Este día, 31 de enero, pero de 1869, falleció en Centroamérica Anselme Bellegarrigue, quien fue un periodista y escritor francés que conocí hace ya un buen número de años, a través de un sorprendente texto conocido como “El primer manifiesto anarquista”, escrito en francés y cuyo título Manifeste de l’anarchie, contiene en sus 22 páginas una serie de conceptos que resultan sorprendentes, pues rompen con la idea que tenemos en general sobre la palabra anarquía.
Lamentablemente, no existe una biografía completa y detallada de este escritor debido a la escasez de información sobre su vida. Gran parte de lo que se sabe sobre él, proviene de sus escritos y de menciones dispersas en textos históricos y anarquistas; sin embargo, es relativamente fácil encontrar una buena cantidad de datos sobre su vida y obra, basados en innumerables fuentes disponibles precisamente a través de la internet.
Anselme Bellegarrigue nació alrededor de 1820 en Francia, aunque no se conocen con exactitud la fecha ni el lugar de su nacimiento. Tampoco hay registros detallados sobre su familia, educación o juventud. Lo que sí se sabe es que emergió como una figura pública durante la década de 1840, en un contexto de agitación política y social en Francia.
Se dio a conocer durante las Revoluciones de 1848, cuando en un período de levantamientos populares que sacudieron Europa, buscaban derrocar a las monarquías y establecer regímenes más democráticos. En Francia, la Revolución de febrero de 1848 derrocó al rey Luis Felipe I y se estableció la Segunda República; sin embargo, Bellegarrigue rápidamente se desilusionó con los resultados de estas revoluciones, pues vio que, en lugar de liberar a los individuos, se consolidaban nuevas formas de autoridad estatal.
Surge entonces el anarquismo individualista en la mente de Bellegarrigue, como una corriente que enfatiza la soberanía del individuo y rechaza toda forma de autoridad coercitiva, incluyendo al Estado. Sus ideas se centraban en la libertad absoluta del individuo y en la organización social basada en la cooperación voluntaria.
Por ejemplo, cita que “La historia ha calificado de “anárquico” al estado de un pueblo en cuyo seno se encuentran varios gobiernos en competencia; pero una cosa es el estado de un pueblo que, queriendo ser gobernado, carece de gobierno precisamente porque tiene demasiados y otra el de un pueblo que, queriendo gobernarse a sí mismo, carece de gobierno precisamente porque no lo quiere”. Así llega a confrontar la palabra anarquía con la monarquía, explicando que esta última representa la concentración del poder en una figura (el rey); mientras que la anarquía distribuye la soberanía en el pueblo. Entonces plantea una interesante ecuación:
Quien dice anarquía dice negación del gobierno:
Quien dice negación del gobierno, dice afirmación del pueblo;
quien dice afirmación del pueblo, dice libertad individual:
Quien dice libertad individual, dice soberanía de cada uno;
quien dice soberanía de cada uno, dice igualdad:
quien dice igualdad, dice solidaridad o fraternidad:
quien dice fraternidad, dice orden social.
Al contrario:
Quien dice gobierno, dice negación del pueblo;
quien dice negación del pueblo, dice afirmación de la autoridad política
quien dice afirmación de la autoridad política, dice dependencia individual;
quien dice dependencia individual, dice supremacía de clase
quien dice supremacía de clase, dice desigualdad;
quien dice desigualdad, dice antagonismo;
quien dice antagonismo, dice guerra civil;
por lo tanto, quien dice gobierno dice guerra civil.
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El Manifiesto de la Anarquía es una obra pionera en la historia del pensamiento que busca liberarse socialmente de los regímenes opresores. Aunque Bellegarrigue no fue tan conocido como otros anarquistas posteriores, su manifiesto sentó las bases para el desarrollo del anarquismo individualista y su crítica radical al Estado y a la democracia. Por esto, su texto sigue siendo relevante hoy en día para quienes cuestionan las estructuras de poder y buscan una sociedad basada en la libertad individual y la cooperación voluntaria. Si bien Bellegarrigue no proporcionó un plan detallado para alcanzar la anarquía, su manifiesto es un llamado inspirador a imaginar un mundo sin coerción ni autoridad suprema.
A principios de la década de 1850, emigró a los Estados Unidos, donde continuó escribiendo y difundiendo sus ideas; sin embargo, su influencia disminuyó y su vida se volvió más discreta. No se sabe con certeza qué hizo durante sus últimos años en América. Algunas fuentes sugieren que pudo haber trabajado como periodista o profesor, pero no hay evidencia concluyente. Las circunstancias de su muerte también son desconocidas, aunque se cree que falleció un día como hoy, en la República de El Salvador, seguramente de muerte natural.
El pensamiento de Anselme Bellegarrigue sigue siendo actual en la medida en que cuestiona las estructuras de poder y propone una organización social basada en la libertad y la cooperación voluntaria, principios que continúan inspirando a quienes buscan una transformación de la sociedad, desde una perspectiva antiautoritaria.
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