Jueves, octubre 3, 2024

Se resarció la escasez de agua en Juan C Bonilla, luego que hace 157 días pobladores frenaron la explotación del acuífero por parte de Bonafont

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Juan C Bonilla. Después de 157 días de protesta y tras la toma de las instalaciones de Bonafont, los pobladores del campamento afirmaron que sus acciones han dado resultados, al destacar que sus manantiales, condenados a secarse, se han vuelto a recargar y con ello ha regresado la fauna y la esperanza al pueblo. 

En una larga charla con La Jornada y La Jornada de Oriente, los manifestantes, integrantes de los llamados 20 Pueblos, advirtieron que se gestan acciones de represión en contra del movimiento y se alistan hasta el momento dos órdenes de aprehensión a través de la Fiscalía General del Estado (FGE) en “represalia” por sus acciones de protesta.

Uno de los hombres más viejos del municipio de Juan C Bonilla, oriundo de la población de San Lucas Nextetelco, cubierto con paliacate y sombrero, yace parado a la orilla de un manantial, mientras habla sobre la recuperación de los mantos freáticos tras el cierre de la embotelladora el pasado 22 de marzo, Día Mundial del Agua, y con la toma definitiva de las instalaciones el 8 de agosto. 

El ameyal no es solo una fuente de agua para el consumo humano y para el riego del maíz, frijol y calabaza, sino que además tiene un significado sagrado que proviene de la época prehispánica, ya que las deidades aztecas se bañaban en estas aguas, según narra una leyenda. 

El vetusto hombre narra que en su comunidad existían 35 ameyales como este con agua abundante, en tanto que los pastizales eran verdaderos pantanos que favorecían varias cosechas al año, ya que en la actualidad solo hay una en la época de lluvias.  

 La sobreexplotación y los “proyectos de muerte” los secaron, a decir del entrevistado, quien refiere que en la región del Izta-Popo proliferan las zonas industriales como el de la armadora Volkswagen, el Parque Mercatus e Hylsa, entre otras, así como granjas porcinas que además de extraer agua, contaminan ríos como el Metlapanapa y el Atoyac, arrojando sus desechos sin tratar.

Subraya que la propia Bonafont, asentada en el municipio de Juan C bonilla, tenía permitido por Semarnat tirar sus desechos industriales a cielo abierto en una barranca, donde se han encontrado sustancias venenosas como mercurio, zinc, arsénico y cianuro. 

Agrega que los pobladores en lucha han señalado sin temor a equivocarse que el socavón de más de 100 metros de diámetro que apareció en la junta auxiliar de Zacatepec está relacionado con la extracción de agua en la región.

El hombre enumera a los 20 Pueblos: Santa María Cuexcomac, Nealtican, San Francisco Ocotlán, Xoxtla, Cuanalá, Zacatepec, Coronango, Tlaxcalancingo, entre otros, y el apoyo de colectivos internacionales para subrayar que los pobladores de Juan C Bonilla no están solos y enfatiza que tras cinco meses de protesta “esta lucha es por el agua y por la vida”.

Advierten actos de represión

Uno de los hombres en pie de lucha es el anfitrión alrededor de una mesa de juntas ubicada en las oficinas de lo que hasta el 22 de marzo funcionaba como la planta de Bonafont, de la cual se extraían un millón 600 mil litros diarios del líquido, tres veces más que el límite autorizado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua). 

Con gafas oscuras y un paliacate en el rostro apenas sobresale un alargado bigote sobre la tela colorada que cubre sus labios, parecido al que Emiliano Zapata, el llamado Caudillo del Sur, usaba en épocas revolucionarias. 

El hombre que usa un radio “walky talky” para comunicarse con otros integrantes de la lucha, recuerda que el pasado 8 de agosto los integrantes de la organización de Pueblos Unidos -que clausuró las instalaciones de Bonafont el pasado 22 de marzo-, decidió ingresar y tomar de manera definitiva las oficinas. 

Afirma que tras dicho acto, la trasnacional se juega su última carta en el ámbito jurídico, por lo que no duda en señalar que están en puerta acciones de represión en contra del movimiento.

Sostiene que fuentes cercanas a la Fiscalía General del Estado les han advertido que se abrieron dos carpetas de investigación en contra de igual número de compañeros.

Asegura que desde el 22 de marzo han abundado los casos de hostigamiento contra los paristas, a través de la Policía estatal y la Guardia Nacional.

“Los agentes de esta última graban con cámaras, se detiene 10 o 15 minutos frente a nuestro campamento. También vienen con drones a grabar en la noche”, denuncia. 

Asimismo, en las últimas semanas, un trabajador de Bonafont empujó a una compañera del campamento, y un conductor de la empresa le “aventó” su vehículo a otro integrante del paro. 

Manifiesta que inicialmente se les intentó intimidar a través de guardias de seguridad de la empresa, pero advierte que si hay un atentado en contra de alguno de los paristas responderán los 20 Pueblos. 

Convierten oficinas de Bonafont e la Casa de los Pueblos

Este medio de comunicación ingresa a la planta con permiso previo de los inconformes que muestran las instalaciones repletas de pintas zapatistas y reivindicaciones de los pueblos indígenas. 

La recepción es en la oficina ubicada en el flanco izquierdo del recinto, que ha sido convertida en un espacio para las mujeres de los pueblos, desde donde se plantean y se difunden acciones y discursos feministas 

El hombre relata que fue en el marco del natalicio de Emiliano Zapata, el 8 de agosto, que se tomó la determinación de ingresar a las oficinas, después de una asamblea general de los 20 Pueblos y luego de que las autoridades y la empresa se negaron a entablar un diálogo con ellos para escuchar sus demandas, a pesar de que la Universidad Iberoamericana (Ibero, Puebla) propuso fungir como mediadora.

Sostiene que después de la clausura del 22 de marzo se presentó en el plantón Carlos Armando Popoca, delegado de la Secretaría de Gobernación federal en Puebla, para invitarlos al diálogo con la empresa francesa pero nunca volvió.

“Pasamos cuatro meses esperando el diálogo y nunca se prestaron. Tuvieron la oportunidad de venir y resolver la situación pacíficamente pero nunca aceptaron por toda la corrupción que rodea a Bonafont”, lamenta.  

Además de tomar la planta definitivamente, el 8 de agosto se cerró el pozo que la empresa tiene registrado ante Conagua y desde donde se “saqueó el agua de la población durante 25 años”. 

Ese día también se hizo un juicio público en el que a través de la autodeterminación de los pueblos se declaró culpable a la empresa, por lo que como consecuencia se recuperó el inmueble para beneficio público. 

En el lugar, además del espacio para mujeres, se planea la instalación de una estación de radio comunitaria, así como la realización de proyectos culturales y de salud para la población.

“Fue nuestra última opción”

Desde un pupitre, preparado para la charla en el patio de la planta, una de las mujeres de la protesta habla mientras la orilla de su sombrero de palma le cubre el rostro.

 El uso de cubrebocas le sirve para lograr el objetivo de permanecer en el anonimato, al tiempo que narra que en 1992 llegó la embotelladora “Arcoíris”, predecesora de Bonafont, a la colonia José Ángeles, con base en engaños. 

Refirió que ese año los vecinos dieron su aval para la perforación de un pozo con uso agrícola pero en vez de ese proyecto se instaló la embotelladora. 

En 1996 se convirtió en lo que hoy es la planta de Bonafont, la cual extrajo el líquido que a decir de los quejosos secó sus pozos de manera paulatina al grado que ahora el agua se encuentra a 40 metros de profundidad. 

La mujer describió que el cierre y la toma de Bonafont no fue su primera sino la última opción que les quedaba. Antes hicieron dos protestas en 25 años pero ninguna autoridad les hizo caso. 

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