A 10 semanas de que se de el cambio de los gobiernos municipales, algo que ha llamado poderosamente la atención es que en Huauchinango no hay el más mínimo acercamiento entre el edil saliente Gustavo Vargas Cabrera y el alcalde electo Rogelio López Angulo, pese a que aparentemente no hay conflicto entre ambos frente a la opinión púbica. Sin embargo, al parecer ese atraso en el proceso de entrega-recepción del ayuntamiento se debe a una historia de un fallido intento de financiamiento electoral.
Para nadie es un secreto que el edil morenista Gustavo Vargas se opuso y luchó hasta el último aliento para que Liliana Luna Aguirre no fuera la candidata de Morena a la alcaldía de Huauchinango, lo que en mucho abonó a la derrota de la segunda.
Y que, en ese esquema, hubo beneplácito, alegría, un fuerte respiro de tranquilidad del actual presidente municipal cuando el pasado 6 de junio se dio el sorpresivo triunfo en las urnas de Rogelio López Angulo, el aspirante del Panal y quien ya fue edil bajo las siglas del PRI.
Entonces por eso muchos se preguntan, por qué no hay comunicación ni entendimiento entre Vargas Cabrera y López Angulo, cuando ambos a lo largo del actual proceso electoral lucharon –por separado– bajo la misma causa: que los comicios no fueran ganados por la morenovallista Liliana Luna Aguirre, quien se volvió una conversa a la 4T apenas unos días antes de que Morena decidiera a sus candidatos.
De las historias que se cuentan en los corrillos políticos de Huauchinango, que no necesariamente son versiones constatadas, se especula que habría ocurrido lo siguiente entre ambos personajes:
Se dice que, durante el sepelio de un importante pariente de Gustavo Vargas Cabrera, habría recibido la visita de Rogelio López Angulo, quien para entonces ya era candidato del Panal, y que luego de que el segundo le dio las condolencias al alcalde de Huauchinango, un tema inevitable fue la contienda por la alcaldía del municipio.
Esa versión –no oficializada por ninguna de las partes involucradas—apuntas a que López Angulo habría expresado que se sentía seguro, firme, convencido de que tenía todas las condiciones de ganar los comicios por su antecedente de haber sido un buen ex presidente municipal. Que su único punto débil era no contar con el financiamiento suficiente.
Fue entonces –según lo que se dice en boca en boca entre algunos políticos de ese municipio—es que López Angulo le habría pedido 5 millones de pesos a su interlocutor como una aportación a su campaña electoral.
Que la respuesta de Gustavo Vargas habría sido que no tenía esa cantidad de dinero y no estaba interesado en financiar alguna campaña electoral, pues la ruta que había optado para derrotar a Liliana Luna era la de agotar hasta el último esfuerzo la vía de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para intentar quitarle la candidatura y que la nominación se le otorgara al actual edil, para buscar la reelección.
Ante la negativa de Vargas, se dice en esa versión extraoficial, que López Angulo habría sugerido que la ayuda de esos 5 millones de pesos estaría de regreso cuando ganara los comicios y que además, dicho aporte sería a cambio de no revisar el manejo presupuestal que el actual edil tuvo a lo largo de sus tres años de gestión.
Es decir, que aparentemente le ofrecía impunidad de no reportar a la Auditoría Superior del Estado (ASE) cualquier posible anomalía o error administrativo en la aplicación de los fondos públicos del ayuntamiento.
Que la respuesta de Gustavo Vargas habría sido de enojo, de rechazo, al indicar que sus cuentas públicas están en regla y que no teme a ninguna auditoría de la ASE.
Esa respuesta, habría generado una agría reacción de López Angulo de entonces ya no buscar ningún tipo de ayuda o colaboración de Gustavo Vargas.
Y de Gustavo Vargas, se dice, que a partir de esa platica decido no incidir en la campaña electoral del Panal.
Por eso ahora hay una relación fría entre ambos, que está atrasando el proceso de entrega-recepción de unos de los ayuntamientos más importantes de la Sierra Norte de Puebla.
O eso es lo que parece. Tal vez esa falta de comunicación solamente sean actitudes de disidía entre el alcalde saliente y el edil entrante.