Tortuosa resultó la sesión en la que Alejandro Armenta Mier –luego de tres rondas de votación– logró ser nombrado presidente de la mesa directiva del Senado de la República. Las dificultades no se debieron al rechazo de la oposición, sino a la resistencia que hubo de un importante número de legisladores de Morena –que al parecer– por órdenes de la Secretaría de Gobernación buscaron frenar su ascenso a esa posición, como una muestra clara del malestar que hubo desde Palacio Nacional a que el grupo político de Ricardo Monreal se hubiera quedado con el cargo que estaba en juego.
Al final resultó ser un muy mal día para Alejandro Armenta Mier, por que lo ocurrido ayer en el Senado lo afianza como un hombre de todas las confianzas de Ricardo Monreal, pero lo aleja –por ahora– de las simpatías de Palacio Nacional.
Y ese no es un buen resultado para que el legislador avance en su intento de ser el candidato de Morena a la gubernatura de Puebla.
Ricardo Monreal decidió –desde hace un mes– impulsar a Alejandro Armenta Mier a la presidencia de la mesa directiva del Senado por la buena relación que político poblano tiene con miembros del círculo cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Era un intento de que Armenta se convirtiera en un puente de comunicación, de una posible reconciliación, entre el presidente López Obrador y Monreal Ávila, luego de que este último se ha convertido en un disiente dentro de la 4T y eso ha provocado que no haya comunicación con el titular del Poder Ejecutivo federal.
Por su parte, Armenta había calculado que presidir la mesa directiva del Senado le podía ayudar a que en la presidencia de la República se fijen en él como un fuerte prospecto para ser el candidato de la 4T al gobierno de la entidad poblana.
Ese esquema acabó naufragando en los últimos tres días. No se logró ninguno de los objetivos.
Ese desastre se pudo evitar si Monreal y Armenta hubieran entendido “las señales” que hubo en su contra.
La primera llamada de alerta es que Monreal, en su calidad de coordinador de la bancada de Morena en la cámara alta del Congreso de la Unión, preparó una plenaria de los senadores morenistas con seis importantes miembros del gabinete para dialogar sobre las iniciativas relativas al consumo lúdico de la mariguana y la integración de la Guardia Nacional a las fuerzas castrenses, entre otros temas.
De los seis servidores públicos convocados, solamente acudieron dos: el canciller Marcelo Ebrard Casaubón y Tatiana Clouthier Carrillo, la secretaría de Economía. Ambos tienen la característica de no ser cercanos a Adán Augusto López Hernández, el secretario de Gobernación.
Y en contraparte, un día antes de la cita con los senadores, canceló sin mayor explicación Adán Augusto López Hernández.
En cascada los otros funcionarios se sumaron al desaire a Monreal, entre ellos el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González; la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez Sandoval; y Luis Rodríguez Bucio, el comandante de la Guardia Nacional.
Segunda llamada de atención: también cancelaron el presidente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, y la secretaria general morenista, Citlalli Hernández Mora, situación extrema, pues los dirigentes partidistas deben tener una estrecha y permanente relación con los legisladores de su mismo signo político.
Tercera llamada: cuando Monreal propuso a Armenta como prospecto para encabezar la mesa directiva de la cámara baja, varios senadores –entre ellos la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero— en lugar de construir el consenso en torno al político poblano, decidieron presentar un candidato alterno: Higinio Martínez, el ex alcalde de Texcoco y a quien le habían ofrecido ese cargo en recompensa de que aceptó la candidatura morenista de Delfina Gómez al gobierno del estado de México.
Ahí es cuando Monreal y Armenta tenían que haber entendido “las señales”, de que no había agrado en el círculo lopezobradorista de que disputaran la mesa directiva.
En lugar de buscar la conciliación, con exceso de soberbia, ayer por la mañana, Monreal expresó: “me siento más fuerte que nunca”, ante la derrota de Higinio Martínez al obtener el apoyo de 28 senadores contra 36 a favor de Alejandro Armenta, cuando se definió el candidato de Morena a presidente de la mesa directiva del Senado.
Horas más tarde, vino la revancha. Armenta podía fácilmente conseguir la aceptación del pleno del Senado para ser el presidente de la mesa directiva, ya que Morena y sus aliados suman 75 legisladores y el político poblano necesitaba del respaldo de 61 integrantes de la cámara alta.
En la primera votación, Armenta obtuvo 52 votos y 10 senadores dejaron la boleta en blanco. La mayoría eran de Morena, que no sufragaron a favor ni en contra, pero tampoco dejaban avanzar al político poblano.
Segunda ronda: Alejandro Armenta se quedó a solo un voto de los 61 que se necesitaba. A esas alturas los rostros de Armenta y Monreal ya reflejaban desconcierto, exasperación, ante el bloqueo morenista en su contra.
Tuvo que haber una tercera ronda de votación, al filo ya casi de la media noche y del plazo fatal para definir el cargo que estaba en juego.
Fue hasta entonces que Armenta obtuvo 65 votos, una cifra alejada de la mayoría cómoda que podía alcanzar.
El mensaje fue claro: desde Palacio Nacional a Monreal lo ven como un político desleal y no grato.
Esa condición salpica al senador poblano.
Armenta quedó muy cerca de Monreal y muy lejos de Palacio Nacional.