Agotados, con casos de insolación, con lesiones en los pies y hostigados por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) los integrantes de la Caravana Viacrucis 2024 permanecieron un día más en la ciudad de Puebla en espera de que pase “La Bestia” y los lleve a la Ciudad de México o a la frontera norte.
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Desde la noche del miércoles pasado la mayor parte de los integrantes de la caravana instalaron un campamento provisional a un costado de la Harinera, camino a la Central de Abasto, junto a la vía del tren.
Algunos de los integrantes narraron que durante la madrugada agentes del INM armaron una redada e intentaron subir a vehículos oficiales a un grupo de indocumentados, por lo que varios de sus paisanos los encapsularon para evitar su captura.
Carlos, un joven de 24 años oriundo de Nicaragua, narró que durante la mañana la amenaza de redada aumentó por lo que la mayor parte de los integrantes de la caravana tuvieron que dejar sus pertenencias para esconderse de los agentes, aunque más tarde regresaron por estas.
El joven nicaragüense sabe lo que es ser capturado por el INM como le sucedió al principio de año en la frontera de Ciudad Juárez.
Los mismos agentes que los asedian en su camino hacia Estados Unidos, en aquella ocasión lo trasladaron a Monterrey y luego lo subieron a un avión con rumbo a Villa Hermosa. No lo deportaron, pero tuvo que reiniciar su travesía en Semana Santa, por lo que afirma que este es su segundo intento.
Para este inmigrante que se protege del intenso calor debajo de una lona improvisada junto con su paisana María de 21 años y Alexis de 28 años de nacionalidad ecuatoriana, no tiene como opción regresar a su país ante el riesgo de ser apresado o asesinado por ser opositor al régimen de Daniel Ortega.
Si lo captura el INM lo volverá a intentar como lo hacen otros integrantes de la caravana, algunos de los cuales están en su quinto intento.
Metros más adelante, un hombre de nacionalidad hondureña es atendido por otros indocumentados, ya que está a punto de desmayarse por el intenso calor de más de 30 grados que a un costado de las vías del tren azota con mayor fuerza sobre la arena seca.
Le acercan un trapo con alcohol, le bañan la cabeza con agua y lo sientan debajo de unos viejos árboles, de los pocos que hay en la zona, para refrescarlo y reanimarlo.
La zona impide el ingreso de alguna ambulancia, pero ante la desconfianza por el asedio de los agentes del INM tampoco aceptan llevarlo al Hospital de Traumatología de los Servicios de Salud en el estado que se encuentra a 200 metros, después de la autopista México–Puebla.
Ese miedo impidió que el grueso de la caravana llegara al albergue de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos en la colonia San Rafael Poniente, ubicada a cinco kilómetros, donde la Pastoral de Movilidad Humana los esperaba con comida, agua, ropa y acceso a agua para bañarse.
Prefirieron pernoctar a un costado de la vía del tren, cerca de la autopista México–Puebla, en la colonia La María, una zona de alta delincuencia que durante la noche se convierte en peligrosa.
Este jueves, los habitantes y comerciantes de la zona apoyaron con agua comida y ropa a los centroamericanos y sudamericanos, quienes apenas han viajado un tercio del trayecto hacia la frontera norte.
Para otros, se abre la opción de llegar a la Ciudad de México y pedir una estancia temporal para trabajar, ganar un poco de dinero y continuar hacia el norte.
Sin embargo, la mejor forma de llegar, ante las redadas del INM, es en caravana, ya que solos o en pequeños grupos son susceptibles de ser capturados y regresados al sur donde la distancia hacia el destino estadounidense es de nueva cuenta de 3 mil kilómetros.
Por ello, para Carlos y la mayoría de los inmigrantes de la mermada caravana no hay opción: todos tendrán que subir al tren, incluidos los niños, pese al riesgo que corren de caer e incluso perder la vida.