Jean-Baptiste Lully (1632 – 1687) fue un compositor, instrumentista y bailarín italiano, naturalizado francés, que nació un 28 de noviembre. Originario de la Toscana, específicamente de la bella ciudad de Florencia, Italia, su nombre real fue Giovanni Battista Lulli, aunque posteriormente adoptaría el nombre francés de Jean-Baptiste Lully, como una disposición estratégica que le permitió avanzar en su carrera y así, consolidar su posición en la corte de Luis XIV (1638 – 1715), este último apodado el Grande (en francés: le Grand) o el Rey Sol (le Roi Soleil) y quien fue rey de Francia desde 1643 hasta su muerte en 1715.
Al acoger un nombre francés, Lully se convirtió en un símbolo de integración y de la asimilación de los extranjeros en la sociedad francesa. También así demostraría su lealtad a Francia y señalaría un distanciamiento con su origen italiano. Para comprender un poco más la situación de aquella época, es necesario decir que en aquel tiempo había cierto recelo hacia los extranjeros; por lo tanto, adoptar un nombre francés le permitió acceder a puestos de mayor trascendencia, logrando vincularse más a la aristocracia francesa. Con este acto se puede deducir que Lully fue un hombre ambicioso y su objetivo era convertirse en una figura destacada en el ámbito musical de Francia. De hecho, Lully demostraba un amor profundo por lo que él llamaba su espíritu francés. Alegaba que su corazón y su espíritu eran franceses, y que lo único que tenía de italiano era su lengua.
Por supuesto, escuchando su música, se puede comprender que Jean-Baptiste Lully es una figura clave en la historia de la música, especialmente en el contexto del Barroco francés. Con un genio precoz y particularmente talentoso, rápidamente se convirtió en una figura indispensable en la corte de Luis XIV. De hecho, fue considerado el padre de la ópera francesa, estableciendo un estilo único que combinó elementos de la ópera italiana con la tradición musical francesa.
Además de ser innatamente genial para la música, era un brillante danzante y logró, gracias a su naturaleza ambiciosa y hasta cierto punto, oportunista, destacarse en llegar a ser una figura relevante en el entorno musical de la corte.
Sus óperas, conocidas como “tragédies lyriques” (tragedias líricas), combinaban elementos de la ópera italiana con la tradición musical francesa. Estas obras eran grandiosas y espectaculares, diseñadas fundamentalmente para impresionar a la corte, pero también al público en general. Dentro de sus óperas más destacadas se incluye a Alceste, que es una historia de amor y sacrificio, con una música rica y emotiva; Thésée, que es una ópera que celebra la mitología griega y la figura del héroe Teseo; y Armide, que está basada en el poema épico de Torquato Tasso (1544 – 1595), con elementos mágicos y fantásticos.
Pero concretamente la forma más asequible para admirar la maestría de Lully es escuchando la música de la comedia-ballet Le Bourgeois gentilhomme (El burgués gentil hombre) que fue escrita por Jean-Baptiste Poquelin (1622 – 1673), mejor conocido como Molière; que, desarrollada en cinco actos y en prosa, fue estrenada el 14 de octubre de 1670 en la corte de Luis XIV, en el castillo de Chambord. Con una coreografía, de Pierre Beauchamp (1636 – 1705) y los decorados a cargo del arquitecto italiano Carlo Vigarani (1637 – 1713), Le Bourgeois gentilhomme, no solamente fue un espectáculo de gran importancia para la corte de Luis XIV, sino que tuvo un éxito rotundo e inmediato general. El burgués gentil hombre satirizaba la burguesía que aspiraba a imitar a la nobleza, un tema que resonó con el rey y su corte.
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Por otro lado, además de la aprobación real, la obra fue muy bien recibida por el público. La conjunción de la comedia de Molière y la música de Lully resultó ser muy entretenida y cautivadora pues la obra retrataba de manera cómica y satírica los cambios sociales de la época, donde la burguesía ascendente buscaba imitar los modos y costumbres de la aristocracia. Esto resonó con el público, que se veía reflejado en los personajes y las situaciones.
En esta música, se puede percibir la grandiosidad, la claridad formal y el aprovechamiento total de la orquesta, generando sonidos que semejan a una gran congregación de músicos, cuando en realidad se constituía de grupos relativamente pequeños. Por esta razón se le considera un innovador en la música instrumental. Por último, vale la pena mencionar que fundó L’Académie Royale de Musique (Academia Real de Música), que después se convertiría en la famosísima Ópera de París.
Recomiendo mucho escuchar la Marche pour la Ceremonie des Turcs, que forma parte de Le Bourgeois gentilhomme LWV 43, para tener una idea de a lo que me refiero con Lully como un músico realmente extraordinario.
En aquella época se dirigía el compás marcándolo con un bastón elaborado con una pesada barra de hierro y golpeando enérgicamente al suelo, de forma que, accidentalmente mientras emocionado conducía a la orquesta, de improviso se golpeó el pie, produciéndose una dolorosa herida que por supuesto se infectó. Seguramente era diabético, pues se “agangrenó”. En una época en la que no existía la microbiología ni mucho menos los antibióticos, la única opción de tratamiento que le propusieron consistía en amputar la pierna con gangrena, condición a la que Lully se opuso pues no podía concebir su vida sin poder bailar. Tras una dolorosa y prolongada agonía, moriría el 22 de marzo de 1687.
Jean-Baptiste Lully es una figura fundamental en la historia de la música, especialmente en el desarrollo de la ópera francesa. Su influencia fue tan profunda que definitivamente fue un parteaguas en la música del siglo XVII.
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