Fino en el sistema de tipo-variedad de la cerámica Maya. Estos provienen de un grupo de hogares en el sitio arqueológico de Benemérito de las Américas Primera Sección, ubicado cerca de la confluencia de los ríos Lacantún y Usumacinta. La cerámica descartada de este contexto muestra varios signos de sobre-cocción consistentes con la producción de cerámica, lo que sugiere la presencia de un taller y horno de cerámica fina en el sitio durante el periodo Terminal Clásico. Este depósito desafía las nociones de actividad funcional versus simbólica, ya que los miembros de este hogar utilizaron este depósito para dedicar tres entierros acompañados de ofrendas que incluían un conjunto de figurillas. Discutimos las implicaciones de este depósito en el contexto de los cambios económicos que tuvieron lugar en las tierras bajas Mayas durante este periodo”. En este pequeño resumen, encontramos, como lo dije, afirmaciones sugerentes. Primero que nada, la idea de que un centro de poder tan pequeño, que seguramente era dependiente de Yaxchilán, tuviera su propio taller de elaboración de cerámica fina, nos habla de la relevancia del sitio. Por otro lado, el hecho de que encontraran osamentas relacionadas con espacio de “desechos”, lo que comúnmente se denomina un “basurero”, nos habla de una conceptualización muy distinta de los espacios en la región para el periodo Clásico Terminal. De ahí el que los investigadores sugieran que debe repensarse la clasificación existente que divide los espacios rituales de los cotidianos. “Sin embargo -afirman-, la práctica de dejar basura (incluso aquella que no es notable o significativa para un observador externo) puede en sí misma ser ritualizada (Halperin y Foias 2016:129). Por lo tanto, las categorías arqueológicas deben seguir siendo flexibles, sirviendo a un propósito categórico en el campo [de estudio] pero reconociendo su superposición en el contexto cultural”. En efecto, no todo responde ni en el espacio ni en el tiempo, a los mismos patrones que encontramos en otras ciudades del mismo periodo. Por tanto, las categorías científicas deben servir como guía, mas no convertirse en dogmas de fe. ¿La basura o la pedacería cerámica sólo era eso, basura? Tal y como sucede con ciertos edificios, piezas de lapidaria o de cerámica, que son encontrados destruidos o dañados exprofeso, lo que se ha identificado como una “muerte ritual”, aquí estamos hablando de una práctica diferenciada. Si bien no responde a lo que acabo de describir -ellos lo descartan agudamente-, es decir, a la muerte ritual, ellos piensan que se trata de otra idea: “En la tipología ofrecida por James Aimers y colegas (2020), el depósito del Grupo Carrizal encaja mejor en la categoría de ‘depósitos de dedicación o consagración’, incluidos los escondites asociados con construcciones arquitectónicas, objetos rituales completos y entierros. El depósito del Grupo Carrizal consiste casi en su totalidad de descarte de cerámica y probablemente refleja un proceso de excavación de un pozo a relativamente corto plazo, el entierro de tres individuos con ofrendas y, finalmente, el relleno con tierra y cerámica. Los miembros de la familia, sin embargo, habrían interactuado continuamente con el depósito debido a su visibilidad a nivel de superficie, sin evidencia de pisos conservados enyesados sobre el depósito. La ubicación del depósito dentro del espacio habitable del patio (cerca del extremo sur del patio), en lugar de fuera del patio, detrás de sus estructuras, centra los objetos desechados dentro del hogar en lugar de separar o eliminar los desechos de una manera más cómoda. ubicación distante”. Es como si se decidiera disponer los cuerpos de los difuntos en una relación constante con las actividades del grupo, de manera que siguiera existiendo esa comunicación con sus ancestros.
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Por otro lado, se reporta en el artículo que el hecho de que existiera este taller en el lugar, denota que la cerámica encontrada en el sitio es original de ahí y no importada de otros lugares, aunque está elaborada con el estilo de la región de Palenque y Tabasco. Ellos afirman que, debido “a su aparición durante la primera mitad del siglo IX (830-950 d.C.), las cerámicas de pasta fina de los grupos Altar (Fine Orange) y Tres Naciones (Fine Grey) se han vinculado a procesos sociopolíticos más amplios que rodearon el ‘Colapso’ del período Clásico Terminal de las dinastías reales en las Tierras Bajas del Sur. La introducción percibida de cerámica fina extranjera importada, que reemplazó en gran medida los estilos policromados, contribuyó a la ‘hipótesis Putún’ de J. Eric Thompson (1970) de que los grupos mayas chontales de la región de la Costa del Golfo invadieron las Tierras Bajas del Sur durante este período (Ball 1977). ; Ball y Taschek 1989; Chase 1985; Chase y Chase 1982)”. Sin embargo, ellos afirman que dichas cerámicas se habrían elaborado con antelación en las áreas mencionadas de Palenque y Tabasco en el siglo VIII d. C. o quizá antes, en Comalcalco, Veracruz y otros espacios campechanos en el siglo VI d. C., por lo que se podría descartar que hubieran llegado importadas por esos grupos putunes chontales como lo señala Thomson. La hipótesis de que tales grupos se diseminaron por toda la zona maya en torno al Clásico Terminal, correspondiente al Epiclásico en el Altiplano Central mexicano, fue propuesta por el autor norteamericano para explicar el avance de elementos en su momento denominados “mexicanos” en la zona maya, cuya expresión más afamada sería las enormes similitudes presentes entre Tula y Chichén Itzá, problema que han abordado ya Leonardo López Luján y Alfredo López Austin en su clásico “Mito y Realidad de Zuyuá” (1999/2017). Por tanto, no hablaríamos necesariamente de una “introducción” de estilos cerámicos traídos por grupos exógenos, si no de la adopción de estos por parte de los habitantes de esta ciudad de manera natural, a partir de las influencias y los intercambios.
Por otro lado, mediante el análisis de las osamentas encontradas, se han dado cuenta de que se trata de tres individuos (no se reporta el sexo), al parecer jóvenes (de uno de ellos sólo se encontró el cráneo) y uno de los cuales fue encontrado con una ofrenda de figuras pequeñas de cerámica tipo silbato, que representan mujeres, dos de las cuales portan una vasija en donde introducen una mano y la tercera, de mayor tamaño, representa a una mujer que porta un collar de apariencia fina, escarificación en el rostro y va desnuda en la parte superior. Un gesto que produce con su mano izquierda, posada en el pecho, denota quizá su estatus de elite. Las y los investigadores consideran que podría tratarse de la representación de deidades femeninas relacionadas con enterramientos y el inframundo. Además, afirman que salvo en la isla de Jaina, no es común encontrar figuras pequeñas en contextos funerarios en la zona maya en el Clásico, -por lo que se podría comprender que existe una relación con esa región de Campeche, considero yo-, aunque es muy aventurado afirmar algo más concreto. Finalmente, quiero resaltar que esta investigación hace ver que el sitio Benemérito Primera Sección, podría ser mucho más importante de lo que se ha pensado. Como ellos afirman, peportado “por primera vez por Alejandro Tovalín y Víctor Ortiz (2005) (ver también Mayer 2006) e investigado más a fondo por el actual Proyecto Arqueológico Bajo Lacantún, el Benemérito Primera Sección representa el centro urbano más grande identificado hasta ahora a lo largo del curso bajo del el río Lacantún (Schroder, Murtha, Broadbent, et al. 2021), con una ocupación en el siglo VI d.C. (si no antes) que se extendía al menos hasta el siglo X. Debido a la presencia de abundantes monumentos textuales tallados, arquitectura monumental y varios juegos de pelota, el sitio representa la sede de una corte real poco comprendida durante los períodos Clásico Tardío y Terminal (Schroder et al. 2019)”. En conclusión, hay mucho que no sabemos sobre el área maya y gracias a investigaciones como esta, podemos comprender cada vez más la complejidad de estas sociedades. Nos queda claro que, ni todo está dicho, ni podemos hablar de generalidades en cuanto a la historia de los mayas, de los cambios entre el Clásico y el Clásico Terminal, y de la vida en general de estas fascinantes civilizaciones.
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