Este fin de semana, artistas de la maroma, una expresión ritual y festiva que se lleva a cabo durante las fiestas patronales en el sur de México, se reunieron en el municipio de Cuautinchán como parte del primer Encuentro nacional de maromeros, el cual formó parte del proyecto Correspondencias Maromeras en el que participan compañías maromeras de Puebla, Veracruz, Guerrero y Oaxaca, bajo la dirección de Charlotte Pescayre.
Durante dos días, equilibristas, acróbatas, payasos, trapecistas y músicos de banda se reunieron en Cuautinchán para cerrar este proyecto que tiene como propósito la salvaguardia de la continuidad de esta práctica tradicional en su contexto festivo y religioso.
Pescayre, creadora del proyecto, señaló que “la maroma es un patrimonio vivo en constante evolución, que ha demostrado una persistencia cultural en el mundo moderno”. La etnóloga de formación agregó que el proyecto Correspondencias Maromeras contó con tres emisiones durante los meses de abril, mayo y octubre del 2017.
Explicó que este programa fomenta el diálogo intercultural e interregional en México. “Se sustenta en la cooperación entre las diferentes compañías conscientes de la importancia de la maroma como patrimonio cultural de sus pueblos”.
Expuso que la práctica de la maroma se manifiesta como una ofrenda hacia una divinidad, generalmente al santo patrono del pueblo o como pedimento a una divinidad local, según cada región.
En cuanto al elemento festivo, dijo que este espectáculo convoca a la reunión entre los habitantes del lugar, quienes se divierten con las destrezas de los artistas de la acrobacia y la comedia.
Pescayre comentó que tanto las correspondencias como el encuentro nacional tienen como objetivo “reforzar la cooperación entre las diversas compañías de maromeros que vienen de culturas muy diversas, como la mixteca, zapoteca, mixe y nahua. Es una oportunidad para que se conozcan –ya que la comunicación entre ellos era casi nula– y a su vez se genere un intercambio cultural a largo plazo”.
La investigadora y también equilibrista, desde hace más de una década, agregó que esta reunión nacional obliga a abordar el tema del riesgo de desaparición de la maroma.
Ello, acotó, porque “se ha identificado la dificultad para mantener la cadena de transmisión del conocimiento a las nuevas generaciones en algunas regiones, combinado con un fuerte índice de migración de la población rural. Aunado a ello, esta expresión cultural se enfrenta a su empleo con fines comerciales, en un contexto turístico”.
A decir de la responsable de estos intercambios, la historia de la maroma en México se remonta desde el siglo XVI, donde algunos elementos de origen prehispánico y de artistas europeos se fusionaron para dar paso a este espectáculo, el cual con el tiempo se ha ido transformando, excepto en su esencia religiosa y festiva.
“En la Ciudad de México tuvo una presencia muy fuerte en los siglos XVIII y XVIII, antes de que llegaran los circos. Cuando esto sucedió, la práctica se trasladó a las poblaciones más pequeñas al sur de México”, argumentó Pescayre.
Explicó que para la construcción de este vínculo entre los maromeros y que las mismas comunidades revaloraran la figura de estos artistas dentro y fuera de su tierra, se llevaron a cabo tres Correspondencias Maromeras.
La primera de ellas fue en abril, en el municipio de San Miguel Amatitlán, región mixteca de Oaxaca. Estuvieron como invitados el colectivo de Cuautinchán Puebla y Transatlancirque, compañía a cargo de Charlotte Pescayre quienes compartieron e intercambiaron experiencias en torno a esta disciplina artística.
La segunda correspondencia sucedió en Santa María Tlahuitoltepec, en la región mixe de Oaxaca, donde actuaron los maromeros zapotecos de Santa Teresa, Veracruz. Acudieron más de 50 maromeros a los talleres previos y se presentó un libro dedicado a la memoria del colectivo Comuneros del Viento, quienes festejaron su 25 aniversario.
La tercera correspondencia se desarrolló en octubre, en Santa Teresa, Sochiapan, en Veracruz, con la participación de los maromeros oaxaqueños de San Miguel Amatitlán, así como la compañía Transatlancirque. Además de las funciones dentro de la fiesta patronal de esta localidad, se exhibió una exposición fotográfica que también se expuso este fin de semana en Cuauhtinchán.
Destaca que Correspondencias Maromeras es el proyecto ganador del año pasado de los Fondos Concursables del Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina, instancia cuya presidencia del Consejo de Administración recae en México, durante este año, a través de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura.
En el primer Encuentro nacional de maromeros reunió a Maromeros de Acatlán Guerrero, acompañados de la banda de viento Cheto Jr. y su banda ZitlalTK; y los Maromeros y trapecistas comuneros del Viento de Tlahuitoltepec, Oaxaca, con la banda de viento Kalok liy. Asimismo, a los Maromeros de Cuautinchán, los Maromeros Zapotecos de Santa Teresa, Veracruz, acompañados de Flautín de San Francisco Rancho Nuevo, de Acatlán, Puebla; y Transatlancirque con la banda de viento Kalok liy.