Llegamos al nuevo año con señalamientos de un fanfarrón, un reciclado presidente estadunidense, que busca a toda costa provocar temor en muchas partes del mundo. Entre los cuales, al gobierno de México. Y esto preocupa por las descaradas ambiciones que pregona día con día y que ha empezado a cumplir.
A su toma de protesta, este señor boquiflojo, invitó a Milei de Argentina, Bukele de El Salvador, Orbán de Hungría, incluso, a Meloni de Italia, invitaciones que encienden los focos rojos y alarmas ideológicas, toda vez que, además, Trump se hace seguir por raleas multimillonarias y promotores de las ultraderechas regionales.
En México tenemos varios que, afortunadamente por ahora, no han logrado penetración alguna. A pesar de que, en diferentes auditorios, se empiezan a formar, ríspidos y peligros ensambles contra la paz pública y el bienestar popular. Como hijos de Trump. Recientemente, han salido al espacio público distintos y viejos adalides desgastados, como Ernesto Zedillo, que no renuncian a seguir promoviendo sus tóxicas ideas neoliberales. Ciertamente son pocas de ellas las que logran confeccionar señalamientos, pero, añadidas al modelo de acumulación, pueden provocar distorsiones innecesarias. Máxime que, ahora, tienen un abultado cobertor donde cobijarse y darles más amplia repercusión.
Trump no deja de presionar, junto con sus compinches, para encimarse en el diario acontecer nacional, pero por fortuna la política de nuestro gobierno no le da manga ancha. Son la migración y las drogas los aspectos álgidos para las acostumbradas amenazas fincadas en temas comerciales. Las diferencias de pensamiento y actitud entre los dos gobiernos, no pueden ser mayores, pero pueden apreciarse los abismos que los separan. Sobre todo, en lo ideológico. Aunque Trump busque devolver a su pueblo el poder perdido en su pasado. Todo lo que hizo en su primer mandato, abona la separación de este ideal humano. Simplemente se agrandó el quiebre en la desigualdad que afecta a ese país. La promesa de recortar impuestos a los causantes mayores seguirá ensanchando la brecha. A nuestra Presidenta, por el contrario, no le interrumpe su diálogo e interés, respecto a las necesidades populares, en especial, las de aquellos menos favorecidos por la vida.
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El pleito principal de los recientes gobiernos estadunidenses ha sido con China. En este aspecto, la alianza mexicana con el país asiático puede ser muy útil, indispensable y crucial. La ventaja china actual es clara debido a los costos de una serie inmensa de productos, en especial en la estratégica industria automotriz.
Los aranceles no podrán compensar las diferencias. Sobre todo, con las baterías de litio, su producción y tecnología. Las ventajas de los vecinos del norte en ciencia y tecnología como balística o espacial, han desaparecido y ahora China las maneja y proyecta mejor.
Prueba de todo lo anterior es el creciente porcentaje del comercio mundial captado por China, desplazando a Estados Unidos del primer lugar. Los asuntos de transporte marítimo como Panamá y metales raros que se buscan se encuentran en África o Groenlandia.
El cambio de nombre al muy conocido Golfo de México, se empañará por los cuatro cortos años que le esperan a esta tonta pretensión. Por lo demás, hay tiempo suficiente para procesar con responsable eficacia la abultada lista de sus prioridades y acomodarlas a la normalidad rutinaria.
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