Aún no muestra Trump toda su perversidad, y es difícil imaginar lo que serán los próximos cuatro años, con la amenaza de que pudieran ser ocho si Trump logra modificar la ley que sólo permite al Ejecutivo una relección.
Por lo pronto, el oligarca empezó a perseguir y cesar a todos los fiscales, y a todo empleado judicial que haya participado en las investigaciones en el proceso que, por diversos delitos, fue procesado el magnate; al mismo tiempo, liberó de la cárcel a los derechistas que participaron en la sublevación del seis de enero de 2021; Trump, también, a punta de órdenes ejecutivas y amenazantes discursos, se propone deportar a miles de migrantes para devolverlos a sus países de origen; sin embargo, a ese discurso intimidatorio, acompañado de posturas intolerantes, xenófobas y racistas, le hacía falta un campo de concentración y el domingo 2 de febrero pasado desembarcaron marines en Guantánamo para convertir la base militar estadounidense ahí ubicada, en un centro de reclusión migratoria con capacidad para 30 mil migrantes, tratados injustamente como si fueran delincuentes; a la vez, Panamá está amenazado de perder la administración de canal transoceánico de su pertenencia pues Trump, en su delirio imperial, pretexta que el canal se encuentra bajo la influencia y control de China, que afirma el presidente oligarca, tiene desplegados soldados a lo largo del canal; mientras se consuma el despojo, de manera prepotente, Trump, decidió que el Golfo de México se llamara Golfo de América, es decir, de ellos de los estadounidenses quienes se apropiaron de la exclusividad del nombre de estas tierras en donde, nominalmente, los únicos americanos son ellos.
Tampoco se puede olvidar la afirmación de Trump sobre la existencia de sólo dos géneros: hombre y mujer, lo cual es el presagio de persecuciones, marginación y violación de los derechos esenciales de un amplio sector de la población que sabe de la existencia real de quienes no comparten esa pobre y dogmática visión de los tiempos que corren; pero como el magnate conoce de prácticas comerciales agresivas y especulativas, ha iniciado una guerra económica unilateral que, entre otras cosas, violenta el tratado de libre comercio vigente entre México, Canadá y Estados Unidos (T–MCE), cuyo futuro es incierto pues nada garantiza que Trump esté dispuesto a iniciar las negociaciones para renovarlo y prefiere jugar con los aranceles.
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Y no falta en este cuadro el destino que se cumple por encargo de la divinidad; con el “atentado”, que dicen sufrió en julio de 2024 del que salió con apenas una ligera herida en la oreja derecha, aseguró Trump en su discurso de toma de posesión: “Dios me salvó para hacer América grande otra vez.” El magnate es, según su dicho, algo así como el brazo que cumple la voluntad divina.
Todo esto y más, van creando las condiciones para que la derecha extrema asuma el poder en Estados Unidos, lo que ha empezado a ocurrir y conforme transcurra el gobierno de Trump, las cosas para los sectores progresista y las minorías serán sometidas de grado o por fuerza; en este ambiente, la xenofobia y el racismo y otras formas de exclusión social, serán prácticas cotidianas; la exclusión y el bloqueo puede suceder con los países donde existan gobiernos que no son del agrado del “gran dictador.” No se trata de especulaciones es simplemente, recordar lo sucedido durante el ascenso del nazismo en Alemania.
La experiencia inmediata es que la economía mexicana resulta demasiado sensible a la política arancelaria estadounidense dada la concentración del comercio exterior con ese país, por eso es tiempo de iniciar la diversificación de las exportaciones, ahí están América Latina y Europa, sin olvidar el enorme mercado asiático. Cierto, no es tarea sencilla, pero con gobernantes como la presidenta Claudia Sheinbaum se puede avanzar en la desconcentración del comercio exterior y Morena debería considerar la viabilidad de esa alternativa para apoyar el crecimiento con bienestar.
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