En 60 municipios de los estados de Puebla y Tlaxcala, que se encuentran asentados en la Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental (RESA) de la Cuenca del Alto Atoyac, se ha duplicado la tasa de mortalidad y se han detectado al menos 587 enfermedades no transmisibles de 14 grupos diferentes por la alta contaminación industrial del río.
Entre estas enfermedades se encuentran diferentes tipos de cáncer, insuficiencia renal y padecimientos del sistema circulatorio, cardiovascular y congénitos, los cuales cada vez son más frecuentes en jóvenes y adolescentes que han visto mermada su salud.
La información es resultado del estudio “Salud Pública Ambiental en la RESA Cuenca del Alto Atoyac. Situación Peligros Ambientales y Acciones de Prevención y Atención de Enfermedades Crónicas No Transmisibles”, que concluyó hace apenas un mes y en el que participaron autoridades federales y estatales, comunidades organizadas de Puebla y Tlaxcala, agrupaciones y cinco universidades, entre ellas la Iberoamericana, auspiciadas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conahcyt).
La investigación fue presenta este lunes en un conversatorio por las académicas Gabriela Pérez Castresana y María Eugenia Ibarrarán Viniegra, del Instituto de Investigaciones en Medio Xabier Gorostiaga, SJ (IIMA), de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Desde hace más de una década, la cuenca del Alto Atoyac es considerada Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental por las secretarías federales de Salud y Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a fin de proteger la salud humana y favorecer el equilibrio ecológico.
La investigadora de origen venezolano, Gabriela Pérez Castresana, quien además es especialista en el estadio de la estructura y funcionamiento de los ecosistemas acuáticos y cuencas hidrográficas, formó parte del equipo científico que participó en el estudio.
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Al respecto, la doctora Castresana expuso que los impactos de la contaminación del río Atoyac al medioambiente han sido inconmensurables, al igual que los efectos a la salud de las poblaciones que colindan con este importante cuerpo de agua.
Informó que “casi 4 millones de conviven diariamente con este foco de infecciones y enfermedades crónicas no transmitibles llegan a estimarse en 587 de 14 grupos diferentes”.
Explicó que se analizaron las tendencias de tres padecimientos específicos en este sector poblacional, que se encuentra asentado en los márgenes del río Atoyac, como es el caso de la deficiencia renal crónica, leucemia linfoide, y enfermedades congénitas.
“Se observa que definitivamente existe un problema de salud en la Cuenca, cuando vemos el patrón de crecimiento en los grupos de enfermedades que analizamos, y que además afectan principalmente a los jóvenes y adolescentes”, enfatizó.
La académica precisó que la leucemia y la insuficiencia renal son los dos padecimientos con mayor incidencia mortal a lo largo de tres años, tiempo en que se llevó a cabo la investigación.
Dijo que estos padecimientos se concentran en los municipios de San Martín Texmelucan, Huejotzingo, Cuautlancingo, San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, y en Tlaxcala, Apizaco y Tlaxco, donde desde hace más de 20 años las comunidades han luchado para visibilizar la problemática y exigir el derecho humano a la salud y al medio ambiente sano.
Derivado de esta situación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación número 10/2017, hace seis años, en contra de los gobiernos de Puebla y Tlaxcala por violar la garantía al medio ambiente sano, saneamiento del agua y acceso a la información con relación a la contaminación de la Cuenca del Alto Atoyac.
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En la última década aumentó en 73% la industria entre Puebla y Tlaxcala
La académica enfatizó que los factores ambientales que están generando esas condiciones de riesgo son por la presencia de corredores industriales, y ocurre en aquellos municipios con presencia de empresas textiles, de elaboración de papel, productos metálicos, o donde hay ladrilleras.
En ese sentido, hizo hincapié en que hay que mitigar las vulnerabilidades de las comunidades que padecen los efectos de la cuenca Alto Atoyac para poder disminuir los riesgos ambientales que, para este punto, se tienen que atender desde un esfuerzo intersectorial por parte de las autoridades.
Como parte de las conclusiones del estudio, la investigadora Gabriela Pérez Castresana expuso que la salud de la población experimenta un deterioro en el tiempo, al estar propensos a desarrollar algún tipo de cáncer por estar expuestos a la contaminación del afluente.
Además, agregó que hubo aumento de infartos e insuficiencia renal en jóvenes y adolescentes que habitan en las cercanías al río Atoyac, a pesar de que estas enfermedades son propias de adultos mayores.
Como ejemplo, citó el incremento de enfermedades renales entre jóvenes que supera el promedio nacional. Mientras en Tlaxcala se registran 15 muertes por cada mil habitantes, en Puebla el reporte es de 10 y a nivel nacional de ocho decesos.
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A pesar de ello, reveló que en lugar de avanzar en la disminución de las muertes, en la última década hubo un aumento del 73 por ciento de la industria en la región.
“La salud de la población se ha deteriorado. Tenemos evidencia, y las proyecciones indican que la situación va a ser más crítica para 2030”, alertó.
A esto sumó que no hay monitoreo de la calidad del aire ni del agua, y tampoco cuentan con hospitales y especialistas que puedan atender enfermedades causadas por la toxicidad del Atoyac.
Y en las comunidades de la Sierra Nevada, que contemplan los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, dijo que el 40 por ciento de los médicos que atienden a la población no están graduados, es decir, son estudiantes de Medicina en prácticas profesionales.
Teletrabajo ayudaría al medioambiente: Ibarrarán
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en el segundo trimestre de 2023 la Población Económicamente Activa (PEA) del país fue de 60.2 millones de personas, de las cuales poco más de 20 millones se concentran en la zona metropolitana del Valle de México y sus periferias inmediatas.
La densidad poblacional y la concentración de las oportunidades laborales en el centro de esta área provocan que una significativa masa de trabajadores tenga que trasladarse diariamente de un punto a otro, lo que ocasiona concentraciones viales, emisión de gases de efecto invernadero, desgaste físico y emocional, y las carencias en el sistema de transporte público empeoran estas condiciones.
Ante esta situación, la doctora María Eugenia Ibarrarán Viniegra, académica e investigadora del Instituto Xabier Gorostiaga, realizó un “Análisis del costo-beneficio del esquema de trabajo en casa”, en el que demostró las significativas mejoras que tendría para la calidad de vida en el centro del país.
En datos de la investigadora, se estima que el 57 por ciento de la fuerza trabajadora que se concentra en la zona podría permanecer en un esquema presencial, mientras que el 43 por ciento podría ejercer sus actividades laborales de forma remota sin ningún inconveniente, ya que su ocupación no requiere de una presencialidad fija.
Expuso que estos datos cambian dependiendo de la ciudad que se analice.
Sin embargo, la investigadora remarcó la importancia de este tipo de análisis no solo por su valor estadístico, sino por su utilidad para la construcción de políticas públicas que beneficien al sector laboral mexicano.