La derrota de Ignacio Mier Velazco en el proceso interno de Morena tiene un autor principal y es Fernando Manzanilla Prieto, quien como orquestador de la campaña proselitista del legislador morenista construyó un escenario de simulaciones para aparentar que el aspirante era “el consentido de Palacio Nacional” y que había ganado un apoyo popular suficiente para poder derrotar a su principal rival, el senador Alejandro Armenta Mier, lo que acabó resultando una farsa.
Fernando Manzanilla hace 13 años gozaba de una amplia fama de ser un talentoso estratega electoral y un disciplinado servidor público.
Esa imagen se ha venido esfumando, pues este personaje de corte neoliberal, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México, ha hilvanado una ya muy extensa lista derrotas consecutivas en los últimos años, que lo ha hecho fracasar en por lo menos cinco intentos de conquistar el poder político de Puebla.
Con este último tropiezo, el de la campaña de Nacho Mier, que no es algo menor, queda claro que, en toda campaña política “en donde mete la mano” Manzanilla, acaba en fracaso.
La imagen de que era un gran operador electoral y un experto en la administración pública se construyó cuando fue subsecretario de Egresos del gobierno del estado, entre los años 2000 y 2003, y luego cuando en 2010 coordinó la campaña electoral de la oposición que sacó al PRI del control del Poder Ejecutivo.
En ambas responsabilidades, estuvo bajo la batuta de Rafael Moreno Valle Rosas, quien en esa época transitó de ser una destacada figura del PRI a convertirse en un poderoso político del PAN.
Hoy queda claro que Manzanilla brilló por los cientos de millones de pesos que Moreno Valle dilapidaba en sus proyectos políticos y por su peculiar autoritarismo de imponer sus intereses particulares por la vía violenta.
Una vez que Manzanilla quedó excluido del morenovallismo, por enfrentar conflictos personales con el líder de esa corriente, nunca ha podido ganar absolutamente nada.
En 2018 logró convertirse en diputado federal del efímero Partido Encuentro Social (PES), pero su triunfo fue consecuencia de la llamada “ola obradorista” que hizo ganar a todos en Puebla, que participaron en la coalición Juntos Hacemos Historia.
Antes de la elección federal de hace cinco años, Manzanilla emprendió dos proyectos: aliarse con los panistas anti morenovallistas, sin que lograran menoscabar en lo más mínimo el poder autocrático del entonces gobernador de Puebla. También emprendió “una incubadora de candidatos independientes”, pero no logró sacar a ningún aspirante que compitiera en comicios locales o federales, sin la presencia de un partido político.
En 2021, tuvo una doble derrota. Por encomienda de su ex compañero de aulas en la universidad estadounidense de Harvard, Hugo Erick Flores Cervantes, tuvo a su cargo el PES en Puebla, que para ese entonces ya se llamaba Partido Encuentro Solidario, luego de que había perdido su registro un trienio antes.
Manzanilla fracasó en ese propósito. Como legislador federal del PES no logró reelegirse. Y en Puebla, puso al frente de ese partido, a Francisco Ramos Montaño, un operador surgido del grupo político del “Gober precioso”, es decir el exgobernador Mario Marín Torres, actualmente preso por estar acusado de tortura.
El resultado electoral del PES fue catastrófico. Supuestamente la encomienda era convertir al partido en la tercera fuerza política de Puebla. Al final quedó en el sexto y último lugar de la contienda local de 2021. La agrupación perdió el registro y únicamente ganó las alcaldías de 6 pequeños municipios.
En 2019, Manzanilla fue designado secretario de Gobernación en la administración interina de Guillermo Pacheco Pulido y ese cargo se prolongó hasta el inicio del gobierno de Luis Miguel Barbosa Huerta, con quien terminó confrontado.
Durante ese segmento, sin ningún pudor ético, Manzanilla jugaba en dos canchas. Oficialmente era parte de la 4T, de dos gobiernos surgidos de Morena. Pero en la practica hizo una alianza con la última facción que quedó del morenovallismo en el PAN, que era encabezada por Genoveva Huerta Villegas y Eduardo Alcántara Montiel.
Trascendió –según versión de algunos líderes albiazules– que el objetivo era tener el control del PAN para los siguientes 5 años y que Manzanilla, en 2021, pudiera ser el candidato panista a la alcaldía de la ciudad de Puebla y en 2024, ser aspirante a gobernador por el partido de la derecha. Obviamente esos planes incluían abandonar o traicionar a la 4T.
Esos propósitos tuvieron un rotundo fracaso. En 2019, Eduardo Alcántara fue derrotado en la disputada por el Comité Municipal del PAN en la capital. Un par de años después pasó lo mismo con Genoveva Huerta Villegas, quien no pudo reelegirse como dirigente estatal del albiazul.
Fernando Manzanilla se esfumó de la escena pública y reapareció a finales de 2022, como estratega electoral de Ignacio Mier Velazco.
De la mano de Francisco Ramos Montaño, se encargó de organizar eventos masivos, de instalar 7 mil comités de apoyo, de sumar a priistas y panista al proyecto de Ignacio Mier, y sobre todo, de saturar el territorio poblano de propaganda.
Para lograr los objetivos de este proyecto, se repetía hasta el cansancio de que el señor “Morenacho” había sido electo por el presidente Andrés Manuel López Obrador como candidato de Morena a gobernador de Puebla. Que el proceso interno de la 4T ya era solo un trámite.
Los hechos se impusieron. Cuentan fuentes informadas que todo fue simulación.
Fue un engaño el supuesto apoyo presidencial a Mier.
El lleno siempre a reventar de los actos masivo de “Morenacho” se hacía con los mismos acarreados de todas las plazas.
Se fingió que había 7 mil comités de apoyo.
Y que los números en las encuestas le favorecían a Nacho Mier.