Originaria de Puebla, la artesana Inés Castelán realiza piezas en cuyos diseños se reflejan la historia y las tradiciones de su comunidad, plasmando grecas representativas como árboles de la vida, aguacate, maíz, yoloxóchitl –flor de corazón–, los cuatro puntos cardinales y rosas de Castilla.
Como ella, otros 23 artesanos y artesanas que se dedican al textil y al bordado artesanal se reúnen en feria De puntada en puntada. Historia bordada, un espacio para celebrar el arte textil como testimonio vivo de la diversidad cultural de México.
Organizado por la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), la feria artesanal se realiza hasta el 3 de agosto en el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP), en la Ciudad de México, reuniendo a participantes de ocho entidades del país: Aguascalientes, Chiapas, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla y Veracruz, quienes son representantes de nueve pueblos indígenas: amuzgo, ayuuk (mixe), otomí, nahua, tsotsil, tzeltal, mazahua, mixteco y zapoteco.
El objetivo del evento es difundir y promover los diversos tipos de bordados y tejidos que hay en el país, mismos que se adaptan a los gustos y necesidades del público.
Dicha feria, que además coincide con la celebración del Día Mundial del Bordado que se conmemora el 30 de julio, busca que los visitantes conozcan y adquieran piezas únicas y originales, que contribuyen al apoyo de las comunidades indígenas artesanas.
En ese sentido, la jefa de difusión de DGCPIU, Tatiana Maillard, mencionó que las piezas reflejan el arraigo al espacio y territorio, heredadas de generación en generación; también destacó la enorme diversidad del bordado mexicano, acompañada de una variada cantidad de simbolismos y muestras identitarias.
En tanto, Alejandra Flores, coordinadora de la Asociación Amigos del MNCP, describió la feria como una “fiesta de colores” donde se exhiben habilidades e innovaciones textiles, alabando la destreza de los artesanos.
En la feria De puntada en puntada. Historia bordada los asistentes encontrarán una destacada variedad de piezas bordadas con técnicas tradicionales y bautizadas con nombres como pepenado, hazme si puedes, punto de cruz, lomillo, costilla de ratón, hilván, relleno, cadenilla, aguja, corazón amarrado, atravesado, entre muchas otras; así como expositores de tejidos en telar de cintura con brocado.
Las técnicas que se utilizaron en la elaboración de las prendas en exhibición han sido transmitidas de generación en generación para su uso cotidiano, ceremonial y festivo, y también como una fuente de ingresos económicos.
La feria revela el profundo significado cultural detrás de cada pieza, como es el caso de la artesana Rosita López, para quien las flores que integra en sus piezas son el significado de su pueblo, el lugar de las flores”. Ella, es especialista en blusas y vestidos con bordado a ganchillo y aguja chica, y coordinadora del colectivo Ladxidua (Mi corazón) de la comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec.
A su vez, la artesana María Jiménez comentó que uno de los desafíos que enfrenta en su taller familiar es la industrialización del bordado en la ciudad, ya que lo que ellos hacen manualmente o en una máquina de pedal con un tiempo de producción aproximado de tres a cinco días, en las ciudades se replican industrialmente con tiempos de producción acelerados y costos significativamente menores.
La feria De puntada en puntada. Historia bordada recibe al público en el Museo Nacional de Culturas Populares (ubicado en Avenida Hidalgo 289, colonia Del Carmen, Coyoacán), con entrada gratuita.


