Oriunda de Michoacán, la artista Arleene Correa Valencia emigró a los tres años hacia Estados Unidos para “vivir un sueño” que tal vez no hubiera sido posible si se hubiera quedado en su pueblo natal. Tras 25 años de esa partida, entre la ansiedad de vivir en aquel país y ser deportada en cualquier momento, regresa para cumplir otro sueño: el pisar México y exponer parte de su obra.
Denominada (In) Visibles en la oscuridad – De regreso a casa, la exposición integra una serie de piezas bordadas en tela con hilos y materiales fluorescentes y reactivos que al ser iluminados por una lámpara o la luz de un flash revelan el amor que los padres les tienen a sus hijos.
Se trata de un dispositivo “simple pero fuerte y cargado de emoción”, en el que los cuerpos de los adultos se invisibilizan y el de los niños se iluminan, pues en ellos se deposita el amor, la esperanza y la confianza de que su vida será mejor, todo ello enmarcado en el fenómeno de la migración.
Inaugurada por la curadora Guadalupe García Miranda, fundadora de The Ant Project, organización sin fines de lucro asentada en Estados Unidos y el antropólogo Julio Glockner, quien hizo las veces de gestor del proyecto, la exposición fue instalada en la Casa del libro Gilberto Bosques Saldívar de la UAP -6 Oriente 204, Centro Histórico de Puebla-, en donde permanecerá alrededor de un mes.
“Por fin puedo tocar mi tierra de nuevo. Al llegar a México sentí la gravedad de esta tierra, sentí que estoy completa de nuevo. Por fin estaba alrededor de mi gente, todos se parecen a mí y nadie me quiere echar. Es algo inexplicable sentir que soy bienvenida”, dijo Arleene Correa, al abrir su primera exhibición en México.
En su obra, expuso, se contiene el amor que existe en mi familia, el mismo que existió en 1996 cuando sus padres decidieron llevarla a ella y a sus dos hermanos hacia el Valle de Napa en California, Estados Unidos.
Señaló que de aquel momento recuerda la serie de cartas enviadas su papá que decían “llévame contigo”, “quiero estar contigo” y “no me olvides”, las cuales se conservaron y sirvieron para dar forma y contenido a su obra.
“Me dieron un poco de información de esa separación, toda mi vida pasé pensando cómo usarlas en obras de arte”, contó en su discurso.
Señaló que si bien ella no tiene la posibilidad de ser madre, con la llegada de su sobrina Ayleen pudo saber sobre el amor que sienten los padres y lo que son capaces de hacer por ellos.
“Los migrantes son más que la política ha dicho sobre ellos. Busco dar a conocer la realidad sobre lo que sufrieron los padres, pues no sólo hay niños solos sino padres solos que tienen que vivir con el remordimiento”, expuso.
Acotó que en su obra se expone ese amor paternal a través de figuras –las siluetas de su familia- que no tienen rostros ni rasgos particulares pues de lo que se trata es que el espectador imagine o recuerde a un familiar cercano que es capaz de proteger, contener y cuidar a un menor.
En una de sus obras, por ejemplo, una figura masculina sostiene con sus brazos, en lo más alto, a un bebé refiriendo quizá el paso forzado que tienen que hacer los migrantes al cruzar por el Río Bravo, levantando y sosteniendo a sus hijos para que éstos no sientan la fuerza de la corriente que los jala.
Correa mencionó además que como “dreamer”, término dado a los hijos de migrantes cuya condición en Estados Unidos no es legal de acuerdo a sus normas migratorias, sabe que su lucha es por reclamar por los derechos que le corresponden como habitante y contribuyente de aquel país.
“Toda la vida me han quitado el derecho a ser mexicana. Todo lo que hacemos es protegernos para no ser deportados. Tenemos que estar 10 mil pasos adelante para estar seguros. Siempre te ven diferente y piensas que te van a detener.
“No somos de aquí ni de allá, pero no importa porque somos humanos, y nos debemos de entender de esa manera, que es básica”, reflexionó la artista quien está en el país gracias a la UAP, pues si bien su estatus migratorio no le permite abandonar con libertad Estados Unidos, por invitación de la universidad obtuvo un permiso temporal que le permite regresar a dicho país y venir a mostrar su trabajo en México, su lugar de origen.