Pensar la paz, la compasión y el amor, se convierte en actos revolucionarios en estos tiempos, donde el odio, destrucción y violencia se expresan crueles, sistematizadas e institucionalizadas. Sin embargo, no se trata de pensar el amor, la paz y la compasión desde la mirada ingenua, que va por el mundo con buenos deseos que, si bien son necesarios, pocas veces se manifiestan o materializan en acciones concretas que permitan generar cambios estructurales históricamente necesarios para la construcción de mejores condiciones de vida para todas las personas.
Se trata de pensar y activar el amor, la paz, y la compasión desde una mirada crítica. Las comunidades zapatistas nos invitan a repensar el enojo desde el enfoque de la digna rabia, el malestar organizado que permite no afrontar las injusticias desde la furia destructiva, sino desde la fuerza que puede darnos el reconocer el dolor, la violencia y las pérdidas cuando los pensamos desde un enfoque de sanación creativa.
Estar atentas a las diversas expresiones de acción organizada que muchas comunidades, barrios y grupos están realizando para construir espacios equitativos, incluyentes, diversos y por la justicia social y la vida digna.
En este espacio, quiero enfatizar el trabajo que realizan las mujeres indígenas por la paz, la cultura del buen trato, la erradicación de la violencia de género, desde un enfoque holístico. Aprendamos la mirada fortalecida, la resiliencia social y la conexión con la Madre Tierra que las mujeres indígenas integran en diversas prácticas transformadoras y concretas. Un enfoque que invita a la organización comunitaria, diálogos diversos, y acciones concretas que permitan la transformación y el fortalecimiento de los mecanismos de gestión colectiva para la dignificación de la vida de nuestras comunidades, y en diálogo e interacción intercultural y equitativa con múltiples otras comunidades.
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Necesitamos espacios de articulación social y política que permitan incidir en el desmantelamiento de las estructuras de opresión que históricamente, el capitalismo heteropatriarcal ha impuesto, dañando los cuerpos y territorios de las mujeres y comunidades, y de la Madre Tierra en general. Se trata de co-crear espacios para los diálogos polifónicos, pero para que estos puedan realizarse en condiciones de equidad, se requiere cerrar las brechas en el acceso a la información, la formación, los servicios y recursos que permita fortalecer las prácticas endógenas y exógenas que contribuyan a la prosperidad y bienestar holístico de las mujeres y las comunidades.
Enfatizo en las acciones que realizan las mujeres organizadas en general y las mujeres indígenas y rurales en particular, quienes tienen una larga experiencia en las luchas contra todas las formas de violencia, y en este mes, que se conmemora el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, me parece fundamental aprender de las mujeres que van creando alternativas, transformando relaciones sociales opresivas por relaciones democratizadoras, y hago un llamado urgente al resto de la sociedad a unirse en la lucha contra las violencias. Para que podamos poner en práctica el amor, la paz y la compasión como actos revolucionarios.
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